De Netflix han nacido grandes cintas latinoamericanas, pero también ha parido otras como si de gemelos se tratara. Todas ellas provenientes de un mismo molde que con el paso del tiempo y varios intentos fallidos han ido perdiendo su gracia. “Hasta que nos volvamos a encontrar”, la primera película del gigante del streaming hecha en el Perú, es víctima de esta herencia decadente. Sin embargo, cuenta con una característica que la diferencia del resto de comedias latinas: esta también funge de aviso turístico. No la hace un mejor filme, pero cubre varios momentos con hermosas tomas.
Los saltos entre el nevado de Salcantay, el lago Titicaca y la reserva de Paracas se sienten muy forzados a lo largo de los 96 minutos que dura la película. El atractivo puneño es tal vez la aparición más innecesaria. Se justifica en una mención fugaz por uno de los protagonistas que da pie a paisajes que no aportan nada a la historia y a la aparición de tres actores nacionales que, a pesar de su comprobado talento, se tuvieron que conformar con papeles secundarios. Lo mismo sucede con Amiel Cayo y la rapera Renata Flores cuya presencia sirvió solo para una escena musical y otra de carácter gastronómico.
Aunque con mayor protagonismo que el resto de actores locales, Wendy Ramos repite un personaje al que ya estamos acostumbrados. El papel de mujer desenfrenada, jocosa y liberada se ha convertido en una especie de cadena de la cual la actriz todavía no se libera. Por otra parte, las actuaciones de Stephanie Cayo y Maxi Iglesias no son pésimas, pero tampoco del todo convincentes. Los actores de la cinta han tenido que lidiar con lo que es el mayor defecto de todo el filme: su guion. Y es que los trabajos previos de Bruno Ascenzo ya anunciaban el mencionado problema.
EN PROBLEMAS
El trailer de “Hasta que nos volvemos a encontrar” anunció que se trataría de una cinta romántica en la que se buscaría resaltar el atractivo cultural del Perú; sin embargo, lo que suponía ser un breve adelanto terminó siendo la síntesis total del filme. En lugar de ofrecer algo adicional al espectador se rellenó la historia con escenas, personajes y frases que bien podrían haberse omitido. Pronto uno se va percatando que estas fallas existen para satisfacer a un banco que auspicia el proyecto y para forzar la presentación de nuestro país como el perfecto destino turístico.
La mención de la cultura Paracas o la explicación del significado de la chacana o cruz andina son solo algunos ejemplos de ese notorio esfuerzo por presentar al Perú como un lugar místico, lleno de simbolismos y atracciones. Pero el intento de exotización más notorio ha sido el propio título de la cinta que ya varios expertos en la materia se han ocupado en resaltar. “Tupananchiskama”, traducido en el filme como “Hasta que nos volvamos a encontrar”, no guarda una relación directa con la historia que se cuenta. Tan solo es una frase que suena bien al oído; bueno, al oído de algunos.
Quizás este no haya sido el inicio que se esperaba de la lista de producciones que Netflix planea realizar en nuestro país y que ojalá se extienda con el tiempo. Sin embargo, servirá para que los espectadores demandemos que se tome en cuenta al abanico de guionistas, directores, actores y actrices que existe en el Perú y que cuentan con la experiencia y credenciales suficientes para regalarnos un trabajo a la altura de lo que muchos habíamos imaginado. Las oportunidades se ganan y se pierden. Ojalá que la siguiente no termine en el último grupo como ha sucedido con esta.
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