El 3 de enero del 2022 ocurrió un crimen atroz en Huancayo. Por la noche, Tomás Máximo Rosales Domínguez (55) estaba regresando a su casa cuando fue asesinado de dos balazos por unos sicarios que lo habían estado siguiendo. Según informó Domingo al Día, la principal sospechosa es Rosario Echevarría Guerrero (56), quien era la esposa del fallecido en complicidad con la hija de ambos, Nikol Rosales (19).
Ambas fueron detenidas el pasado 6 de abril, pero poco después lograron salir en libertad por falta de pruebas. Todo se debería a hechos del pasado, que van desde pleitos hasta los gastos manutención por su hija pasando por el miedo de la mujer por perder las propiedades cuando supo que su entonces esposo estaba esperando un nuevo hijo.
En declaraciones al dominical, la hermana de Tomás Rosales declaró con agobio lo que pasó. “Ahorita nosotros nos sentimos muy mal. Que mi sobrina y su mamá le hayan hecho esto a mi hermano”, dijo a Domingo al Día. La Policía fue la que determinó responsabilidad para Rosario Echevarría y su hija, con apoyo de dos sujetos de nacionalidad venezolana. El hermano de Tomás, Fernando Rosales, mencionó que la pelea ocurrió por la infidelidad de la mujer y los constantes problemas en casa.
“Todo este pleito empezó desde que Rosario una vez le fue infiel. Pienso que era una relación tóxica, porque han tenido problemas, e incluso un juez dictaminó que se retirara de la casa. Por calumnia de esa mujer a mi hermano lo sacaron de su hogar”, precisó Fernando.
Los agentes lograron identificar a los presuntos responsables del crimen. Se trataría de Rosario Echevarrya Guerrero, Josue Alejandro Quinto Zarate y Willnel Luis Olivo Garrido, integrantes de la banda ‘Los chamos de Marochini’, quienes habrían salido de Huancayo.
DISPUTA DE PROPIEDADES
El semanario Hildebrant En Sus Trece elaboró un reportaje sobre el caso, donde se revela que la pareja se conoció en un barrio de La Oroya, ya que sus respectivos padres trabajaban en una empresa minera. El matrimonio se dio en 1990 y meses después nació Oshin, la primera hija de ambos. Hubo peleas y celos mutuos entre familias. Creció esa tensión cuando en 2002 nació Nikol Rosales —acusado junto a su madre de organizar el asesinato a su padre—. En ese entonces, se decidió construir un edificio en Huancayo.
La mayor de las hijas se mudó a la ciudad para estudiar psicología y Rosario se fue con ella llevándose a la menor. Tomás siguió trabajando en la mina hasta el 2009, cuando la compañía Doe Run cerró.
El terreno ya tenía cuatro pisos de 300 m2 en el Tambo, donde la familia vivía en el segundo piso y en la azotea, donde Telefónica instaló una antena a cambio de una renta anual. “Con esos ingresos él estaba tranquilo”, dijo al semanario peruano Richard López, amigo de Tomás.
Sin embargo, explotó el asunto en 2013, cuando una vecina de nombre Nérida Murga señaló que Rosario Echevarría se había acostado con su esposo.
La relación se deterioró al punto de que Rosario Echevarría denunció a Tomás Rosales por violencia física y psicológica. Ambos casos se archivaron ya que ella jamás se presentó ante el médico legista. Pero fue suficiente para que Rosales dejará la casa familiar por orden de un juzgado.
El semanario contó que Tomás buscó seguir con su vida teniendo una nueva pareja, mientras su aún esposa e hija alquilaban la casa a ciudadanos venezolanos, en donde uno de ellos empezó un romance con Rosario y el sobrino del mismo empezó una relación con la hija. A pesar de eso, Rosales quería escapar de esos problemas y empezar de cero.
Sin embargo, el detonante fue cuando Rosario se enteró que la nueva pareja de su esposo iba a dar a luz un bebé, lo que perjudica a los derechos de bienes por herencia. Eso, a pesar de haber buscado la manera de alejarlo de Nikole, no se lo iba a permitir.
“Lógicamente con la muerte de la víctima los legítimos herederos de acuerdo a la filiación conyugal es la esposa y los hijos”, indicó el Coronel PNP Víctor Revodero, jefe de la división de Homicidios de la Dirincri a Domingo al Día.
EL DÍA DEL ASESINATO
Fue así que el 3 de enero de este año, Tomás Rosales salió de su casa para hacer un encargo a su abogada, Mery Galarza, quien le ayudó para los juicios en su contra y en oportunidades laborales. Las cámaras de seguridad grabaron los momentos en que un vehículo que se hacía pasar por taxi, lo seguía de cerca junto a una motocicleta donde estaban los sicarios quienes no esperaron a que el auto de color rojo se estacione para realizar los disparos en la cabeza. Tomás Rosales murió en el acto.
Los agentes de investigación criminal recibieron la alerta de un incidente en la cooperativa Sol de Oro, a espalda de la Universidad Franklin Rooslvelt. Era el asesinato contra Tomás Rosales, quien yacía en el asiento de conductor, en una camioneta AHI-161.
“Cuyos ocupantes eran dos ciudadanos de nacionalidad venezolana, siendo uno de ellos el ejecutor, el gatillero que desciende de este vehículo menor y efectúa cinco disparos con arma de fuego que impactan en la víctima”, detalló el jefe de la división de Homicidios de la Dirincri.
En esa línea, su familia señaló que Rosario amenazaba constantemente a su esposo. “Siempre quería botarlo de la casa como sea y quería quedarse con todo.Ese día se encontraba con su abogada, que le daba las noticias que ya tenía el proceso casi ganado al 100% para que pidiera el divorcio y la división de los bienes al 50%”, declaró un familiar a Domingo al Día.
Tras las investigaciones, la Policía sospechó de Rosario Echevarría y su hija Nikol Rosales Las implicadas fueron detenidas el pasado 6 de abril, pero no hubo pruebas suficientes para tomarlas como culpables ya que habían borrado las conversaciones de WhatsApp con los sicarios.
Sin embargo, el juzgado determinó que las investigaciones continúen en libertad. Los venezolanos Willnel Olivo Garrido (32) y Josué Quinto Zárate (25), autores del crimen, ahora están prófugos de la justicia. La familia Rosales espera justicia para juzgar a quien consideran como la responsable de muchos problemas desde hace años y autora principal del crimen.
SEGUIR LEYENDO