A lo largo de la historia, los animales han servido a los humanos para defenderse de las amenazas de otros hombres. En el caso de los canes, más allá de su capacidad como guardianes, también han resultado útiles con sus instintos y sentidos, convirtiéndose incluso en perros detectores de explosivos.
Gracias al olfato altamente desarrollado que poseen, los perros han sido empleados para detectar objetos ilegales como la droga, el dinero de contrabando, la búsqueda y rescate de víctimas de desastres naturales, también ha sido muy útil para un viejo pero persistente problema: las minas antipersonales.
Las habilidades de Lucca, una cruza de pastor alemán y belga malinois, la convirtieron en la primera perra del cuerpo de Marinos en ser reconocida con la Medalla Dickin, al haber evitado muertes humanas en más de 400 misiones realizadas en Irak y la guerra de Afganistán.
A prueba de bombas
Nacida entre el 2003 o 2004 en Países Bajos, Lucca entrenó sus primeros seis meses de vida con un equipo estadounidense de las Fuerzas de Defensa de Israel y luego fue admitida en el centro de entrenamiento de Yuma Proving Ground en Arizona, Estados Unidos.
Lucca llegó al Cuerpo de Marinos de EEUU a los dos años de edad. Fue en el 2006, en la base de San Antonio, en donde conoció a Chris Willingham, un infante de marina que se especializaba en el entrenamiento de perros.
Según contó Willingham a Los Angeles Times en una entrevista realizada en el 2016, desde el primer momento en el que vio a Lucca supo que ella sería muy especial… y no se equivocó, pues pronto logró desarrollar su cualidad de olfatear bombas.
“Tenía mucha expresión en su rostro, con estos ojos intensamente enfocados. Se notaba que estaba tratando de entenderme de inmediato”, recordó Willingham en su momento.
Sus habilidades la llevaron a ser un can de la Marina por seis años en un grupo de élite que trabajaba sin correa a largas distancias de sus amos en situaciones peligrosas.
Tuvo la oportunidad de participar en alrededor de 400 misiones en las que fue capaz de hallar hasta 40 bombas; su trabajo lo realizó sin que se produjera ninguna muerte de civiles o militares.
Lucca y el cabo Juan Rodríguez, su último adiestrador, dirigieron 75 patrullas en la provincia de Helmand, Afganistán, un área fuertemente cargada de artefactos explosivos improvisados. A pesar de haber sido blanco de terroristas, que les dispararon en varias ocasiones, ambos continuaron con éxito la búsqueda.
En otra de las misiones, también dirigida por Lucca y Rodríguez, la perra indicó que había un artefacto explosivo improvisado (IED, por sus siglas en inglés) justo en el camino que seguían los militares. Una vez despejada la dinamita, la escuadra fue capaz de regresar a la base de manera segura.
El 23 de marzo de 2012, cuando realizaba un patrullaje en Afganistán, Lucca olfateó un artefacto explosivo improvisado de alrededor de 30 libras (13,6 kilogramos), pero mientras buscaba dispositivos adicionales detonó una segunda bomba. Este hecho provocó que la perra sufriera quemaduras en el pecho y que tuvieran que amputarle la pata delantera izquierda. Milagrosamente, ningún otro militar resultó herido.
El cabo Juan Rodríguez, testigo del accidente, comentó: “La explosión fue enorme e inmediatamente temí lo peor para Lucca. Corrí hacia ella y la vi luchando por levantarse. La recogí y corrí al refugio de una línea de árboles cercana; aplicó un torniquete a su pata lesionada. Estuve con ella constantemente durante su operación y su recuperación. Me había salvado la vida en tantas ocasiones: tenía que asegurarme de estar allí para ella cuando me necesitaba”, narró.
La can fue trasladada a Alemania para recibir atención médica veterinaria especializada y rehabilitación. Días después de la explosión ya podía caminar de nuevo, pero tuvo que retirarse del servicio. Luego fue adoptada por Willingham, quien ese entonces ya era sargento de artillería.
Su huella en la historia
El 5 de abril de 2016 el Dispensario Popular para Animales Enfermos (PDSA), una organización benéfica veterinaria de Reino Unido, otorgó a Lucca la Medalla Dickin, considerada el equivalente a la Cruz Victoria, la condecoración militar británica más alta.
La leyenda que acompaña su medalla dice: “Por el servicio incansable a las comunidades militares de los Estados Unidos de América y los socios de la coalición de 2006 a 2012″.
El día de la ceremonia realizada en Wellington Barracks, Londres, la teniente coronel Abby DuBare de la Royal Army Veterinary Corps dijo: “La historia de Lucca se ha vuelto famosa en los Estados Unidos y estoy muy complacido de que PDSA honre su contribución a las campañas militares tanto en Irak como en Afganistán”.
Según confesó la propia Amy Dickin, en ese entonces encargada del Dispensario, la concesión de la medalla a Lucca atrajo más atención pública que cualquier otro galardonado en toda la historia del programa.
Lucca también se hizo acreedora a una placa no oficial del Corazón Púrpura, una condecoración de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos con el perfil de George Washington y que es otorgada en nombre del Presidente a quienes resultaron heridos o fallecidos en servicio.
La perra, quien murió el 20 de enero de 2018 por causas naturales, vivió con la familia de Willingham en California. Su dueño siempre la elogió por su inteligencia, lealtad e impulso para ejercer su trabajo: “Ella es la única razón por la que llegué a casa con mi familia y tengo la suerte de haber servido con ella”, señaló el sargento.
En noviembre del 2019 Lucca se convirtió en uno de los primeros animales que se hicieron acreedores con una Medalla de Valentía de Animals in War & Peace, que se le entregó de forma póstuma en una ceremonia en el Capitol Hill en Washington, DC.
Finalmente, la heroica historia de Lucca fue llevada al libro Top Dog: The Story of Marine Hero Lucca, escrito por Maria Goodavage.
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