La familia artística, liderada por Don Eduardo y Doña María, dio la bienvenida a una nueva integrante, nacida el 6 de julio de 1926 en Bolivia. La bautizaron como Lucy Elena Smith Ariñez, quien a una temprana edad reconoció que su destino la llevaría a vivir los mejores años de su vida protagonizando espectáculos musicales y conquistando con su voz a todo aquel que la escuchara.
Con tal solo 3 años, la pequeña estrella dejó el territorio boliviano para iniciar una nueva vida en Perú junto a sus padres. Siguiendo su instinto, pidió que la llevaran a un programa infantil en la prestigiosa radio Internacional. Desde su primera aparición, los radioyentes encontraron a un nuevo talento que los cautivaba al ritmo de valses y tangos argentinos.
“La noche de su debut, Maruja Venegas -quien se convertiría en la locutora más longeva del mundo- fue una de las primeras en presentarla en Radio Club Infantil, mencionó algo con lo que dijo todo: ‘tuvimos que descolgar el teléfono’”, destacó el periodista Efraín Trelles al recordar cuando los curiosos no dejaban de llamar para preguntar por ella.
Cuando aún estaba en la escuela, la prensa internacional ya destacaba su talento. En 1940 fue contratada por Radio Lima.
La fama que ganó a base de su esfuerzo y pasión ocasionó que el público la denominara “la vocecita de oro”. Sin tener la mayoría de edad, solo pensaba en triunfar, destacar como artistas, vivir en felicidad y encontrar el amor.
Luego de hacerse un nombre en la escena musical, y ser una intérprete querida por los peruanos, decidió seguir los pasos de sus padres. Teniendo como primera experiencia su incursión en las radionovelas con la obra “Bodas negras”, basado en el poema de Carlos Borges, decidió lanzar su propia empresa de talentos, a la cual denominó Compañía Smith.
Rápidamente se convirtió en una de las actrices radiales más importantes en la década de los cuarenta, logrando obtener horarios estelares durante los siete días de la semana. Sus triunfos laborales los compartía con sus compañeros, quienes la admiraban y tomaban como inspiración.
El distinguido actor Fernando Farrés participó en un especial sobre la vida de Lucy Smith que transmitió Latina TV. Él manifestó que su colega tenía un carisma único, y que su vida cambió radicalmente cuando conoció el amor de un admirador, de nombre Carlos Dennis Espinoza.
La ‘Pequeña Gran Cantante’, como se le reconoció, no estimaba en invertir su dinero para comprar ostentosos obsequios al hombre que amaba. Olga del Carpio, amiga cercana a la estrella boliviana, señaló a “Historias detrás de la muerte” que sus conocidos no veían con buenos ojos ese vínculo sentimental. Algunos creían que Espinoza se aprovechaba de su fama para beneficiarse económicamente.
Quizás siguiendo ese perfil de mala fama que se despertó, terminó convirtiéndose en uno de los principales sospechosos del fallecimiento de Lucy.
Una de las fechas más esperadas de la intérprete era la celebración de Año Nuevo. Días previos a la noche del 31 de diciembre de 1949, la voz de los tangos le pidió a Olga que la acompañara a un evento en el Country Club de San Isidro, al que asistiría con su pareja. Recibió una respuesta negativa, por lo que decidió acudir solo con Carlos.
La fiesta lujosa recibió a figuras importantes de diferentes sectores del país. Su llegada causó una verdadera emoción entre los asistentes, quienes se acercaban para pedirle un autógrafo o fotos. Algunos relatos definen que durante su recorrido por el establecimiento se topó con una expareja, Willy Delgado. La invitó a bailar sin imaginar que esa acción elevaría los celos de Espinoza. Este último le propinó un puñete en el rostro y la jaló a los exteriores.
En la zona de los jardines, la pareja comenzó a discutir, golpeándose mutuamente. Ante esta escena, uno de los invitados intervino para separarlos. El programa especial de canal 2 detalló que ambos ingresaron a un vehículo con rumbo desconocido. Esta fue la última vez que los admiradores de Lucy Smith la vieron con vida.
Siguiendo el rastro de las informaciones públicas, los enamorados subieron al automóvil Chevrolet, modelo 1936, conducido por Nicolás Rimanchi Morales.
Una serie de contradicciones se registraron en los primeros alcances relacionados a los últimos momentos que la cantante estuvo con vida.
Una primera versión, compartida por el taxista, indicaba que los personajes de estE hecho desafortunado no dejaban de discutir. Contó que Lucy exclamó que quería ir a su casa, y no a la vivienda de su pareja, ubicada en Jirón Ocoña, en el Cercado de Lima.
En el informe oficial se comenta que una maniobra en el vehículo causó que el cuerpo de la artista sea expulsado por una de las puertas. Los primeros rumores mencionaron que se habría tratado de un suicidio. Esta versión fue rechazada por los amigos de la boliviana que destacaron que la joven tenían un deseo indomable por vivir y cumplir sus sueños.
El cuerpo de la artista quedó tendido en la pista. Carlos y el chófer cargaron el cuerpo, y siguiendo las ordenes del pasajero, presuntamente se dirigían a su vivienda. Un cambio de último momento causó que los tres terminaran en la Asistencia Pública. Para no levantar sospechas o causar un escándalo, registraron a la víctima bajo el nombre de Lucía Gonzáles.
El cuerpo de Lucy tenía lesiones graves y dos rasguños en la frente. Su falda se encontraba desgarrada mientras que el saco de su pareja estaba empapado de sangre. Su estado de salud causó que la trasladarán al Hospital Arzobispo Loayza y, finalmente, a la clínica de Maison de Santé, donde hicieron los últimos esfuerzos para mantenerla con vida.
Uno de los hechos curiosos lo protagonizó el hombre que le prometió amor a la artista. Alrededor de las ocho de la mañana del 1 de enero, cinco horas después de suscitarse los hechos, el peruano llamó a la familia para avisar lo que ocurrió. Lamentablemente, a las cuatro de la tarde confirmaron su deceso. Las autoridades que intervinieron en el caso identificaron la causa de muerte como traumatismo encéfalo craneano por una precipitación severa.
Aunque habían dos sospechosos en la mira para que el caso pase de ser un accidente a un intento de asesinato, los investigadores indicaron que Lucy cayó del carro al intentar bajar y perder el equilibrio.
Cuando los sujetos acudieron a la recreación de la escena, intentaron distorsionar los hechos, ofreciendo información errónea y confusa.
Rimanchi Morales y Espinoza no fueron culpados por ningún delito, y tras permanecer recluidos por 4 días, quedaron libres en menos de una semana.
Cuando se confirmó la muerte de la recordada niña prodigio, cientos de personas llegaron a su vivienda para darle el último adiós. Algunos presentes indicaron que su padre, Don Eduardo, se quedó inmóvil frente al cuerpo de su hija, a quien le colocaron un vestido blanco. Las radios locales que emitían ficciones detuvieron la programación para unirse al luto y guardia de honor. El final de su vida sigue siendo un misterio, además de inspirar canciones emotivas.
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