Perú, seis años de crisis política, económica y social: ¿Por qué nos seguimos hundiendo como país?

Infobae conversó con los historiadores José Carlos Agüero y Guillermo Nugent para que nos expliquen por qué seguimos hundidos en esta actualidad política muy marcada, a horas de la votación de la moción de vacancia contra el presidente Pedro Castillo.

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Presidentes que tuvo el Perú
Presidentes que tuvo el Perú en los últimos 6 años

Desde las elecciones generales de 2016 cuando Pedro Pablo Kuczynski (PPK) fue electo presidente de la República venciendo en segunda vuelta a la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori -hija del dictador Alberto Fujimori- en el Perú todo siguió cuesta abajo: hubo crisis política, económica y social que llegó hasta los días actuales del gobierno de Pedro Castillo.

Después de la presidencia de PPK, que duró solo dos años tras su renuncia el 23 de marzo de 2018, llegó Martín Vizcarra que fue vacado por el Congreso de la República por “incapacidad moral” y hoy es investigado por los presuntos delitos de cohecho, colusión y asociación ilícita para delinquir.

Luego, Manuel Merino tomaría la posta, pero duraría menos de cinco días cuando renunció debido a las protestas sociales donde perdieron la vida los jóvenes Inti Sotelo y Bryan Pintado, lo cual hasta ahora no se ha resuelto por las autoridades.

Keiko Fujimori y el fujimorismo
Keiko Fujimori y el fujimorismo presente en cada una de las crisis políticas y sociales que vive el Perú en los últimos seis años. Foto: Andina

Por sucesión constitucional, Francisco Sagasti fue presidente del Perú desde noviembre de 2020 hasta julio de 2021 cuando asumió el mando Pedro Castillo en unas elecciones en que Keiko Fujimori no aceptó como legítimas pese a que los organismos internacionales -como la OEA- informaron que el conteo de votos había sido limpio, que no existían graves irregularidades y que el dirigente sindical era un legítimo jefe de Estado.

Hoy, lunes 28 de marzo de 2022, seis años después que inició esta crisis es la votación de la moción de vacancia contra el presidente Pedro Castillo en el Parlamento. En la solicitud, promovida por el legislador Jorge Montoya de Renovación Popular, se le acusó al gobernante peruano de “contradicciones y mentiras en investigaciones fiscales, la cuestionable designación de los ministerios del Estado, así como sus declaraciones sobre su intención de otorgar una salida al mar a Bolivia”, entre otras cosas.

HABLAN LOS HISTORIADORES

Para entender por qué llegamos a este punto de ingobernabilidad, Infobae Perú conversó con los historiadores José Carlos Agüero, autor de ‘Cómo votan los muertos’, y Guillermo Nugent, escritor del libro ‘La desigualdad es una bandera de papel. Antimanual de sociología peruana’.

Se ha trivializado la vacancia presidencial. Esto le está quitando seriedad a la política frente a los desaciertos que tiene el Ejecutivo, pues el Congreso tampoco ayuda mucho. Todo esto empieza muchos años antes cuando Keiko Fujimori lo utiliza para vacar a PPK. Esto generó una fractura que hasta ahora no se ha terminado de cerrar. La vacancia de PPK sucedió como un capricho personal de la señora Fujimori y luego se convirtió en estrategia opositora estándar, dijo Nugent, quien también es sociólogo.

Consideró que hay otras formas de hacer un control más crítico sobre el gobierno de Pedro Castillo sin necesidad de utilizar la vacancia y aseguró que la población desacredita al Congreso porque no se dedica a legislar sino que está obsesionado con la vacancia y esto contribuye a un hartazgo en la población; es un desgaste y Castillo tampoco tiene una especial habilidad política”.

Por su parte, Agüero contestó que “hay un problema de diagnóstico, todo el tiempo estamos intentando perfilar lo que nos está pasando, describiendo superficialmente, ahogándonos en las crisis sucesivas de gobernabilidad”.

El también autor de Los Rendidos expuso que es un tema más societal que tiene que ver con todas nuestras instituciones. “Es una situación muy honda de largo plazo y nadie tiene muchas ganas de enfrentar el problema”, dijo.

“Se arrastran varios asuntos de peso que no nos han permitido consolidar una democracia. Quizá la más antigua es no poder haber asumido lo que dejó la violencia política. Perú no tuvo la capacidad de construirse como un país de post-guerra o post-violencia y evadió las consecuencias que esto dejó en todos los órdenes de la vida social: políticos, institucionales, económicos, de respeto a la autoridad, cívicos, etcétera. Todo esto fue muy hondo porque nadie se mata tanto sin dejar consecuencias en un país. Aunque hubo un esfuerzo de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) eso se desestimó porque aquellos grupos de poder que pudieron lograrlo, negaron que hubo un conflicto y lo redujeron a un lenguaje que era guerra antiterrorista y salvataje de la patria. Básicamente negaron el problema y el problema se prolongó; y las consecuencias fueron destruir el sistema de partidos políticos”, manifestó.

José Carlos Agüero y Guillermo
José Carlos Agüero y Guillermo Nugent, historiadores hablan de la política peruana

La institucionalidad, el aparato estatal y el vínculo social también se disolvieron y, lamentablemente, todo está afectado y nada se ha recuperado, aseguró Agüero, que también se desempeña como investigador de la violencia política y de la memoria histórica.

Cada crisis lo fue ahondando porque después del periodo de violencia llegó un periodo de autoritarismo que sistematizó la corrupción, o sea, formó parte de los diferentes gobiernos tanto nacional, regional y municipal. Ese salto de corrupción ahondó el desprestigio de la autoridad y la separación entre la ciudadanía y su institucionalidad o sistema político, opinó.

El escritor de Cómo votan los muertos planteó que no estamos viviendo en una sociedad democrática, sino que está relacionado a grupos de intereses políticos que están consolidadas como mafias organizadas.

“Son todo lo contrario a los partidos políticos: no tienen propósito y no les interesa los asuntos públicos; solo les interesa sus bolsillos y asaltar la gestión de los espacios de autoridad para administrar el arco de recursos económicos desde la inversión pública hasta el narcotráfico. Esos son los ‘partidos políticos’ que hay en el Perú y los peruanos tenemos que someternos a esta ficción, fingir que son partidos políticos y suicidarnos colectivamente para votar por el próximo grupo de interés que no va a hacer nada. No es una cuestión de crisis de este momento, es un asunto de largo plazo”, dijo.

La doble versión de Pedro Castillo ante la Fiscalía por los casos de las reuniones clandestinas en Breña y encuentros con polémicos personajes.

En esa misma línea va Nugent que recordó que el presidente Pedro Castillo tuvo una serie de reuniones en la casa del pasaje Sarratea, en el distrito de Brela, del cual aún no ha dado explicaciones, pero no cree que vacarlo es la solución para aclarar este tema.

“Nos estamos desgastando en la política. Esto genera un desprestigio. La ciudadanía va a creer menos en la política y luego quedan las puertas abiertas para las autoridades autoritarias. Hay condiciones para que se clausure el ciclo político de los últimos 30 años y se vuelva a empezar”, aseguró.

Agüero explicó que si bien el fujimorismo es una de las fuerzas políticas más destructivas del país tampoco se puede culpar enteramente a esta corriente, aunque la dictadura de Alberto Fujimori “destruyó lo poco que había sobrevivido a la violencia política e incorporó la corrupción como una herramienta casi legítima del gobierno y esto no ha generado una suspensión crítica de parte de nuestra sociedad”.

Nugent contestó que el ciclo fujimorista siempre debe ser visto con atención porque hay un respaldo popular nada desdeñable que no va a desaparecer. “Hay un clima de zozobra, que fue utilizada ampliamente por el fujimorismo para decir que había una amenaza inminente del terrorismo”, opinó.

El sociólogo concluyó que la única forma de cambiar el rumbo del país es cuando se identifiquen mejores alternativas de gobierno que ofrezcan un horizonte para los siguientes cinco años, pero hasta el momento eso “no existe ni por el lado del Ejecutivo ni el Legislativo”.

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