Cada 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, fecha en la que se conmemora la lucha constante por sus derechos y combatir el feminicidio frente la sociedad patriarcal y la desigualdad. En el Perú, hubo una época prolongada en que la mujer no tenía voz en las decisiones políticas y sociales en el país porque consideraban que no tenía el derecho a votar. Mediante organizaciones —junto a manifestaciones, congresos y líderes feministas como María Jesús Alvarado y Zoila Aurora Cáceres— lo lograron en la década de los 50 del siglo XX.
El 7 de septiembre de 1955 durante el gobierno de Manuel A. Odría —conocido por obras públicas pero también por una dictadura militar contra los derechos humanos y civiles— se promulgó la Ley N° 12391, que permitía a las mujeres mayores de edad y alfabetizadas tener el derecho a elegir y ser elegidas. Ello tras más de 100 años sin derecho al sufragio desde la independencia de Perú.
Perú fue el penúltimo país de América Latina (antes de Paraguay) en aceptar el voto femenino. Ecuador fue el primero en América Latina en 1929, seguido de Brasil y Uruguay en 1932. El primer país que otorgó el voto a la mujer fue Nueva Zelanda (1893), y Canadá el primero en aplicarlo en América (1919)
Sin embargo, el debate por el voto femenino data de mucho antes, en contextos con argumentos que aumentaron el machismo y los estereotipos del hogar [que siguen vigentes al día de hoy] ¿Cuáles fueron dichos argumentos? Contamos el debate que ocurrió en la década de los 30 que dio paso a mayores movilizaciones para permitir el sufragio femenino en el Perú.
¿POR QUÉ LAS MUJERES NO PODÍAN VOTAR?
Según una recopilación que realizó el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), las mujeres no eran consideradas ciudadanas. El contexto era que el varón tenía la única voz para las decisiones, sobre todo en la política. En esa línea, se afirmaba que la participación de la mujer provocaría una anarquía en el hogar, por condiciones de inmadurez o también el estereotipo de no tener independencia para votar con libertad.
Ello son contados a detalle en “El sufragio de la mujer: Debate en el Congreso Constituyente de 1931-1932″, escrito por la historiadora Roisida Aguilar Gillos, y mencionados en “50 años del Voto Femenino en el Perú Historia y Realidad Actual” (2005) del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP)
Roisida Aguilar divide en seis planteamientos sobre el sufragio femenino que se dieron durante el Congreso Constituyente de 1931-1932 —debate entre representantes de todo el Perú para definir la Constitución de 1933— los cuáles fueron los siguientes:
1. La naturaleza de la mujer
Un argumento que según Roisida Aguilar Gil, fue utilizado también en la segunda mitad del siglo XVIII para impedir la participación de la mujer en política. Partía en que la naturaleza “había hecho diferentes al hombre y a la mujer y por lo tanto, el papel que debía cumplir cada género en la sociedad era diferente de acuerdo a la anatomía y a la función fisiológica de cada uno”.
El texto agrega la postura de los representantes Francisco Pastor (Partido Socialista del Perú), Manuel Ignacio Frisancho (Puno), Manuel J. Bustamante de la Fuente (Arequipa). El primero, declaró la diferencia de roles en donde la mujer se le había asignado el hogar y la familia y era allí donde debía “afirmar sus virtudes”; mientras que el hombre por ser “más intelectual”, estaba preparado para la “lucha por la vida”.
Manuel Ignacio señaló que no se le quitaba ningún derecho porque la “Naturaleza ha dispuesto que se imponga trabajo conforme a las facultades de ella” y por eso “le ha asignado el hogar, dominio de la familia y al hombre le ha señalado también la lucha y el velar por los intereses generales de los pueblos”.
El tercero, argumentó que a la mujer se le asignó ser la conservadora de la especie, del hogar, la familia y sus tradiciones, incluso mencionó que su voto no sería independiente porque representaría la opinión del marido o padre, porque es “sumamente sugestionable y emotiva”.
2. El hogar será una anarquía
Buscaban no darle el voto a la mujer porque hacía “presagiar caos en el hogar”. Emilio Venero declaró que “llegarían a suceder una serie de cuadros pavorosos; como luchas, lágrimas, el abandono de los menudos hijos, separación, divorcio, etc.”. También señaló que defendía a las mujeres que “sabían amar” y no a las que ya habían “embalsamado su corazón”. Argumento que respaldó Bustamante de la Fuente porque la participación femenina en la política “llevaría al hogar el germen de las disensiones y a matar la paz y tranquilidad que en él deben existir”.
Emilio Abril Vizcarra, representante por Cusco, señaló que si se permite el voto político a la mujer, “se habría conseguido (...) sembrar la anarquía y el caos en el seno del hogar”. En resumen, la mujer tenía límites de participación como la beneficencia o en su hogar al no ser considerada una actividad política.
3. “Bajo protección del marido”.
Durante el debate para la Constitución de 1933, aún permanecía el derecho civil aprobado en 1852 que convertía a la mujer, sobre todo quien era casada, en dependiente del marido. En ese sentido, el parlamentario Francisco Pastor señaló que la mujer “no [estaba] humillada por el Código Civil, ni por ninguna legislación, sino que la ley [había] interpretado las condiciones específicas de la mujer, no para inferiorizarla, sino para protegerla“.
Emilio Abril Vizcarra, argumentó que mejor se le otorgara a la mujer “el amplio ejercicio” de sus derechos civiles antes que otorgarle como una “gracia” el ejercicio de los derechos políticos. Ambos enfatizaron que no se había resuelto la legitimidad de la madre y los hijos ilegítimos.
4. “Las atribuciones específicas de la mujer”
El contexto de la educación en el Perú por esos años influyó en el debate del sufragio femenino. Como señala la autora en una cita del historiador Carlos Contreras, que durante la década de los años 20 hasta la mitad de los 30, el gasto en educación se había estancado refiriéndose invertir en obras públicas con altos índices de analfabetismos.
En ese sentido, los congresistas utilizaron como argumento en decir que no se podía otorgar el voto femenino porque “el índice promedio de la capacidad de la mujer [estuviese] por debajo del índice promedial de la capacidad del hombre” y a ello se debía que eran “sugestionables”. Bajo esa postura machista, veían a la mujer debajo del varón en niveles de educación y que no le favorecía para entrar a la actividad política que era conocida por la participación masculina.
5. “Sugestionables y clericales”
En este planteamiento, una mayoría mencionaban la parte religioso como clericalismo, por lo que “imponer a la mujer la obligación de votar alejándose del hogar e introduciendo por otra parte en el seno de la familia el desquiciamiento social”, según Manuel Ignacio Frisancho.
Victor Colina (Junín), señaló que si se daba el voto a la mujer, “sería el voto de los religiosos” y eso significaría “aumentar el electorado del conservadurismo ultramontano. Ello porque consideró que la mujer recibió una educación mística y sobre las bases afectuosísimas de la obediencia ciega y el respeto irreflexivo. El tema conservador se tomó con fuerza para limitar el derecho de voto a la mujer.
6. “No manchemos sus blancas manos”
No se puede conceder el voto porque no lo había luchado, es lo que el artículo señalaron congresistas como Emilio Romero. Seguían observando el derecho al voto de la mujer poco relevante ya que no lucharon por estos. Romero lo ejemplificó con las mujeres de Inglaterra y Estados Unidos.
Más aún con un discurso en que no les correspondía a ninguna necesidad social porque no satisfacía ningún anhelo. Según Roisida Aguilar Gil, Francisco Pastor señaló que traer a la mujer al campo de las actividades políticas era un desacierto político y social porque la vida política había “enlodado demasiado a los hombres”.
Resultados del debate
Al final el Congreso Constituyente luego de dos años de debates otorga el voto para las elecciones municipales a las mujeres alfabetas, mayores de edad, casadas o madres de familia, aunque no hubiesen llegado a la mayoría de edad. Aún quedaba el derecho para las personas analfabetas. No llegaría hasta el gobierno dictatorial de Manuel Odría para dar el voto a la mujer para su participación en las elecciones de 1956.
Sin embargo, los argumentos empleados en el congreso constituyente de la década de los 30 no excluye la presencia machista y conservadora de la sociedad peruana, que a pesar de los años siguen vigentes en la actualidad. Más evidentes con la digitalización de las redes sociales, lo que hace cuestionar en cuánto ha cambiado el país frente a la desigualdad contra la mujer.
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