Este martes, la congresista de la bancada Cambio Democrático (antes Juntos por el Perú), Isabel Cortez, declaró a la prensa y sugirió que se reabra la prisión conocida como El Frontón. Propuso que los sentenciados por violación y asesinato sean enviados y cumplan “cadena perpetua sin goce de haber”, porque las personas que cometen estos actos, no deberían ir a una cárcel común y contar con todos los beneficios de ley.
“Se tiene que reabrir El Frontón y ahí mandarlos a aquellos que violan, asesinan, a ellos mándalos ahí a que cumplan cadena perpetua, sin goce de beneficio. Excepto en la actual, los sentenciados a cadena perpetua tienen muchos beneficios”, expresó en conversación con PBO Digital. Además, opinó que los sentenciados por estos delitos cumplan condena sin reducción de pena.
Sin embargo, muchos no conocen sobre este centro penitenciario llamado El Frontón. Este lugar es recordado por el motín del 18 de junio de 1986, durante el gobierno del expresidente Alan García que dejó como saldo 118 internos muertos.
SOBRE EL FRONTÓN
Está ubicado en una pequeña isla en el océano Pacífico, cerca a la costa peruana, en la ciudad del Callao. Luego de permanecer por siglos deshabitada, a inicio del siglo XX se construyó una prisión para que sea sede de encarcelados, sobre todo los más peligrosos criminales de la época. Incluso, políticos como el expresidente Fernando Belaúnde Terry también fue detenido en esa prisión. En su caso, ocurrió en julio de 1962 tras encabezar desde Arequipa una protesta contra el entonces gobierno de Manuel Prado Ugarteche.
Sin embargo, el Frontón es recordado por uno de los casos más sangrientos en la historia reciente del Perú. Y a la fecha existen distintas versiones sobre qué es lo que realmente sucedió por esos días, al punto de desprestigiar al gobierno de aquel entonces.
EL MOTÍN DE 1986
Años 80. En pleno contexto del terrorismo en el Perú y con la presencia de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, llegó el primer gobierno de Alan García, con la búsqueda de que el Apra lograra representar el legado de Víctor Raúl Haya de la Torre.
El 18 de junio de 1986, se inició un amotinamiento sincronizado en el penal El Frontón. Inició en el Pabellón Azul de la isla penal. Allí se acabó con la vida de decenas de prisioneros, los mismos que fueron ejecutados bajo el pretexto de una revuelta de reos que se resistían a un traslado a una prisión de alta seguridad como Canto Grande.
Los hechos ocurrieron en simultáneo al punto que se creía que existía una planificación previa, ya que los reclusos, de acuerdo con la revista Caretas, contaba con armas creadas bajo la exigencia de mejores condiciones carcelarias el reconocimiento del estatus de presos políticos y la disolución del INPE.
La revista menciona que a las 10 de la mañana de ese día, el presidente Alan García convocó a una reunión de emergencia con el Consejo de Ministros y las Fuerzas Armadas para, poco después, revelar a través de su viceministro del Interior, Agustín Mantilla, las acciones de fuerza que se tomarían si los reclusos no se rendían. Tras el diálogo, el Comando Conjunto y miembros de la Guardia Republicana tomaron el control de la situación.
En el penal El Frontón, la Marina de Guerra ingresó para tomar acciones ya que los reclusos tenían como rehenes a tres miembros de la Guardia Republicana. Por la tarde del 18 de junio, Agustín Mantilla, llegó al penal, según dijo, por orden del propio Alan García. El viceministro ordenó la suspensión del diálogo con los internos, pese al reproche de las autoridades judiciales. El director del penal, el juez y el fiscal protestaron por la presencia de los marinos en el lugar.
MATANZA POR LA MADRUGADA
De acuerdo con la versión de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, la matanza ocurrió a las 3 de la madrugada, y con armamento tradicional, bazucas, morteros, dinamitas y explosivos, demolieron el Pabellón Azul. Los internos que se rindieron fueron llevados a “los baños”, una zona donde los sobrevivientes declararon que asesinaban a los reclusos con disparos y bayonetas. Se calcula que 113 internos fallecieron, en su mayoría torturados y ejecutados. Pero también hubo desaparecidos.
TESTIMONIOS DE LO SUCEDIDO
Carlos Castillo Vega, exmarino, acusado y colaborador eficaz del hecho, señaló a la Comisión de la Verdad y la Reconciliación que la orden impartida era la de ejecutar a los subversivos, y que si hubo sobrevivientes fue por la llegada del presidente del Senado por ese entonces, Armando Villanueva, pues a su llegada “ya no podían tocar” a los reclusos.
Miembros de la Guardia Republicana señalaron que las acciones de aniquilamiento fueron dadas por el mismo presidente Alan García. Por otro lado, otros testimonios señalaron a La República en 2003 que Agustín Mantilla se encontraba en el lugar de la operación, y dieron un detalle: cuentan que la Marina le entregó un radio operador para comunicarse con un superior, quien le daba órdenes.
“No sabemos a quién Mantilla le daba parte de los hechos. Tenía un radio operador asignado. Todo el tiempo estaba con un radiotransmisor en la mano, dando cuenta de lo que sucedía”, dijo uno de ellos a La República.
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