La contaminación auditiva submarina generada por las actividades comerciales ha afectado en gran medida a la fauna que habita debajo de los mares. La comunicación, su reproducción y la esperanza de vida de estos animales, son algunas de las actividades más dañadas por el ruido generado por los humanos.
Investigadoras de la Universidad de Bristol, en Inglaterra, descubrieron que los delfines tienen que “gritar” para comunicarse debajo del agua, cuando hay altos niveles auditivos provenientes de los barcos, las perforaciones o construcciones submarinas.
Pernille Sørensen, autora principal del estudio, explicó que los animales submarinos son muy susceptibles a la perturbación del ruido que hay en el medio ambiente y que tan solo en las últimas dos décadas se ha registrado un “aumento dramático en el sonido producido por el hombre, y la contaminación acústica en los océanos no es una excepción”.
En su estudio publicado el 12 de enero en la revista Current Biology, las académicas de la universidad inglesa explicaron que tras el análisis de dos delfines, Delta y Reese, encontraron que estos animales ajustaban el volumen y duración de “su voz” cuando escuchaban ruido proveniente de un altavoz submarino.
Pernille explicó a la gaceta digital de la universidad que desde hace años se sabe que los animales marinos han intentado compensar el aumento del ruido en su entorno, sin embargo esto no es suficiente para superar los efectos negativos que genera este tipo de contaminación.
Cambiaron su comunicación
Para estudiar a estos animales, registraron las vocalizaciones de Delta y Reese mientras tenían que realizar una tarea en conjunto para presionar un botón debajo del agua, durante esta actividad ambos animales fueron expuestos a diferentes sonidos y dependiendo de la intensidad subían o bajaban el volumen de sus sonidos.
Los delfines trabajan juntos la mayor parte del tiempo para conseguir su comida, en este proceso la comunicación funge un papel importante puesto que es el pilar principal para lograr con “éxito” sus tareas.
La coautora de la investigación, Stephanie King, explicó que si los “grupos de animales en la naturaleza son menos eficientes para buscar comida de manera cooperativa, esto tendrá un impacto negativo en la salud individual” y como última consecuencia también afectará a la reproducción de las especies.
El oído es uno de los sentidos más importantes para las ballenas, delfines, marsopas y otros animales marinos. El sonido puede viajar a cientos de kilómetros debajo del mar, por esta razón es que las especies marinas desarrollaron un sistema de comunicación con una compleja gama de sonidos para “hablar” entre ellos.
King contó para la gaceta de la Universidad de Bristol, que descubrieron que los delfines son capaces de modificar sus vocalizaciones de manera flexible, con la finalidad de seguir cooperando con su pareja.
Pensar en las especies submarinas
Las investigadoras resaltaron que es importante tomar en cuenta qué tanto afecta la contaminación sonora a las especies que habitan los diferentes océanos del mundo, por lo que es necesario investigar cómo los sonidos afectan en las tareas grupales de la vida silvestre.
Aunque esta investigación se realizó con delfines que viven en zonas controladas y protegidas por los seres humanos, las académicas de Bristol explicaron que este tipo de contaminación afecta en gran medida a los delfines salvajes que andan libres por diferentes mares del mundo.
Los problemas de comunicación que hay entre las especies afecta de manera directa en su reproducción y por ende a la densidad de su población.
King y Sørensen relataron que este experimento fue una oportunidad única para estudiar a fondo los efectos negativos del ruido en el comportamiento de estos animales, puesto que algo imposible de hacer en la naturaleza.
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