Cuando Bruno Pólack era niño utilizaba la guía telefónica para llamar a desconocidos y preguntar qué opinaban de la Guerra del Pacífico: algunos le tiraban el auricular y lo insultaban mientras que otros le respondían. En la mesa familiar era usual escuchar las discusiones sobre el conflicto entre Perú y Chile que los dividía por un momento hasta que llegaba esa familia que se había labrado un futuro en el país sureño y todo cambiaba: celebración, fiesta y copas. Era genuino.
El poeta peruano nunca entendió por qué esa relación de amor-odio. Es una pregunta que trata de resolver en La ciudad que no existe (Planeta, 2021), un ensayo sobre lo que pasó en el Perú durante la ocupación chilena entre 1881 y 1883.
El libro es un relato de una Lima desconocida. Por eso, llama la atención el título y, sobre todo, la carátula: la bandera izada en el Palacio de los Virreyes cuando aún no existía el Palacio de Gobierno.
—¿Cuál es la razón principal de este libro?
—Que los peruanos nos demos cuenta que los errores tenemos que entenderlos y mejorarlos; no echarle la culpa al otro. ¿Acaso vamos a estar 200 años más acusando a los chilenos?
—¿Por qué crees que tenemos que olvidarnos de la Guerra del Pacífico?
—Porque ya pasó más de 100 años. El problema ya no es Chile, somos nosotros. Tenemos, como sociedad, que aprender a mirar al futuro. Los golpes pueden ser duros, pero los peruanos -sobre todo los limeños- no sabemos cómo afrontarlos. Los dos grandes traumas de los peruanos son: la Guerra del Pacífico y Sendero Luminoso. Hay una gran reticencia a aceptar que los peruanos nos equivocamos en la Guerra del Pacífico y sobre cómo se manejó el conflicto armado interno.
—Hay una entrevista a Andrés Avelino Cáceres que dice que los peruanos tuvieron cierta culpa en la Guerra del Pacífico.
—Sí, es una entrevista que dio muchos años después de la Guerra del Pacífico. Él decía que Chile pudo haber comenzado la guerra, sin embargo, nosotros teníamos y tenemos muchos problemas como el racismo, el clasismo, la desorganización y nuestra clase dirigencial era pésima y miserable como ahora. Además, recalcaba lo que te dije hace un momento: que siempre tendemos a echar la culpa al otro.
—¿Crees que los chilenos sienten ese resentimiento como los peruanos?
—Están en otra. Están en otro momento. Vamos a lo que pasa allí ahora: están elaborando una nueva Constitución que mucha gente critica porque cree que es a medida de la izquierda, lo cual no es cierto porque es una Constitución de los pueblos. Eso es democracia.
—En la Guerra del Pacífico hubo muchas mentiras y excusas.
—Siempre hay una excusa para empezar una guerra. La excusa de Chile era el famoso Tratado de Alianza Defensiva (Perú-Bolivia). Pronto se debe dejar de hablar de la Guerra del Pacífico sin dejar de lado a un actor importante como lo fue Inglaterra. Ese país estuvo detrás de muchas invasiones. Son muy listos.
—Existe esta frase: la historia la hacen los ganadores, sin embargo, en el libro no lo consideras así.
En gran parte, sí, la historia la hacen los ganadores, pero en la Guerra del Pacífico fue diferente. Es muy triste cuando nos damos cuenta de la poca capacidad de diálogo, crítica y entendimiento que tenemos como sociedad.
POLÍTICA PERUANA
—Ahora que estamos hablando de política, ¿qué opinas del gobierno de Pedro Castillo?
—Es deficiente, pero tampoco es tan malo. Yo no entiendo cómo pueden haber estos grupos que quisieran que todo vaya mal. Es como si estuviéramos en un barco y pedir que el capitán se hunda con toda su gente; en lugar de decir: ya que estamos trabajando por el Perú hay que ayudarnos.
—¿Crees que la oposición aún no acepta que ha perdido?
—Hay un obstruccionismo. Nadie los ha enjuiciado cuando vinieron hasta organismos internacionales a negar que había fraude. Ver a Lourdes Flores Nano hablando de fraude de una manera tan descarada es atentar contra la democracia abiertamente.
—¿El Gobierno de Castillo está debilitado?
—Sí, se nota que no tiene manejo y no sabe cómo gobernar. Es absolutamente un principiante con buenas intenciones, pero con eso no se puede gobernar. Tampoco es tan terrible como se le presenta y, para ser francos, Castillo no llega a izquierda. Pienso que ya estar hablando de izquierda o derecha es un absurdo en el Perú y en el mundo. Las cosas son claras: la oposición tiene un desprecio por la democracia, están debilitando las instituciones de tal manera que los peruanos van a dejar de creer en ellas. Lo han hecho por 200 años y ahora que está Castillo como presidente se quejan.
—El fujimorismo se reunió con representantes del partido español Vox, ¿la ultraderecha está ganando espacio en Perú?
—Se están organizando. Es peligroso porque quieren tomar la democracia como mejor les parezca. Están mintiendo a la población. El fujimorismo le ha hecho más daño al Perú que Sendero Luminoso porque lo dejó en metástasis, ha podrido al país, a las instituciones y los partidos políticos. Si este país se está cayendo a pedazos es por el fujimorismo.
—Hay este debate sobre Keiko Fujimori: nunca ha sido presidenta del Perú, entonces, ¿por qué se le critica tanto?
—Es la jefa de un partido de un Congreso que siguió fregando al Perú. Hubiera podido ayudar, a través de Fuerza Popular en 2016 y hubiera podido ser presidenta, pero se dedicó a obstruir, boicotear y a vacar. Tampoco digo que el Perú antes del fujimorismo era Suiza, pero ella es el resumen de todo lo que hemos vivido en este país con el fujimorismo.
LITERATURA PERUANA
—Hace unos años te entrevisté para saber qué opinabas de la poesía latinoamericana y me respondiste que la poesía peruana y chilena son las mejores, ¿aún sigues manteniendo esa posición?
—Por supuesto. Sin embargo, el mercado ha influenciado tanto en la narrativa como en la poesía que la ha empobrecido para captar grandes mercados y lo literario se ha perdido. La poesía ya está cayendo en facilismos. Los poetas ya no leen y se nota en lo que escriben. Se quiere publicar rápidamente y se está perdiendo ese afán de dejar descansar el poemario para después volver a él.
—Pero no puedes negar que esta poesía está ganando adeptos y tiene muchos seguidores en las redes sociales.
—Hay estos personajes de internet como Elvira Sastre o el pintor Tokeshi, que prefiero que se siga dedicando a la pintura y que no escriba esos poemas, más bien, si quiere que me llame y le presto varios poemarios. O Rafael Cabaliere que ganó el Premio Espasa Calpe. Parece que el jurado calificador ya no ve el talento, sino cuántos seguidores tienes en las redes sociales para darte el premio.
—Estamos hablando de la poesía, ahora vamos al otro lado: la narrativa peruana.
No voy a decir nombres porque la vez pasada se molestaron, pero hay libros que jamás van a llegar a los 50 años como puede haber llegado Un mundo para Julius. Allí es donde cabe la pregunta sobre qué estamos haciendo: ¿libros para vender en el momento? Los narradores se están dejando estafar porque por ser famosos están perdiendo la esencia de la literatura. Tampoco es que esté muy de acuerdo con estos ‘apanados literarios’ porque lo peor de todo es que cuando lo tienes frente a frente no se lo dices.
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