Esta bella ave es controvertida por su canto, ya sea por lo temprano en que lo ejecuta en el día o por lo misterioso de su motivo. Se alimenta de pequeños insectos en los parques y jardines de las zonas urbanas, además de estar poblando los ambientes rurales.
Vive en toda América y en nuestro país ocupa gran parte del centro y noreste del territorio nacional, siendo muy abundante en la región Centro Norte de la provincia de Buenos Aires.
El zorzal cambió su hábitat ampliando la silvestría exclusiva y plena, adaptándose a jardines y parques del hábitat urbano. Es poco terrícola, comparado con otras especies emparentadas, y hace vibrar la cola de una forma muy característica.
Cuando empiezan a llegar los calores, el canto del zorzal resuena en las mañanas, muy temprano, casi en plena madrugada, y sobre todo en las noches más tórridas del verano.
Su voz, con un sonido muy típico, tiene un tono tan particular que le permitió darle, con su nombre, el apodo a muchos cantantes. Entre ellos, nada menos que a Carlos Gardel, el “zorzal criollo”.
En cuanto a su fisonomía, mide unos 25 centímetros, tiene el vientre de color rojizo con intensidad variable y los machos se destacan por su pico amarillo.
Por su parte, a la hora de armar su nido lo construye sobre ramas o troncos usando raíces, barro y fibras vegetales. Al poner los huevos, lo hace de a tres, y son de un color verdoso con manchas marrones y grises.
El zorzal es tranquilo y poco sociable y se suele alimentar de lombrices e insectos que encuentra al remover hojas y ramas.
En el norte argentino se lo conoce como chalchalero (de allí el nombre del conjunto folklórico tan conocido en Argentina) por su afición a alimentarse del fruto del chal chal, o cocú, que es un arbolito con tronco rojizo y corteza escamosa, del que sus dulces frutos son la delicia de estas aves.
El que canta y es el más conocido por los argentinos es el macho que despliega su destreza a todo volumen. A muchos les molesta este pájaro pariente de los tordos por su insistente canto en un horario poco habitual.
Este hecho no es nada casual, ni lo hace para incomodar a nadie, es que es la época en la que busca o llama a su pareja y así lo hace delimitando a su vez el lugar donde construirá su nido y cuidará a sus pichones.
Siempre se afirmó que comenzaba a cantar alrededor de las cuatro de la madrugada, cuando todavía no había asomado el sol por el horizonte. Pero el cambio climático, el aumento de las luces urbanas y el incesante crecimiento de las ciudades han modificado este hábito. Con lo cual, su canto anticipado en plena madrugada, aún en noche cerrada, que con las luces urbanas ya no es tal.
No está demás recordar algunos versos de la Zamba del chalchalero (1958), que redimen a nuestro zorzal de los desvelos que nos pueda causar su tempranero canto:
“Quebrada de San Lorenzo
La sombra de los nogales
Morada en la zarza llora
Maduras moras bajo el chalchal.”
“El canto del chalchalero
La siesta del aire moja
Y tiñe de amor la roja
Pluma del pecho con el chalchal”.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional
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