El país no precisa buscar héroes en las ficciones si en las tierras peruanas nacieron hombres que convirtieron su lucha en poder, el cual usaron para velar por el bienestar de su pueblo e intentar frenar el impacto violento e inhumano que arrastró la llegada de los invasores. Conocer la historia del Perú nos permite revivir los capítulos más importantes que marcaron nuestra identidad y enaltecen el patriotismo.
En el universo de personajes que lucharon por la conservación del antiguo Perú se encuentra José Gabriel Condorcanqui, quien fue reconocido bajo el nombre de Túpac Amaru II, no solo se convirtió en un referente del pundonor y nacionalismo, él fue pieza clave para la búsqueda de libertad cuando a fines del siglo XVIII encabezó la principal revolución para impedir que la colonia española siga apoderándose de sus tierras y viéndolos como inferiores.
¿Quién fue Túpac Amaru?
Condorcanqui o Túpac Amaru II fue el descendiente de la realeza inca. Sus conocimientos le permitieron encabezar la revolución indígena que se organizó para exigir el trato humano y la supresión de corregimientos. Asimismo, solicitó la realización de audiencias para que se administrara la justicia en todo el territorio
Fue el máximo líder indígena del mayor levantamiento hispanoamericano. Mantuvo una voz firme para pedir que las condiciones de españoles e indígenas sean las mismas, sin caer en privilegios o favoritismos, pero nunca atendieron sus peticiones.
Su vida ha servido de inspiración para los espíritus patrióticos y democráticos que toman su valor como referencia para exigir tratos justos en esta realidad peruana.
Revolución de Túpac Amaru II y Micael Bastidas
El prólogo de su dolor público inició con la rebelión que adoptó su nombre, la cual se ejecutó entre los años 1780 y 1783 teniendo como génesis la ejecución del corregidor Antonio de Arriaga. Esta campaña por la liberación fue la más grande que se ha conocido en la hispanoamérica colonial.
Condorcanqui dirigió tropas de indígenas, mestizos, criollos y afroperuanos en los territorios que actualmente conocemos como Bolivia, Chile, Argentina y Perú.
Usando el idioma quechua como herramienta de comunicación para que los invasores no descubrieran sus planes organizados, él y su esposa comenzaron con el reclutamiento de adeptos y castigando a aquellos que amenazaban con revelar sus intenciones.
Micaela Bastidas se convirtió en la estratega fundamental de la rebelión y ofreció un aporte valioso para la logística. Ella, al igual que su amado, entregó su vida en la lucha desigual causada por la llegada de los europeos.
Meses después de levantarse contra los abusos de los españoles, fue castigado de una manera sanguinaria que causó daños irreversibles en su cuerpo.
El 6 de abril de 1781 fue capturado junto a Bastidas. Como si se tratara de un animal salvaje indomable, Túpac Amaru II fue encadenado como carga encima de una mula para ser transportado a Cusco, destino conocido por ser el escenario principal del imperio inca.
Tras pasar casi un mes en condiciones inhumanas y siendo víctimas de violencia física, los rebeldes que enfrentaron a los corregidores fueron retirados de sus celdas para vivir una jornada desgarradora en la que las torturas servían de advertencia para todos aquellos que pensaban unirse a la causa nacional.
A estos hombres se les colocó una especie de costal en la cabeza y fueron arrastrados por caballos hasta la plaza de armas. Siguiendo al pie de la letra la sentencia que le dieron a Túpac Amaru II, este tuvo que ser testigo del asesinato de sus aliados, sus hijos y esposa.
La muerte de Túpac Amaru II
José Gabriel Condorcanqui fue atado de pies y manos a las cinchas de cuatro caballos que eran cabalgados por jinetes españoles. A la indicación emitida en una sola voz, estos hombres tiraron para cada lado con la intención de desmembrarlo, pero sus acciones no dieron resultados.
En su nerviosismo por cumplir con la ordenanza, y no ser castigados por incumplirla, tensaron las sogas, quedando el cuerpo del líder revolucionario con las extremidades extendidas. De acuerdo a los datos históricos, aunque intentaron acabar con su vida, el héroe nacional aún se aferraba a su existencia.
Ante el fracaso de este castigo físico tuvo que intervenir el visitador Areche, quien dio la orden inmediata para que lo decapiten y descuarticen. El cuerpo desmembrado fue paseado por los pueblos para que los locales vieran con sus propios ojos lo que les pasaría si se atrevían a enfrentar a la supremacía española que defendían.
Con el asesinato de los dirigentes en Cusco, el hijo de los héroes junto al primo de Túpac Amaru II y Miguel Bastidas dirigieron una segunda fase revolucionaria, la cual fue más violenta y radical.
Las últimas palabas de Túpac Amaru II
Baltasar de Ocampo y fray Gabriel de Oviedo, testigos de su muerte de Túpac Amaru II, revelaron cuáles fueron las últimas palabras que gritó en vida el líder indígena del mayor levantamiento en Hispanoamérica en el siglo XVIII.
“Ccollanan Pachacamac ricuy auccacunac yahuarniy hichascancuta”, que traducido al español precisa: “Madre Tierra, atestigua como mis enemigos derraman mi sangre”.
Su imagen y legado sigue presente hasta la actualidad. Túpac Amaru II logró trascender y estar vivo en los peruanos que aún mantienen la esencia de justicia y lucha ante los actos injustos que atentan contra imperturbabilidad de la población.
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