Indira Jáuregui era una terapeuta alternativa antivacunas que creía que los métodos de sanación natural la iban a salvar de contagiarse de la COVID-19. Sin embargo, tuvo que pasar un poco más de 18 días internada en la Villa Panamericana para que cambie su forma de pensar.
En un reportaje de la BBC, la mujer de 49 años, contó cómo fue enfrentarse a la muerte. Se puso a pensar en su vida y en su familia mientras estaba conectada al oxígeno en un centro asistencial. “Pensé en los abrazos que no di, en las llamadas que no hice”, dijo.
Indira no era la única contagiada. Prácticamente tenía a la familia completa infectada con el virus: su madre de 72 años, una hermana, su cuñado y su sobrino.
La mujer no consideró que era una ferviente antivacunas que creía en conspiraciones, más bien, juzgaba que habían efectos potenciales secundarios en las vacunas que podían atentar contra su vida y prefirió no inmunizarse.
Jáuregui, quien tiene conocimientos sobre la técnica japonesa del reiki y el biomagnetismo (una terapia con imanes), relató en su testimonio que había leído muchos libros y los efectos adversos que las vacunas pueden ocasionar en la salud.
Aunque, aseguró que pudo haber complementado la inmunización, o sea, la ciencia con lo natural, eligió no vacunarse porque “conocía casos de personas que, antes de que llegara la covid, se habían vacunado contra otras enfermedades y habían sufrido efectos secundarios”.
Y contó que tampoco estaba inmunizada contra el el virus del H1N1, también por los efectos secundarios, pero estima, sobre todo, que era porque tenía mucho miedo a las vacunas.
Jáuregui escribió en el artículo de la BBC que las publicaciones en las redes sociales contra la vacuna tampoco ayudaron porque la hicieron resistirse contra la inmunización. Pero todo cambio cuando se infectó.
INGRESO A HOSPITAL
La terapeuta alternativa se contagió a mediados de julio de 2021 pese a que, según ella, fue muy cuidadosa para que no se infecte de la COVID-19 y no contagiar a nadie de su familia.
Al enterarse que tenía coronavirus llamaron a la línea gratuita 107 para la información y prevención de este virus y ella, con parte de su familia, fue internada en la Villa Panamericana donde se llevan a los pacientes con COVID-19. “Era un lugar bien equipado y los médicos nos trataban muy bien”, agregó.
Pero al tercer día, Jáuregui comenzó a tener fiebre alta, se le elevó la presión y no quería comer, pero lo hacía porque era la única forma que podía seguir viviendo, le aseguró un médico. El sexto día tampoco la pasó bien: le pusieron oxígeno, pero no mejoraba hasta que un doctor le dijo que tenía que pasar 17 horas boca abajo.
Allí, echada, tuvo revelaciones de vida: pensó en lo que hizo y en lo que no debió hacer; se cuestionó por qué no pasó con su familia más tiempo en lugar de estar en el trabajo, entre otras cosas. Rezaba a Dios y le pedía otra oportunidad en la vida. Al final, se salvó y pudo regresar a casa.
MAMÁ VACUNADA
Con la mamá de Indira era diferente. La mujer de 72 años estaba vacunada con las dos dosis. La terapeuta alternativa opinó que la inmunización salvó la vida de su progenitora, quien sigue con vida.
Por su parte, la limeña regresó a casa, esperó tres meses para inmunizarse y ahora ya tiene sus dos dosis de la vacuna mientras espera el tiempo para la de refuerzo.
No es la única de la familia que era antivacunas; su tío Félix también lo era, pero el no sobrevivió para contar la historia como Indira.
Ahora, intenta convencer a los que no se quieren inmunizar. “Les pregunto si quieren a su familia, a sus hijos. Les digo que si no quieren vacunarse por ellos mismos, que lo hagan por sus seres queridos”, concluyó.
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