De mirada desafiante y de pocas palabras, “El doc” para los amigos y Vladimiro Montesinos para toda una nación que conoció su más oscura trayectoria en la política peruana, cuyo poder lo llevó a la cima, pero que, poco a poco, caería.
Quien se convertiría en el hombre fuerte de Alberto Fujimori nació en Arequipa un 20 de mayo de 1945. Estudió Derecho y Sociología y, desde muy joven, tuvo la visión de ser alguien poderoso y rico en conocimientos; una oportunidad que le llegó en 1990 cuando fue coronado como el jefe del Servicio de Inteligencia Nacional del Perú (SIN), consejero de seguridad del Gobierno y el principal asesor presidencial.
El “Cambio 90″ -agrupación política de Fujimori- había llegado, era la dupla perfecta que iba a combatir la lucha contra el terrorismo en el Perú. Por eso, desde su tribuna, diseñó una estrategia política para pelear contra Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
“El doc” estuvo en la cúspide en la década de los 90, pero pronto su castillo de naipes se iba a ir derrumbando uno por uno.
En esos 10 años, se conoció que el asesor tejió una red de corrupción donde hubo malversación de fondos, crímenes y asesinato. Ese era el verdadero rostro de Vladimiro Montesinos, la esencia del poder dentro de una pequeña “salita” donde más de un político cayó por el deslumbre de lo que él llamaba “verdes” (dólares).
La salita del SIN
En setiembre del 2000 se difundió el primer “vladivideo”. Por primera vez se conoció ese pasaje oculto de Montesinos y ese desfile de “estrellas” que no necesitaron de una alfombra roja, solo de un pequeño cuarto, unos cuantos muebles y el arma letal: una cámara oculta para conocer la manera cómo se sobornaban a políticos, figuras de la televisión, empresarios y todo aquel que le ponía precio a su nombre por miles de dólares.
En el primer video aparece el asesor presidencial entregando 15 mil dólares al congresista de la oposición, Alberto Kouri, para que se pasara a las filas del partido de Alberto Fujimori.
Aquí inició el principio del fin, el eje de un escándalo que terminó acabando con la presidencia de Fujimori, una colección de cintas caseras elaboradas por la mente maestra más astuta de se comenzaba a caer.
La huida
Vladimiro Montesinos, al verse descubierto por esa adicción al mundo del espionaje y tras salir a la luz los “vladivideos”, decidió huir del país. Se refugió en Panamá, sin embargo, de manera inesperada regresó y pasó a la clandestinidad.
A los pocos días, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, organismo que agrupaba a más de 30 defensores de los derechos humanos en Perú, denunció a Montesinos por los delitos de genocidio, tortura, terrorismo, lesiones graves y homicidio calificado.
Intentó fugar otra vez de Perú y, esta vez, decidió esconderse en Venezuela; en un barrio de alta peligrosidad de Caracas para que pase desapercibido.
Incluso, hay una teoría que Vladimiro se había sometido a una cirugía plástica en la capital venezolana para cambiar el aspecto de su rostro en un intento por continuar eludiendo la justicia.
En un inicio, las autoridades de ese país negaron en numerosas ocasiones la versión de que Montesinos había ingresado a Venezuela, pero a finales de abril de 2001, el exministro del Interior y de Justicia de Venezuela, Luis Miquilena, confirmó que el prófugo de la justicia se encontraba en Caracas.
Un domingo 24 de junio de 2001, en el sector de Niño Jesús, el exasesor presidencial fue apresado por la Interpol, pues llevaba siendo buscado internacionalmente.
Las cuentas de “El doc”
Tras la aprensión de “El doc”, se informó que en Suiza tenía varias cuentas bancarias, un aproximado de 48 millones de dólares, por lo que lo acusaron de lavado de activos. Por su parte, el gobierno peruano abrió una investigación y designó un abogado especial encargado del caso. El 6 de noviembre la justicia peruana ordenó el embargo preventivo de sus bienes.
Por otro lado, su cómplice, Alberto Fujimori reveló la existencia de otras cuentas bancarias de su exasesor en la isla caribeña de Gran Caimán, Montevideo y Nueva York.
De Palacio a una celda
De lujosos viajes a una cárcel. De bebidas caras a aguas de cebada y de relojes Rolex, a 25 años de prisión privativa. Así fue el final del gran conspirador peruano, el mismo que cumple pena en la Base Naval de la Marina de Guerra desde 2001.
Lo que jamás olvidarán los peruanos son las sentencias condenatorias contra el Vladimiro Montesinos -que suman más de treinta- y todo lo que hizo cuando estuvo a cargo del SIN. Entre los delitos resaltan: usurpación de funciones, delitos de violaciones a los derechos humanos por su responsabilidad en las matanzas de Barrios Altos y El Santa, sumado al asesinato del periodista Pedro Yauri.
También fue juzgado por la desaparición e incineración de tres personas, crimen perpetrado en el sótano de la sede del Servicio de Inteligencia del Ejército; y la venta ilegal de armas de procedencia jordana al grupo colombiano terrorista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
No cabe de que Vladimiro Montesinos fue un gran conspirador cuyo hambre de poder lo llevó a cometer diversos actos de corrupción, los cuales hoy paga tras las rejas.
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