Perú: la batalla por la minería es un punto de tensión para el Gobierno de Pedro Castillo

Convencer a la gente de que la minería es una ventaja y no una amenaza puede determinar el futuro de la industria.

Guardar
FOTO DE ARCHIVO: Pobladores bloquean
FOTO DE ARCHIVO: Pobladores bloquean una calle durante una protesta contra la mina Las Bambas en Apurímac. 29 de septiembre de 2015. REUTERS/ El Comercio/Foto de archivo. NO USAR EN PERÚ

En la interminable pugna entre los conglomerados mineros mundiales y muchos peruanos, Julio Guillermo ha sido considerado durante mucho tiempo un actor secundario: un agitador antigubernamental que no lucha por una mayor parte del botín, sino por el cierre de las minas en la sierra del centro-sur.

Al igual que sus compañeros activistas locales, Guillermo, de 49 años, basa sus protestas en la contaminación de las reservas de agua, que los mineros desestiman, y en un argumento que es más difícil de rebatir: su tierra en Ayacucho es sagrada, no es un lugar para extraer plata y oro. “Es como deshacer tu templo, tu creencia”, dice en una entrevista.

Su enfoque nunca encontró mucho apoyo en Lima, hasta ahora. Con la toma de posesión en julio del presidente Pedro Castillo, un activista rural de un partido marxista, Guillermo tiene un poderoso aliado, y el mes pasado el Gobierno anunció sorpresivamente que no se renovarían las licencias de cuatro minas de metales preciosos en Ayacucho. Los precios de las acciones de Hochschild Mining Plc se desplomaron.

Y luego el Gobierno, bajo la presión de la industria minera y los partidos conservadores, pareció retractarse, diciendo que podría permitir prórrogas para esas minas. A medida que aumentan las protestas en un país que se encuentra entre los principales productores de cobre, zinc y plata, los mineros dicen que su futuro en Perú, uno de los favoritos de los mercados emergentes, se ve oscuro.

“Las empresas están empezando a preguntarse si vale la pena quedarse en el Perú”, dijo Raúl Jacob, presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía de Perú y director financiero de Southern Copper Corp. Sostuvo que incluso si se resuelve este conflicto, “es cuestión de tiempo hasta que otro estalle. No se está resolviendo el problema de raíz”.

La batalla por la minería en Ayacucho es un punto de tensión para el nuevo Gobierno, así como para los mercados mundiales de metales que dependen de los ricos yacimientos de Perú para satisfacer la creciente demanda ante la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles.

Castillo ya esquivó un intento de destitución por parte de los congresistas de oposición. Su necesidad de apaciguar a las facciones más moderadas de la política peruana lo ha llevado a suavizar su tono sobre la nacionalización de los recursos.

Pero es un baile delicado. Necesita el apoyo de las facciones más duras de su partido, así como de los votantes rurales que lo llevaron al poder. Los grupos comunitarios de Ayacucho ya han amenazado con reanudar las protestas.

Bajo el mandato de Castillo, los conflictos sociales han aumentado a nivel nacional. La industria minera atribuye parte de la culpa a que su administración prioriza el derecho a la protesta por encima de otras preocupaciones, como elderecho al libre tránsito. También puede deberse a la pandemia y a las mayores expectativas del nuevo Gobierno.

La industria minera afirma que el problema comienza con el gasto ineficiente de los ingresos tributarios que genera. En zonas aisladas con servicios e infraestructura deficientes, las minas pueden convertirse en Gobiernos locales de facto y, por lo tanto, en un blanco fácil para las protestas.

Mientras que Glencore Plc y Hudbay Minerals Inc. llegaron recientemente a acuerdos para resolver los conflictos comunitarios en las minas peruanas, MMG Ltd. detuvo sus operaciones debido a los bloqueos de carreteras por parte de personas que viven a 200 km de distancia y quieren obtener mayores beneficios. En octubre, hubo 148 conflictos activos en Perú, incluido el incendio de una mina.

Un mayor deterioro de las relaciones con las comunidades podría tener grandes repercusiones. La minería emplea directamente a unas 240.000 personas en Perú y el año pasado representó el 62% de las exportaciones y el 8,8% del producto interno bruto.

CONVENCER A LAS PERSONAS

Los datos del Gobierno muestran una cartera de proyectos mineros de más de US$50.000 millones a medida que las empresas buscan aprovechar yacimientos de mayor calidad y menor costo en promedio que los del otro lado de la frontera sur, en Chile. Para el cobre, estas inversiones son cruciales para ayudar a satisfacer el crecimiento de la demanda proyectada en la transición hacia las energías y el transporte limpios.

Convencer a la gente de que la minería es una ventaja y no una amenaza puede determinar el futuro de la industria.

Costará mucho convencer a los activistas de Ayacucho.

Guillermo considera que el daño ambiental está entrelazado con la erosión cultural. Antes de que su padre y sus tíos vendieran la tierra que ahora es un yacimiento de plata y oro administrado por South America Mining Investments SAC, esta formaba parte de las rutas comerciales de los incas. Ahora, las antiguas prácticas de trueque y los restos arqueológicos desaparecieron y el significado espiritual de la zona está en peligro, dijo.

“El ojo de agua y el cerro es como una deidad, por eso al cerro le damos su ofrenda”, señaló Guillermo. “El cerro desapareció con la minera”.

Los lugareños dicen que constantemente encuentran peces y vacas muertas y que algunos pueblos ya no pueden beber de sus arroyos.

Los principales operadores mineros de Ayacucho dicen que actúan de forma responsable y cumplen con la normativa. Hochschild, cuyas acciones perdieron un 28% en la jornada bursátil después de que las autoridades acordaran no renovar las licencias, prometió defender sus derechos. Cía. Minera Apumayo afirmó que mantiene buenas relaciones con las comunidades locales, al tiempo que condenó los actos de violencia de otros grupos con motivaciones políticas e instó a las autoridades a investigar las denuncias de contaminación, agregando que los ríos contienen minerales de forma natural.

Medita Huayhua, que lidera la batalla contra la minería en Chaviña, a unas tres horas en auto de Breapampa, el pueblo de Guillermo, opina distinto. Ella culpa a la mina Apumayo, ubicada río arriba, de contaminar las fuentes de agua de su pueblo cuando las fuertes lluvias arrastran los residuos, lo que provoca altos índices de anemia y cáncer entre los residentes. Los habitantes de la cercana localidad de Sancos expresan preocupaciones similares.

“El presidente dijo que se van a retirar las mineras que están en cabecera de cuenca”, señaló Huayhua, quien se sometió a una operación de cáncer de mama. “Qusiéramos que el presidente cumpla con su palabra”.

Con información de Bloomberg

SEGUIR LEYENDO:

Guardar