Este 08 de marzo se conmemora el Día de la Mujer, un día para recordar esa lucha en la que muchas nos encontramos por alcanzar la igualdad ante el machismo. Un día para recordar que podemos romper los techos de cristal e ir por nuestros sueños.
A través de las historias y testimonios de Karol Calampa y Liliana Rivas, queremos inspirar a otras mujeres. Ellas nos han demostrado que pese a las adversidades, los muros y las pocas oportunidades, han logrado sacar esa fuerza interior para alcanzar sus metas y sobre todo sentirse capaz que pueden cambiar una sociedad.
EL PODER DE SER MUJER...
Karol Calampa a sus 31 años ha demostrado ser esa fuente de inspiración hacia otras personas, su baja estatura le enseñó que los límites los pone uno mismo y que pese a la discriminación y los prejuicios que aún existe en nuestra sociedad se pueden lograr grandes cosas si así tú lo deseas.
Estudió secretariado ejecutivo y luego de mucho tiempo y obstáculos para encontrar un trabajo, logró ingresar por sus propios méritos al ministerio de Trabajo en donde lleva seis años laborando y dando lo mejor de su talento.
Actualmente, Karol nos cuenta que estudia Derecho y a pesar de que tiene una profesión ya finalizada, le ha costado mucho insertarse en el mercado laboral, ya que por su condición en varias empresas fue rechazada.
“Al principio fue muy difícil encontrar trabajo. Las empresas no suelen contratar a las personas con discapacidad y ese es un error. Después de tantas barreras logré conseguir trabajo, pero sabía que tenía que hacer algo más y no conformarme con solo trabajar, sino promover”, explicó.
Al ingresar a la entidad pública, Karol asegura que se sintió muy bien consigo misma porque logró romper el primer techo de cristal en el que muchas mujeres son sometidas y excluidas. Es por eso que decidió conversar con sus jefes y promover dentro del ministerio de Trabajo que se contraten más personas de talla baja, a fin de darles una oportunidad y demostrar que también son capaces de dar mucho más.
“En el 2016 vino mi primer reto, enfrentarme a los muros y ayudar a las personas de talla baja. Desde mi locación, vinimos promoviendo la inserción de personas con talla baja a las diversas entidades públicas y privadas. Hemos demostrado ser grandes profesionales y ser ejemplo para muchos profesionales”, aseguró.
No todo ha sido fácil para Karol, ya que aún nuestra sociedad ve con mucho prejuicio a las personas con discapacidad u otra condición, es por eso que ella sigue impulsando a otras mujeres a romper esos mitos, miedos y sobre todo ayuda a otras mujeres a que se sientan tan especiales. Les ha demostrado que la talla solo es un número y que lo importante es la grandeza de tus sueños, metas e ilusiones.
“En una oportunidad logré ser presidenta de la Asociación de Mujeres Pequeñas. Ha sido muy bonito poder representar a mi comunidad, poder fomentar la inclusión, el respeto hacia las personas de talla baja y demostrar que podemos alcanzar el cargo que queramos”, indicó.
Sin embargo, la vida le guardaba algo especial a Karol, algo que no solo la impulsó, sino que la empoderó y pudo darse cuenta que también es una modelo de talla grande e internacional.
“Algo que marcó mi vida y me impulsó a seguir adelante, fue cuando me eligieron para representar una marca de cuidado personal que está por todo el mundo. No lo pude creer cuando me llamaron. Esa campaña publicitaria me enseñó la grandeza que hay en mí. Rompí todos los estereotipos y demostré que las mujeres podemos eso y más, que las mujeres somos capaces de transformar una sociedad”, narró.
No todo queda aquí para Karol Calampa, pues asegura que seguirá trabajando en incentivar más a las mujeres y sobre todo a devolver esa confianza en sí mismas, ya que indica que si ella puede, todas las demás también. “Los muros lo construimos nosotras mismas, pero también nosotras los podemos romper”.
PELEÉ POR VIVIR...
Liliana Rivas es una madre de familia, emprendedora y con gran espíritu para salir adelante. Sin embargo, jamás imaginó que la vida le diera una gran lección que la sacudiría y la hiciera renacer.
Durante la segunda ola por la llegada del COVID-19 a nuestro país, muchas personas cayeron víctimas de este mal, Liliana fue una de ellas. Su salud se complicó mucho al contagiarse del virus, de tal manera que tuvo que ser internada en la Unidad de Cuidados Intensivos.
“Luché por vivir, estuve 10 días en UCI. Cuando desperté para mi fue un milagro. Volví a renacer y sentí como la vida me dio una segunda oportunidad.”, contó.
Sin embargo, las secuelas que la enfermedad le dejó, le impidieron muchas cosas, menos rendirse. Liliana se es consultora de ventas por catálogo en el rubro de belleza y cuidado personal de Natura.
“Al estar en UCI y despertar del coma me sentí muy débil y perdí gran parte de la movilidad del cuerpo. No podía caminar y estuve postrada en la cama durante varios días”, narró.
La angustia no acabaría ahí, pues ella era consciente que de su trabajo también dependía su familia, es por eso que a pesar de no poder moverse, hizo de su cama su nuevo “centro de operaciones”.
“No podía dejar de trabajar y como no podía moverme con facilidad, hice de mi cama, mi nuevo centro de trabajo, mi oficina. Desde ahí pasaba los pedidos, hacía las consultas y lograba mis metas de ventas. Tanto así que subí de nivel, de ser plateada, pasé a oro”, explicó.
“Siempre tuve el impulso para seguir adelante, fue mi familia, mi motor para avanzar y no dejarme vencer por el coronavirus”, añadió.
Liliana valora mucho esta oportunidad de vida, porque sabe que podrá seguir viendo crecer a sus hijos y podrá seguir compartiendo día a día con ellos. Ahora sus hijos se sienten muy orgullosos de ver como su mamá venció la enfermedad y como ha vuelto a sacar esa fuerza interior para romper las barreras y no dejarse decaer.
“Esta segunda oportunidad de vida significa renacer. Dios me ha dado la oportunidad de volver a nacer para estar al lado de las personas que amo y valoro mucho. A hora tengo la oportunidad para mejorar como madre, como amiga, como trabajadora y eso es invaluable”, indicó.
Al pasar los meses e irse recuperando, Liliana ha tomado este momento como un tiempo de aprendizaje, de valorarse y sobre todo valorar su vida y familia.
“Mi mensaje sería decirle a las mujeres que por más grande que sea el obstáculo que tenemos al frente, nosotras tenemos el poder de romperlo. Confiemos en nuestra capacidad, en nuestra inteligencia. Somos fuertes, guerreras. Luchen por su vida y por todas las personas que las esperan. Confíen siempre en Dios porque la fe mueve montañas. En el camino muchos dirán que somos débiles, que no podemos, pero están equivocados, todas sabemos que tenemos una fuerza única, no nos acobardemos”, finalizó.
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