Hace 47 años, el 5 de febrero de 1975, el país presenció el momento en el que la sociedad civil de Lima rompió el orden social y fue acallada de forma violenta por el Ejército. Sin los policías en las calles, muchos peruanos salieron a las calles, entre los que se encontraban delincuentes, para destrozar todo a su paso. El hecho resultó en 86 muertos, 155 heridos, 1,012 detenidos, 162 establecimientos comerciales fueron saqueados y varios edificios públicos destruidos.
En ese entonces la Policía Nacional del Perú (PNP) aún no existía como una sola entidad, sino que se dividía en Guardia Civil, Guardia Republicana y Policía de Investigaciones del Perú (PIP). Este acontecimiento sin precedentes tiene a la Guardia Civil como protagonista.
Era una época en la que el gobierno militar aún consideraba a la Policía como una ‘fuerza auxiliar’.
EL ENOJO DE LA POLICÍA
A mediodía del 31 de octubre de 1974, el Presidente General EP Juan Velasco Alvarado salió por una puerta lateral de Palacio de Gobierno y dio la orden de que los periodistas no se acerquen a la comitiva presidencial. El gobierno agonizaba en su peor crisis, por lo que el mandatario no quería declarar ante los medios de comunicación. Pero la orden fue desatendida por un guardia civil, que estaba en servicio, y el automóvil del jefe de Estado fue interceptado por las cámaras y reporteros.
Al observar esta situación, el Jefe de la Casa Militar, el general Enrique Ibáñez Burga, estalló en cólera. Maltrató verbalmente y le propició una bofetada públicamente al policía responsable. Además, ordenó su detención y el retiro inmediato de todo el personal policial a la 22 Comandancia.
Luego de este hecho, el personal subalterno, que debía salir de servicio al turno de la 1:00 p.m., se negó a patrullar las calles. Así estalló la huelga, la cual eventualmente se resolvió con la intervención del general de la Guardia Civil Ernesto Olivares Montano, quien ordenó la libertad inmediata del policía detenido y expresó su solidaridad institucional con el personal maltratado.
INICIA EL PARO
Pero la llama ya había sido encendida, y durante enero de 1975 se repartieron volantes anónimos que convocaban a un paro, así el 3 de febrero de 1975 Lima amaneció sin custodia. El personal subalterno de la Guardia Civil se declaró en huelga y se atrincheró en el Cuartel de Radio Patrulla. Las exigencias incluían:
a) El desagravio a la Guardia Civil por el ultraje sufrido por uno de sus miembros por parte de un oficial del ejército.
b) Un aumento mensual de 2,000 soles.
c) Que la mutual del personal subalterno sea administrado por ellos mismos previa auditoría.
d) La modificación de los reglamentos (militares).
e) La reorganización de la Guardia Civil.
Al día siguiente, el 4 de febrero, el gobierno militar trasladó la solución de este conflicto al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (FF.AA.), pero fracasaron las gestiones del Ministro del Interior, el general Pedro Richter Prada. Entonces, el órgano de ejecución calificó el paro como sedición policial y ordenó a la II Región Militar usar la fuerza.
5 DE FEBRERO DE 1975
Se ordenó el desalojo de los policías atrincherados en el Cuartel de Radio Patrulla, en La Victoria. Tanques y tropas del Ejército ingresaron y tomaron el local de forma violenta y detuvieron a decenas de los ocupantes.
Hubo personas que habían visto lo sucedido y se manifestaron inmediatamente en contra de la represión del Ejército y en apoyo a los policías huelguistas, entre ellos destacaron los universitarios apristas y los maoístas de Bandera Roja - Partido Comunista Peruano (Marxista-Leninista). Realizaron concentraciones en señal de protesta por la actitud represiva del gobierno militar y en solidaridad con el paro.
Poco a poco, el caos se empezaba a consolidar en la capital peruana. Eran poco más de dos días sin resguardo policial, y las multitudes descontroladas produjeron incendios de autos, saquearon establecimientos comerciales en el centro de la ciudad, atacaron los diarios Correo y Ojo, y los locales de instituciones públicas como el del Círculo Militar en la Plaza San Martín y el Centro Cívico, pues en esa zona estaba ubicado el Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social (SINAMOS).
El orden social desapareció. La delincuencia, violencia, asesinatos en la vía pública. Todo se volvió cotidiano y normal. Lima estaba en caos total, y todo eso antes del mediodía del 5 de febrero de 1975.
El Gobierno ordenó la salida de tropas y tanques a las calles. Luego, por un comunicado oficial, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas declaró el estado de emergencia en el territorio nacional y ordenó la represión.
En la noche, el Ejército logró controlar la situación y se estableció un toque de queda desde las 6:00 p.m.
Según las fuentes oficiales, 86 personas murieron, 155 resultaron heridas, 1,012 fueron detenidas y 162 establecimientos comerciales fueron saqueados y varios edificios públicos destruidos.
Esta fecha tiene una carga significativa importante para la Policía y la ciudadanía. Tanto así que 41 años después, en 2016, un sector de los oficiales convocaron a un paro nacional para el viernes 5 de febrero en rechazo del régimen laboral que eliminaba el sistema conocido como 24x24, además de exigir mejoras salariales, pero no prosperó.
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