Juan León Durán tenía 35 años y llevaba una vida íntegra como deportista, luego de participar en los Parapanamericanos de Lima del año 2019, en su especialidad, natación, tuvo un terrible final, ya que el 2 de marzo del presente año fue asesinado por dos pistoleros en su casa en Ancón.
Antes de la terrible tragedia, Juan León vivía con sus dos compañeros: sus dos pitbull llamados Doky y Dakota, en el distrito de Santa Rosa. El nadador que estuvo en los Parapanamericanos de Lima en el 2019 se había convertido en el principal miedo de sus vecinos, ya que , según el semanario Hildebrant en sus trece, en el 2020 recayó en las drogas y solía insultar a todo el que pasaba por su costado y amenazarlos de muerte. La madrugada del pasado 2 de marzo León fue encontrado en su casa con cuatro balazos en el tórax. Dar con sus asesinos no será fácil. Al nadador no le faltaban enemigos.
ANTECEDENTES Y CONTEXTO FAMILIAR
El ex nadador nació en el Callao un 1987, justo el mismo día en el que su padre fue asesinado en Tingo María por Sendero Lunimoso. Esta muerte ocurrió cuando su padre había viajado a la selva para vender su chacra y así mudarse al puerto chalaco con su mujer llamada Agapita Durán.
“Compramos una casa, pero cuando muere mi esposo nos desalojaron. Un familiar nos acogió. Luego también nos botaron y andábamos de casa en casa”, recuerda Agapita a Hildebrant en sus trece. Con los años la mujer tuvo tres hijos más.
“Vivíamos arrimados. A Juan, siendo el mayor, le tocó la parte más dura. En una de las casas en que vivimos había un señor que le pegaba cuando mi mamá no estaba”, recuerda Virginia Manrique Durán, hermana del nadador.
Agapita trabajaba desde la madrugada hasta la medianoche como cobradora de micro. Por el contrario, Juan León tenía muy malas notas y comenzó con la adicción a la pasta básica. “Se iba de casa por varios días. Venía con la ropa sucia, con hambre”, recuerda Jacqueline Rueda Durán, otra hermana.
A los 18 años quiso reordenar su vida y se enlistó para el servicio militar, donde estuvo tres años hasta que falleció su abuela porque se ahogó en un río de Huánico. “Él era su nieto engreído. Empezó a consumir más cuando ella murió”, recuerda Jacqueline Rueda.
El dinero que obtenía León era por repartir balones de gas. Una tarde, drogado, atacó a una joven de 17 años, Edith Manrique, que tuvo la mala suerte de cruzarse con él.
“Caminó hacia mí, parecía drogado. Se lanzó de frente a mi cuello, me quiso arrastrar hasta un lote abandonado, me decía obscenidades, iba a violarme. Le di un patadón, me solté, corrí y grité y él me persiguió hasta que varios vecinos lo detuvieron”, contó la joven a la Policía.
Entre todos los vecinos comenzaron a golpearlo y luego llegaron los policías que lo llevaron a la Comisaría de Pachacútec. León, que para entonces ya tenía 24 años, estaba fuera de sí. Se daba cabezazos contra las lunas y con un trozo de vidrio se cortó el pecho y los brazos. Fue internado en el penal de Sarita Colonia.
Estuvo preso y en el penal se juntó con delincuentes avezados que cobraban cupos a otros internos. En junio del 2014, durante una reyerta, cuatro internos lo amarraron a un colchón y le prendieron fuego.
“Pasó seis meses en el hospital. Cuando nos dijeron que tenían que amputarle las piernas, me dijo: ‘Si me haces amputar, me quito la vida’”, recuerda Agapita Durán. Finalmente, le cortaron las piernas y volvió a casa. En las terapias de rehabilitación conoció a Lindsay Masgo Cano, ela había perdido también una pierna, pero con el paso del tiempo se enamoraron y se comprometieron. La vida le estaba dando una oportunidad.
Una ONG le obsequió dos prótesis y comenzó a vender libros de autoayuda en los micros, hasta que un día uno de los pasajeros lo invitó a nadar en el Campo de Marte, ya que era entrenador.
“Nos fijamos en él como nadador de alto rendimiento, tenía el físico necesario. Puso el 100 %. Su esposa también nadaba”, cuenta Fernando Cuadros, su entrenador.
Si bien, comentan que habían atletas que poseían una mejor marca que León, pero era obstinado y resultado de ello, en el 2018 logró obtener bronce en un torneo en Sao Paulo. Meses después consiguió una medalla de oro en Barranquilla en 400 metros libres y aseguró su boleto para los Parapanamericanos de Lima.
“Decía que iba a ganar y que el gobierno le regalaría un departamento”, cuenta su hermana Virginia Manrique. La revista “Somos” lo presentó en su portada. “Un león ruge sobre el agua”, tituló “El Peruano”. “La historia de Juan León es una muestra de que todo es posible”, sentenció RPP en un reportaje web.
“En su primera entrevista un periodista le dijo que no mencione lo de la cárcel y desde entonces decía que perdió sus piernas pateando una lata de thinner”, cuenta Manrique.
Finalmente en los Parapanamericanos mejoró su marca personal, pero finalmente obtuvo el noveno puesto, sin embargo no se rindió y puso la mira en las olimpiadas de Tokio, pero debía disminuir su marca personal de 30 segundos. Entrenó duro unos meses hasta que empezó la pandemia y las piscinas se cerraron.
FUEGO Y MUERTE
Desde el 2016 Juan León y su pareja Lindsay Masgo se mudaron a un arenal frente al mar, en el distrito de Santa Rosa, al norte de Lima. Poco a poco el terreno invadido empezó a poblarse y fue bautizado como “Mirador de Bellavista”. Por recomendación de su terapeuta, León había comprado dos perros pitbull.
“Parecían una pareja feliz”, dice Norbery Fernández, tío de Lindsay.
Los vecinos comentaron que León era una persona afable en ese entonces y como era reconocido conseguía donaciones. Fue elegido presidente de la asociación de vecinos, representando a unas 60 familias, e impulsó la creación de un comedor popular. “Lo admiraba por su valentía, pero empezó a ir por el camino equivocado”, dice el vecino Justo Portocarrero. “Era una bella persona cuando no tomaba ni se drogaba hasta que dejó de nadar y le ganó el vicio”, añade Richard Zevallos, otro de los residentes.
Otro que también reconoció sus logros fue el expresidente Martín Vizcarra cuando todavía estaba en su cargo.
En diciembre del año 2020, a casi un año desde que había comenzado la pandemia, la mujer quedó embarazada y León dio por sentado que el hijo que ella llevaba dentro no era de él.
“Se drogaba y la celaba con su propio hermano o con el vecino”, recuerda Norbery Fernández. El día del padre del 2021 Lindsay Masgo llamó llorando a su padre. León había pasado el día insultándola y amenazándola.
Masgo se mudó con su familia y pidió una orden de alejamiento. Él la hostilizaba con amenazas de muerte. “Le enviaba audios a mi sobrina diciéndole que la iba a matar”, recuerda Fernández. “Denúnciame si quieres, mañana mismo bajo y te tiro una dinamita”, se escucha decir a León en uno de los audios.
“Una madrugada me llamó de un número desconocido, dijo que yo había tenido algo con mi sobrina y que me iba a matar. ¡Era imposible! Es como una hija”, dice Norbery Fernández.
En octubre del 2021, Lindsay Masco denunció a León en el programa de Andrea Llosa. “Tratamos de hablar con Juan, pero estaba cegado bajo los efectos de la droga y creía que su esposa lo engañaba. Lo de Llosa lo tumbó”, dice su hermana Virginia. León dejó de recibir donaciones y el consumo de drogas se volvió diario. Nunca quiso reconocer a su hija.
“Cuando se emborrachaba, salía por su ventana y disparaba al aire. La gente le tenía miedo. También soltaba a sus perros que atacaban a otras mascotas y vecinos”, añade Justo Portocarrero.
En diciembre agarró a pedradas la casa contigua a la suya, propiedad de Isabel Villalobos. “Dijo que lo hizo porque creía que yo estaba engañando a mi esposo con otro hombre. Era imposible, no había nadie. Yo había estado almorzando afuera con mi marido”, contó Villalobos a la Policía. La familia, por seguridad, decidió mudarse.
En enero de este año otras dos vecinas acudieron a la Subprefectura de Santa Rosa para denunciarlo. “Amenazó con que me iba a meter balazos, que iba a romper toda mi casa. No puedo vivir tranquila”, dijo una de ellas. Por esos días los vecinos se enteraron que la deuda de la luz del asentamiento ascendía a 3,800 soles. Los vecinos dicen que le entregaron el dinero pero que León nunca hizo los pagos.
EL DÍA DE SU MUERTE
Fue encontrado muerto un miércoles 2 de marzo con signos de haber recibido disparos en su casa ubicada en la Asociación Parcela H, en Ancón.
La madre de León Durán declaró a la prensa e indicó que su hijo habría sido víctima de un ajuste de cuentas ya que antes había recibido amenazas de muerte. Además, señaló que, hace dos días, la casa del paradeportista ya había sido víctima de un atentado cuando fue incendiada y se quemaron parte de sus implementos y medallas.
“Mi hijo era bien bueno, él ayudó acá en tiempos de pandemia. El día domingo hubo cambios de directiva y querían que él renuncie a la presidencia para que entre una nueva directiva que quería sacarlo como sea”, indicó la madre a América TV.
“Hace dos días, donde él dormía hubo un incendio quemándose todas sus medallas y ropa. Lo han querido sacar de su cuarto, lo han asesinado afuera. Él no tenía piernas”, añadió.
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