Existe una creencia errónea y lamentablemente generalizada de que los gatos son animales poco emocionales, incapaces o poco afectos a crear un vínculo sentimental con su tutor o su entorno familiar. Nada más lejos de la realidad. ¿Por qué? Porque estos felinos son muy capaces de experimentar las más variadas emociones, entre ellas la alegría, el miedo y, por supuesto, la tristeza.
Aunque puede resultar complejo interpretar sus emociones al no tener la variedad y cantidad de expresiones faciales de los perros, es necesario prestar especial atención a su comportamiento para saber si algo en su vida no anda bien.
Hay ciertas actitudes que nos permiten detectar la tristeza en los gatos. En principio, sabemos que son animales muy dormilones y pueden pasarse hasta dieciséis horas al día durmiendo. Si están tristes, suelen dormir incluso más tiempo y, además, apenas intentan moverse de su lecho.
Al igual que nos ocurre a los seres humanos cuando sentimos emociones negativas, los gatos también sufren cambios en su apetito. En ese sentido, la pérdida o la alteración del apetito puede ser un claro indicio de su estado de ánimo, ya que por lo general, pierden el interés en la comida. Cuando un gato está triste, duerme más y come menos. No obstante, éstos también pueden ser indicativos de una afección sistémica y concreta que requiera atención médica.
Otra de los signos de alerta es el cambio en los maullidos. Los gatos pueden empezar a maullar más o menos de lo normal y diferente de lo habitual. Cuando están tristes, los maullidos suelen ser graves, a lo que se pueden sumar reacciones agresivas ante circunstancias que para ellos antes eran normales y no ameritaban este tipo de reacciones.
Asimismo, es común que hagan sus necesidades fuera de la bandeja sanitaria. A esta actitud patológica se la llama eliminación inadecuada. Sabemos que los gatos son muy rutinarios a la hora de cualquier conducta, con más razón en el caso de la eliminatoria, así que cuando hacen esto, es una señal muy clara de que no se encuentran bien.
Para entender las causas por las que los gatos pueden estar tristes, es primordial tener en cuenta que son estrictamente animales de rutina, por lo tanto, el más mínimo cambio en su entorno o secuencia diaria, como puede ser una mudanza o la llegada de un nuevo miembro al hogar, puede alterarlos. Los gatos, a pesar de que se suele pensar lo contrario, también necesitan sentirse queridos, disfrutando de la compañía de los seres humanos convivientes, y es por eso que la soledad puede llevarlos a un estado de tristeza.
Así las cosas, una mudanza o un simple cambio en los muebles de la casa puede hacer que estos animales pierdan el control de su entorno y esta circunstancia termine pasándoles factura en su estado de ánimo y, por ende, en su salud.
Finalmente, cabe señalar que una mala relación con otro gato que viva en la misma casa puede dar lugar a situaciones estresantes de las que no pueda escapar. Esta puede ser una situación no resuelta que determine un estado de angustia y tristeza. En suma, detectar qué le pasa a nuestro gato y determinar su causa es la clave para buscar la solución y llegar a un estado de armonía.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional
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