La lectura de “Ser mujer en el Perú” resulta un impactante golpe de realidad para quien lo lea. El desigual, peligroso y alarmante espacio en el que deben de sobrevivir las peruanas se presenta tal y como es a través de cifras, estudios y testimonios que confirman que cada caso es más que una estadística, se trata de una vida en peligro por culpa de la normalización de la violencia a través de nuestro silencio e inacción.
El libro que forma parte de la colección Perú Breve de la editorial Planeta ha logrado, en apenas 150 páginas, dar un primer vistazo a un problema mayúsculo, uno que requiere estudiarse y abordarse desde distintos ángulos y que necesita de la participación de todos los ciudadanos. Josefina Miró Quesada, autora del libro, conversó con este medio sobre este valioso estudio.
Una de las cosas que ha llamado la atención es la presencia de Hugo Ñopo y el libro menciona que esto se da con la intención de resaltar la importancia de la equidad. ¿Por qué es importante que una publicación como esta se haya escrito a cuatro manos?
Es una divergencia de perfiles. Se ha hecho para acercar el conocimiento académico disponible, de alguna manera la formación periodística que he tenido trabajando en medios ha contribuido para poder escribir este texto de una manera accesible y concisa. Yo vengo del derecho, él de la economía y existen maneras distintas de ver la realidad. Esa divergencia busca enriquecer la manera cómo vemos la data bruta.
Entre los estudios y avances en legislación que se mencionan, la idea que más resalta es la necesidad de un cambio cultural. ¿Cuál ha sido la manera más efectiva, hasta el momento, para acerca el discurso feminista a quienes lo ven con recelo?
A estas alturas es increíble que se deba luchar para sostener lo que es una realidad, que vivimos en una sociedad patriarcal creada por y para hombres que está condicionada a prácticas culturales asentadas en el tiempo sobre lo que significa ser mujer y hombre. Es agobiante demostrar una y otra vez con estadísticas, data y evidencia que no es una creencia que la sociedad está organizada por razón del género; sin embargo tenemos que reiterarlo constantemente porque ni en el diagnóstico nos ponemos de acuerdo. Vivimos en una sociedad patriarcal que define y organiza nuestras vida de acuerdo a las expectativas de lo que significa ser hombre o mujer.
Aquellos que finalmente se han dado cuenta de la estructura patriarcal ¿ha sucedido cuando se han visto afectados directamente, cuando han entendido la gran cantidad de data recopilada o, en el caso de políticos, cuando están próximos a una elección?
Estamos en un punto en el que si se empieza a minimizar casos de feminicidio, el costo político es muy elevado, por eso es que vemos muchos partidos y movimientos políticos que realmente no están genuinamente interesados en abogar por una agenda inclusiva o tener una mayor comprensión del problema. Una cosa es hablar de la importancia de este tema y otra elevar las penas a los agresores cuando bien sabemos que eso no se concibe con las causas feministas que dudan de las respuestas carcelarias. Eso demuestra que realmente no están entendiendo el problema, sino que simplemente se han colgado de un movimiento que eventualmente les beneficiaría políticamente.
Desde tu experiencia en el derecho y la criminología, ¿cómo debe tratarse la violencia basada en género teniendo en cuenta la diferencia culturales de cada región del país?
El gran desafío recae en la disponibilidad de datos. La gran mayoría de información que se utiliza para representar la dimensión de las violencias de género en el Perú son agregadas a nivel nacional. Cuando uno se adentra a identificar las diferencias que hay a nivel de las regiones y más aun a nivel local, uno se da cuenta que hay disparidades tremendas. Eso tiene que ver con el arraigo de determinadas mentalidades que pueden ser más patriarcales que en otras zonas del país. Uno de los grandes desafíos es tener una mirada localizada y geográficamente definida. El libro lo que intenta es ofrecer un punto de partida para tener una radiografía genérica.
El libro, con toda la data que presenta, es un golpe de realidad muy fuerte. Ese choque asusta, así como lo hace con quienes rechazan la educación sexual integral (ESI). ¿Cómo canalizar esta información en el grupo que tomará decisiones sobre el futuro de la ESI?
La ESI involucra un temprano desarrollo de la sexualidad que desafía el parámetro de sexualidad normativa donde la mujer tiene el peso de mantener la virginidad que está condicionada a los deseos del varón. La ESI socava valores tradicionales, desafía una estructura de familia que se no ha enseñado y eso genera una fricción, de ahí que exista el temor que es valido. Todo lo que implica un cambio lo genera; además, hay mucha desinformación de parte de lo que significa y los efectos de que existan políticas que institucionalicen una ESI. En los que respecta a la sexualidad, la mujer siempre ha tenido un rol pasivo y reprimido y la ESI supone totalmente lo contrario. No se puede ser ajeno al factor religioso y la postura de la iglesia Católica por la vinculación de estos con la formación que hemos recibido.
CASO RICARDO MENDOZA Y NORKA GASPAR
El uso de un caso de agresión sexual a una menor como material para una broma ha despertado una acalorada discusión sobre qué revela esto de nosotros como sociedad y lo que se debería hacer ante esta ofensa. Sobre el tema, la abogada Josefina Miró Quesada tiene una postura definida.
Puedes oírla dando click al audio que presentamos a continuación.
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