Siete años les tomó a José Aburto y Sebastián Burga elaborar Olluquito con charqui, un cómic que revalora y reivindica a la comida peruana. Sebastián aportó con la parte gráfica y la edición de arte, y José con la escritura y el desarrollo del libro.
El concepto original lo hicieron juntos, pues querían que sea un cómic que lo pueda leer un niño de 9 años como un adulto de 50. Infobae conversó con los dos sobre este proceso y la publicación del libro a cargo de la editorial Planeta.
—¿Cómo empezó toda esta aventura de publicar el cómic Olluquito con charqui?
—José Aburto: Nosotros empezamos trabajando juntos hace 20 años, en 2002, en un proyecto que se llamaba Serénetica. Además de Olluquito con charqui también hemos expuesto instalaciones artísticas en calles y en galerías.
—¿Por qué el olluquito con charqui y no otra comida típica peruana?
—Sebastián Burga: Hice una lista de platos peruanos para crear una suerte de personajes de una historia dentro de una refrigeradora. Teníamos que conectar con la comida peruana. Cuánto más antigua y más trayectoria tuviera la comida tenía mucho más significado en la historia del Perú. Olluquito con charqui me dibujaba dos personajes muy singulares con muchas características. Incluso cuando digo olluquito con charqui me suena más a un cómic que a un plato de comida. El olluquito es un personaje tierno mientras que el charqui es más salado y viejo, una persona muy sabia. Eso, sumado a los demás ingredientes que están en el cómic. El tema del plato tiene un final inminente.
—En el libro hay una pelea entre los productos transgénicos y los productos nacionales...
—José Aburto: Los transgénicos son productos que no son naturales y son procesados. Creo que esas características nos llamaban la atención no solamente por el conflicto del sabor o del peruano contra el extranjero. Era un conflicto de origen con productos con químicos contra productos más naturales, propios de nuestra cocina. Encontramos una estructura en Olluquito con charqui para presentar dos facciones grandes y otras posiciones intermedias como las carnes u otros ingredientes.
—Sebastián Burga: No queremos hacer una batalla en pro de la comida peruana. Queríamos ubicarlo dentro de un mapa ideológico o cultural. El clima de una especie de virreinato pro futurista era perfecto para traer las clásicas sagas que hemos visto como El Señor de los Anillos o Star Wars. La idea era retratar un poco la historia del virreinato.
—José Aburto: En el corazón de la historia hay un conflicto social. Hay una posición hegemónica y la otra facción que no tiene poder está tratando de buscar su propio sabor. Hay una descolonización que nunca terminó en el Perú. Tampoco hay una posición a favor de uno o la otra parte porque, al final, todos somos iguales y todo lo que pasa depende de lo que hagas; no depende a que facción perteneces.
—Los diálogos son populares, ¿cómo fue el proceso para inventar el lenguaje de cada personaje del cómic?
—José Aburto: Hemos llevado a los personajes a su máxima expresión porque los peruanos tenemos bastantes jergas relacionados con la comida como causa que significa amigo. Teníamos que buscar la particularidad en cada alimento.
—Sebastián Burga: Teníamos que encontrar una congruencia. Nos peleamos bastante con José.
—José Aburto: Sobre todo con la palabra sabor. ¿Qué significa sabor? Sabor es alma y destino, pero nunca está claro qué es el sabor. Es un palabra subjetiva.
—¿Qué esperan del cómic en el Perú?
—José Aburto: Yo me siento muy honrado de haber sido nominado al Premio Luces como mejor novela gráfica del año. Ha costado mucho trabajo y esfuerzo. Me gustaría ver que, a través del cómic, se ayude a los escritores y dibujantes a ingresar a temas difíciles y, con esto, encontrar un público más joven, que comience a reflexionar sobre los conflictos que nos están definiendo como sociedad constantemente.
—Sebastián Burga: Yo quisiera escuchar críticas sobre el cómic...
—No hay muchas críticas del cómic en el Perú.
—Sebastián Burga: Es que primero tienen que leerlo y a muchos les cuesta bastante.
—José Aburto: El problema es que no tenemos una buena industria de cómics. Si vas a una librería todos los cómics son extranjeros. No hay una sección de cómics nacionales. Es preocupante y criticable habiendo tanto talento que tienen historias para contar.
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