En el mundo se calcula que uno de cada ocho niños y niñas de entre seis y quince años de edad no recibe educación en la escuela. De esta muestra, 63 millones son niñas, y la cifra va en aumento, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). En el Perú, durante el 2020, hubo una reducción en la asistencia de niñas (11,8%) en comparación a los niños (12%) a las clases a distancia en educación inicial (INEI).
“En el país, las niñas y mujeres se enfrentan a diversas desigualdades desde distintas aristas que se interceptan: la falta de accesibilidad, el lugar de residencia, los ingresos económicos y los deberes que se les asigna solo por el hecho de ser mujeres tienen una gran influencia en el acceso a nuevas oportunidades de nuestras estudiantes”, destaca Vanessa Villavicencio, Coordinadora Senior Multiprograma, de la organización sin fines de lucro Enseña Perú.
“Sumado a ello, los estereotipos de género repercuten fuertemente en el desarrollo de las habilidades socioemocionales tanto en las niñas como niños. Es importante reflexionar sobre nuestras conductas para que ellas y ellos puedan vivir sus procesos de aprendizaje libremente”, agrega Villavicencio.
Villavicencio menciona, además, que la educación es fundamental para promover la equidad entre niñas y niños dentro de las aulas; para ello, se pueden utilizar materiales de aprendizaje que evidencien el aporte de las mujeres en la sociedad y en la historia. Precisamente, en el marco del Día Internacional de la Mujer, que se conmemora el 8 de marzo, la especialista da a conocer aspectos de cómo podemos promover la igualdad entre niñas y niños desde las aulas:
1. Ser conscientes de nuestros roles: Reconocer la importancia de nuestro rol como docentes en la educación y empezar a cuestionarnos qué comportamientos presentamos en nuestro día a día que siguen perpetuando conductas machistas. Es importante profundizar en nuestra historia personal y profesional.
2. Generar espacios que promuevan nuevas experiencias de aprendizaje: Estos espacios deben ser seguros, que nos inviten a re-aprender, a reflexionar sobre nuestras emociones teniendo en cuenta que no tienen un género en específico; y a volver a cuestionarnos, pero esta vez en colectivo, escuchando diversas voces: docentes, estudiantes, padres y madres de familia; y más actores del ecosistema educativo.
3. Promover la visibilización de referentes: Compartir con las niñas y niños nuevas historias de representación: mujeres y hombres con quienes se puedan identificar, que tengan un sentido de cercanía y estén derribando los estereotipos, así como aportando desde diversos caminos a su comunidad.
4. Involucrar a los padres y madres en la educación de las niñas y niños: Es importante invitar a madre y padre a los diversos espacios que se desarrollan en las escuelas y que ambos puedan reconocer el valor de su rol en el desempeño de sus hijas e hijos.
5. Escuchar activamente a las y los estudiantes: Las últimas generaciones han empezado desde muy pequeños a cuestionarse diversos temas, entre ellos el de desigualdad y equidad. Es importante co-gestionar espacios entre la dirección de las instituciones educativas y los mismos estudiantes para hablar sobre estos asuntos, escuchar sus propuestas y co-liderar juntos las soluciones.
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