La voz de Dios es la voz del pueblo, reza un refrán, el cual hace un año, miles de peruanos, principalmente los jóvenes elevaron su voz contra un gobierno impuesto en donde Manuel Merino había tomado la banda presidencial, luego que el Congreso destituyera a Martín Vizcarra.
Fue entonces donde estos jóvenes decidieron salir a las calles, cansados de ver a su país sumergido en actos de corrupción, cansados de la inestabilidad política y social. Fue así que un 14 de noviembre del 2020 estos mismos jóvenes no iban a dejar que su patria se venga abajo, por eso salieron, a luchar por esa estabilidad.
En aquella noche del jueves, viernes y sábado, fueron varios los heridos y dos los caídos (muertos), quienes hasta ahora reclaman justicia por la forma tan aberrante que intentaron callarlos. ¡Justicia! Una palabra de 8 letras, pero que en Perú es tan larga como el tiempo.
Según Ipsos, el 86 % de los ciudadanos a nivel nacional respaldó la movilización juvenil. Al quinto día de protesta, Merino se vio obligado a renunciar. Para entonces, el saldo de las marchas ya había dejado 200 personas heridas y dos fallecidos por los perdigonazos de la Policía: Inti Sotelo y Jack Pintado.
TESTIMONIOS DE LAS VÍCTIMAS DE UN GOBIERNO USURPADOR
Percy Pérez Shapiama (27)
“Al instante del disparo sentí que la mitad de mi cuerpo se había adormecido. Yo quería levantarme. No había perdido la conciencia, pero ninguna extremidad reaccionaba. No sé cuántos minutos habré pasado ahí tirado en el suelo hasta que vinieron a auxiliarme. Me cargaron a un taxi y me llevaron al hospital más cercano. En el carro sentí que me faltaba el aire y caí inconsciente”, relata Percy Pérez Shapiama (27) para el semanario “En sus trece”. Pérez fue uno de los miles de jóvenes que, hace un año, se sumó a las marchas para protestar contra el gobierno de facto de Manuel Merino. “Era inaceptable”, dice Pérez sobre el gobierno golpista.
El proyectil que le perforó el vientre fue una canica. Ha pasado tres veces por el quirófano. Le han tenido que retirar el 75 % del intestino delgado y realizarle una colostomía. “Me falta una operación más, tienen que dilatar el intestino grueso y juntarlo con el delgado. Es una intervención de alto riesgo. Si no funciona bien, cabe la posibilidad de que fallezca”, dice con serenidad.
Jon Cordero (25)
Fue la primera vez que Cordero se sumaba a una movilización ciudadana. “Frente a nosotros ya había una línea de chicos protegiéndose con gigantografías de los policías que disparaban lacrimógenas y que nosotros pudimos esquivar retrocediendo. Entonces yo cojo y lanzo una bomba lacrimógena que cayó cerca, me volteo y entre el humo salgo trotando a buscar a mi amigo. Y de espaldas siento el impacto. Caí sin poder poner las manos ni nada. Intenté pararme, pero mis piernas no respondían. Tuve un apagón de tres segundos y abrí los ojos. Me senté cuando la Cruz Roja vino a ayudarme” explicó.
Gustavo Moreno Quispe (40)
“Yo me encontraba replegando las bombas lacrimógenas mientras otros intentaban sacar las rejas para avanzar. Esa era la intención. Y ahí empezó una represión continua, disparo tras disparo. Veías a los lados cómo a cada rato caían los muchachos. Y ahí siento punzadas en mis pies. Ardor. Me vi sangrar por varias partes del pantalón, me caí, no podía pararme. La Cruz Roja llamó a una ambulancia y me sacaron de ahí”, cuenta Moreno.
De aquella jornada, le quedan dos municiones que le ingresaron por el glúteo y se alojaron en la pared del estómago; otro perdigón está en el talón derecho y uno más en la canilla izquierda.
Los médicos le dijeron que con el tiempo su organismo los encapsularía o, en el peor de los casos, se le formarían tumores. “En ese caso sí tendrían que extirparlos como sea, por eso necesito monitoreos continuos”, dice Moreno, quien no puede cargar peso o ejercer presión en sus piernas porque el dolor se le hace insoportable.
LO QUE SE DEBE SABER
Rosa Laura, experiodista de IDL-Reporteros que investigó los homicidios en las manifestaciones, señala que, de acuerdo a los videos recopilados, el pelotón de policías que hirió a Jon Cordero es el mismo que disparó la bala que mató a Inti Sotelo.
“En el disparo a Jon no hay dudas, se ve al policía que le dispara y él cae. Está grabado. Por el cruce de información con otras cámaras y la hora, es probable que de ese mismo cartucho saliera también el perdigón que mató a Inti. Los perdigones de Inti y Jon tienen el mismo tamaño y fueron disparados a la misma hora. Las municiones extraídas fueron perdigones de caza. La PNP tiene prohibido de usar ese tipo de perdigones contra civiles”, sostuvo.
JUSTICIA QUE NO LLEGA
Mientras que por el lado de las víctimas todavía no llega justicia, del otro lado de la trinchera los responsables de la represión gozan de absoluta impunidad.
La denuncia constitucional contra Manuel Merino, Ántero Flores-Aráoz y Gastón Rodríguez lleva un mes congelada en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales del Congreso. Y la investigación interna del Ministerio de Interior, según indica el abogado Ronald Gamarra, habría sido archivada.
“Formalmente no se ha informado nada sobre la investigación del ministerio, pero lo que ha trascendido, y se ratifica con lo declarado por los policías en la Fiscalía, es que ellos han sido exonerados de cualquier tipo de responsabilidad. ¿Cómo es posible?”, dice el abogado de la familia Pintado.
(Con información del Semanario “En sus trece”)
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