Como cada viernes, el semanario ‘Hildebrandt en sus trece’ publicó en la sección Matices, la columna de opinión del periodista César Hildebrandt. Esta vez, fue titulada “Lo que puede venir”, haciendo un pronóstico de los siguientes pasos del gobierno de Pedro Castillo.
El director del medio hace un análisis de la izquierda peruana, que no viene siendo representada por el primer ministro Aníbal Torres, el presidente Pedro Castillo y el líder de Perú Libre, Vladimir Cerrón. Responsabiliza a las ideologías confusas por los recientes cierres de carreteras, minas y diálogos.
Sin embargo, reconoce que la izquierda “no es aquella vejez atrabiliaria ni este consorcio achorado que se instaló en la plaza de armas. La izquierda no tiene ahora representación. Es un fantasma, un pasado, una nostalgia. Digámoslo con cierta pulcritud: la izquierda es un cementerio”.
Haciendo un paralelo con los líderes históricos de la izquierda, Hildebrandt plantea que José Carlos Mariátegui no le habría dado la mano a Vladimir Cerrón, o Alfonso Barrantes le habría torcido la cara a Pedro Castillo. Y señala que hasta el modesto Jorge del Prado habría salido huyendo de las cuevas de Altamira del marxismo perulibrista.
El periodista también desligó a la izquierda de personajes como Marco Arana o Verónika Mendoza, tampoco Guido Bellido, ni Guillermo Bermejo. Y apunta que no puede ser de izquierda “un régimen que no cree en el pueblo organizado sino en la turba instigada por quienes asumen que el país se refundará a partir de una carretera bloqueada con troncos y piedras”.
Continúa advirtiendo que el gobierno de Cerrón y Castillo está alentando un clima de presuntos pueblos sublevados que exigen lo que ellos desean que se demande. Y entre esas demandas están la segunda reforma agraria y la asamblea constituyente “para la que no existe el respaldo suficiente y que no puede ser planteada por un gobierno que ha demostrado una siniestra incompetencia”. Precisamente hoy Castillo anunció avances para un referéndum relacionado a una nueva Constitución.
Hildebrandt defiende la idea de que se necesita una economía de emergencia y un gobierno lúcido para enfrentar un escenario como el actual con una guerra entre Rusia y Ucrania y la herencia que nos deja una pandemia devastadora.
En cambio, apunta que lo que tenemos es una confusión, y a diario debemos estar en sobresalto a ver qué nueva crisis se avecina. Mientras que los barrios de clase media y pobre han sido tomados por bandas de peruanos y extranjeros que tienen sus propias leyes, sus propias fuerzas armadas, manifiesta.
“Pocas veces el país que amamos y que tanto nos ofusca se ha visto tan poco viable como ahora. Nada, excepto la exaltación, nos puede unir. Y el gobierno, que podría hacer de árbitro paternal, está dedicado abiertamente a cavar en el abismo que, por gravedad, habrá de devorarnos. Somos un agujero negro en proceso de construcción, pero ya tenemos una de sus características: no hay una sola luz que salga de nosotros”, anota Hildebrandt.
En esa línea desestimó el éxito de una mesa de diálogo, al no haber en la clase política una apuesta por la razón, o un rasgo de generosidad. Precisa que el único punto en la agenda de nuestros políticos es su sobrevivencia. “Un ágrafo consejero les susurra: ‘Duro, luego existo’. Es Descartes interpretado por Acuña”, escribe.
La columna finaliza con una seria advertencia. Plantea que toda esta situación podría desencadenar en la llegada de un líder extremista, que llegaría con la chapa de salvador. “Cerrón es tan torpe que cree que de este incendio saldrá la purificación y el renacimiento. Lo único que puede salir de todo esto, muchachito tonto, es un Pinochet con disfraz de bombero. Estás advertido”, indica.
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