Romeo Grompone: “Debemos buscar una especie de consenso entre las élites políticas y la sociedad para salir de la crisis”

El sociólogo señala que hacen falta mediadores en medio de la tensión que existe entre el Gobierno y el Congreso. Indica que hay un juego de la permanente inestabilidad.

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Romero Grompone habla de la actualidad política del Perú.

Esta semana, la tensión en Perú entre el Gobierno y el Congreso de la República ha cosechado dos nuevos capítulos. El martes se aprobó la confianza al Gabinete de Aníbal Torres en medio de graves cuestionamientos y ayer se dio cuenta de la segunda moción de vacancia contra el presidente Pedro Castillo en apenas siete meses.

Infobae entrevistó a Romeo Grompone, sociólogo y doctor en Derecho y Ciencias Sociales, quien analiza esta coyuntura tan polarizada en la que, pareciera, no hay un día o semana que pudiera discutirse o avanzarse una reforma por el bien del país. Plantea, además, posibles soluciones a esta crisis.

- El Gabinete de Aníbal Torres obtuvo la confianza del Congreso en medio de graves cuestionamientos. ¿Es un triunfo pírrico del Gobierno?

- Es muy complejo. En primer lugar porque los gabinetes que ha tenido este gobierno, creo que es el cuarto, se han caracterizado por tener algunos o muy pocos cuadros calificados. Particularmente, creo que la cartera de Economía o algunas otras personas elegidas, no están vinculadas al partido político, lo que hace que sea un grupo muy confiable en un sector que provoca rechazo como está ocurriendo con los casos de las carteras de Salud, Transportes y Comunicaciones, entre otras. Ahora, eso no es que haya cambiado con respecto a la situación anterior. Lo que me preocupa es que estamos ante un caso de soluciones insatisfactorias, de los cuales ninguna parece tener suficientes elementos de convicción para afirmar una alternativa.

- ¿Por qué lo dice?

- Por un lado, un eventual voto de censura hubiese repetido acaso la situación anterior. No darle el voto de confianza a este gabinete. Sería parte de la misma historia. También, la vacancia presidencial, aun cuando pudiera conseguirse los votos necesarios que son la tres cuarta parte de los congresistas, tampoco garantizaría una solución razonable más allá de los inconvenientes que podrían presentarse. Estamos en una situación con diferentes características: en primer lugar, el Gobierno de Castillo no es exactamente uno programático. Este podría ser de izquierda, derecha o la alternativa que sea. No es un gobierno que tenga una propuesta clara en materia de políticas públicas.

- ¿Entonces es pragmático?

- No, tampoco podría ser pragmático. Lo que yo entiendo por pragmático es que se usa como una especie de recurso de lenguaje que no se aplica en este caso. Llamar pragmático es aquel que busca soluciones intermedias y consensos que determinen un rumbo. En ese sentido, no lo considero [Castillo] pragmático más allá que la palabra suene bien o mal. Estamos en un escenario de inestabilidad que, ya se observa desde hace tiempo, tiene que ver cómo han sido los marcos legales, o dándole una interpretación un poco forzada, un poco la relación entre Legislativo y Ejecutivo a partir de lo que señaló previamente que fue la disolución del Congreso y la vacancia presidencial bajo argumentos jurídicos que, en ambos casos, me parecen discutibles. Entonces, cuando usted me habló del triunfo pírrico del Gobierno, no sé si sea tal o una situación que va más allá de los triunfos ocasionales.

- ¿A qué se debe que Castillo tenga una incapacidad para delimitar objetivos?

- Primero, es una incapacidad de parte. Es cierto que Castillo no es integrante de Perú Libre que es un grupo político que, si bien tiene un discurso radical y arcaico, está muy ligado a intereses muy locales o regionales. Castillo, en realidad, no tenía muy articulada una propuesta cuando era candidato. Respondía a un grupo que lo apoyaba en medio de una disputa en el magisterio. Una cosa que, además, conviene saber es que Castillo había sido, al retorno de la democracia, militante de Perú Posible del expresidente Alejandro Toledo. Me parece que ha sido una persona que se fue acomodando a lo que le planteaba las oportunidades de una coyuntura para ser un líder gremial y tener vínculos con otros grupos sociales. La otra cosa que me parece es que Castillo, además, de no tener la capacidad para dirigir un proyecto, se relaciona más con los grupos que tienen alguna afinidad e interés común con él.

- ¿Cómo observa la moción de vacancia?

- La moción de vacancia ya ha conseguido las 52 firmas necesarias. Esa vacancia requiere, primero, causales que me parece deben ser bastante estrictas y no interpretadas inadecuadamente. Por ejemplo, el caso de la incapacidad moral permanente en el Perú. Uno no comprende muy bien lo que se está buscando. Parece que estamos jugando a la permanente inestabilidad por parte del Gobierno en sus erráticas decisiones y por la oposición que muestra una falta de sustento y apoyo de sus iniciativas. Ambos están en medio de un desprestigio de siempre y una situación de polarización. Lo que yo sugeriría es una opción a la concertación de parte del Gobierno de Castillo con el reclutamiento de cuadros que tengan, primero, las capacidades necesarias para el desempeño de una gestión determinada como no ha ocurrido en los ministerios de Salud y Transportes y Comunicaciones. Y, por otro lado, la oposición está muy encerrada en sí misma para llegar a un espacio de acuerdo.

- ¿Se necesita una reforma de este recurso como también del voto de confianza?

- En torno a la disolución tiene que ver con los votos de confianza, donde hay una especie de cálculos del Congreso para evitar que el presidente apele a esa figura. En términos de la vacancia, la idea de la incapacidad moral permanente termina también siendo un juego político de la oposición que tiene la idea “cambiamos o no el sistema político”.

- ¿No cree que estamos en un círculo vicioso en el que se habla más de vacancias y disoluciones en vez de debatir reformas dentro del Estado? Ya perdimos cinco años.

- Lo que falta son mediadores que se sitúen frente a estos grupos intransigentes de la ultraderecha y de la izquierda que ni siquiera tienen un discurso elaborado. Para mí, estos instrumentos de mediación tienen que surgir a partir de concesiones de estas elites a opciones de centroderecha, centro y centroizquierda. No creo que aquí haya una movilización social como ocurrió en Chile. ¿Puede en estos momentos ser partícipes de una misma movilización social sectores, digamos, preocupados por el Estado de Derecho y grupos que priorizan la dirección contraria a esto? ¿Cómo hacemos para movilizar a los gremios estudiantiles que me parecen muy importantes? Me parece que debemos buscar una especie de consenso entre las elites políticas y la sociedad para salir de la crisis.

- ¿El Acuerdo Nacional podría ser una plataforma para llegar a ese consenso?

- Bueno, fue una iniciativa que toma en los primeros años de la transición democrática que buscó sentar bases institucionales tras la caída del régimen fujimorista. Pero, en ese tiempo, el Acuerdo Nacional lo que hacía era convocar a todos los partidos políticos y a las organizaciones de la sociedad civil para llegar a acuerdos sin que estén vinculados al poder de turno.

- ¿Se ha normalizado la corrupción en el Perú?

- Lo que hay es una normalización, naturalización y cinismo político. Una salida podría ser un combate a la corrupción, enmarcado dentro del Estado de Derecho, de un grupo que no tiene vínculos con la ultraderecha ni con los sectores afines al Gobierno de Castillo.

- ¿Hasta cuándo podría aguantar nuestro sistema democrático?

- No hay una pausa. Me parece que el asunto debe partir de un discurso que lleve a defender el Estado de Derecho y las instituciones, tomando distancia de estas opciones tan polarizadas. El sistema democrático requiere que haya liderazgos de más jóvenes renovados que cubran la ausencia de los partidos políticos en el Perú.

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