Uno de los usos más antiguos de los perros en las guerras fue el de centinelas, es decir, el de defender los campamentos y otras áreas prioritarias a través del ladrido o gruñido para alertar a los guardias sobre la presencia de personas ajenas a las tropas.
Aunque fue a raíz de la Guerra Fría (1947 a 1991) y la Guerra de Vietnam (1955-1975) que se formalizaron las grandes secciones caninas para ser entrenados como centinelas ―sobre todo por la latente amenaza del uso de armas nucleares―, desde antes los perros ya cumplían con esta función, como lo hizo Chips, considerado el can más condecorado de la Segunda Guerra Mundial.
Nacido en el año de 1940, Chips fue una cruza de pastor alemán y husky, propiedad de un hombre llamado Edward J. Wren, que vivía con su esposa y su hija en Pleasantville en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos.
En su primer año de vida Chips fue un perro muy apegado a la hija de Wren, llamada Gail, a la que seguía a todos lados. Además, mientras jugaba con otros niños, el perro alejaba a las niñas si sentía que ellas corrían algún tipo de peligro.
Pronto los días de juegos y mimos de Chips se verían interrumpidos cuando Estados Unidos se unió a la Segunda Guerra Mundial y entonces los ciudadanos comenzaron a donar a sus perros para el servicio, y la familia Wren no fue la excepción.
El proyecto War Dog Training Center, desarrollado en Virginia, buscaba sumar esfuerzos para apoyar a los militares estadounidenses y sus aliados en la guerra. De los 40 mil perros donados, únicamente 10 mil lograron terminar el entrenamiento.
Posteriormente, Chips fue uno de los cuatro perros asignados a la Tercera División de Infantería que llevó a cabo diversas operaciones en el norte de África, Sicilia, Francia y Alemania. En estas misiones siempre estuvo acompañado de su entrenador, John P. Rowell.
La Operación Husky
De acuerdo con la página web de Animals in War & Peace, fue el 8 de noviembre de 1942 cuando Chips entró en acción en la llamada “Operación Antorcha” en el Marruecos francés, en donde cumplió con la función de acompañar a las patrullas y alertarlas del peligro del fuego enemigo, así como realizar tareas de exploración.
Sus grandes habilidades lo llevarían meses después a servir como perro centinela en la Conferencia de Casablanca (14 al 24 de enero de 1943), en donde el primer ministro del Reino Unido, Winston Churchill, y el presidente estadounidense, Franklin Delano Roosevelt, se reunieron para discutir la estrategia a poner en marcha para el resto del conflicto internacional.
Sin embargo, la verdadera hazaña que hizo que Chips pasar a la historia ocurriría el 10 de julio de 1943, en una batalla en Sicilia denominada “Operación Husky” y que comenzó con un despliegue anfibio y aéreo, seguida de un terrestre de medio año.
La “Operación Husky”, considerada la maniobra anfibia más grande de la Segunda Guerra Mundial, cumplió con el objetivo de expulsar de la isla a las fuerzas aéreas y navales del bloque del Eje; las rutas del Mediterráneo también fueron despejadas; y Benito Mussolini fue arrestado por el Gran Consejo Fascista y el rey Víctor Manuel III de Italia.
El primer día de la batalla en Sicilia, mientras Chips era conducido por tierra entre la oscuridad, el pelotón fue atacado en la playa por un equipo italiano de ametralladoras. Mientras el pelotón se zambullía para cubrirse, el can logró liberarse de su controlador y se dirigió a la cabaña de donde provenían los disparos.
En la cabaña, Chips agarró la ametralladora por el cañón y la sacó de su montura, luego agarró al artillero por el cuello y lo arrastró, ocasionando la rendición de tres italianos agresores, salvando así a los hombres de su pelotón.
“Había mucho ruido, luego vi a un tipo salir por la puerta con Chips en la garganta, así que lo llamé antes de que pudiera matar al hombre”, declaró John P. Rowell en una entrevista publicada el 1 de septiembre de 1943 en el Boston Globe.
A consecuencia de este heroico acto, Chips sufrió quemaduras por la pólvora y requirió asistencia para tratar sus heridas. Esa misma noche el estado de alerta del can y su agudo sentido del olfato lo llevaron a descubrir a una decena de italianos que intentaban infiltrarse en el campamento.
De acuerdo con el medio Inside, Chips también ganó notoriedad cuando en 1945 se reunió con el general Dwight D. Eisenhower, el futuro presidente de Estados Unidos, y cuando éste se acercó a acariciar al perro en agradecimiento por su servicio el can lo mordió.
El perro más reconocido
Una vez finalizado el conflicto, Chips regresó a Nueva York y reanudó su vida con la familia Wren. Murió en 1946, siete meses después de haber regresado a su hogar, a causa de una insuficiencia renal.
Por sus acciones durante la guerra fue galardonado con la Cruz de Servicio Distinguido, la Estrella de Plata y un Corazón Púrpura, sin embargo, estos premios le fueron revocados debido a que una política del Ejército impedía el elogio oficial para los animales.
Su unidad, no conforme con las reglas, le regaló una cinta de teatro con una punta de flecha con ocho estrellas que representaban cada una de las batallas en las que participó como perro centinela.
En 1990 la productora Disney hizo una película titulada Chips, the War Dog, que estaba basada en la vida del can.
El 15 de enero de 2018, en el 75 aniversario de la Conferencia de Casablanca, Chips fue reconocido en el museo Churchill War Rooms como el animal número 70 y el perro número 20 en recibir la Medalla Dickin, otorgada por el Dispensario Popular para Animales Enfermos (PDSA, por sus siglas en inglés).
“No les gustó el hecho de que había obtenido medallas y cosas por el estilo. Así que realmente me hizo sentir muy bien verlo finalmente recibir algún reconocimiento como una criatura especial, que, en nuestra opinión, lo era”, dijo a Canadian Broadcasting Corporation (CBC) uno de los hijos de la familia Wren al representarlo para recibir la presea.
Al año siguiente, en el 2019, Chips recibió la medalla de valor que otorga la organización Animals in War & Peace.
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