La terapia asistida de animales es un método alternativo que podría tener grandes beneficios en personas que padecen Alzheimer, las ganas de estar con un perro incita al movimiento de las manos para acariciarlo o cepillarlo y como resultado se crean sesiones de fisioterapia para ayudarlos con los dolores que llegan a padecer.
De acuerdo con la Fundación Affinity este tipo de tratamiento no sustituye a la terapia o fármacos, pero sí incide en un aspecto positivo en quienes padecen esta enfermedad.
Barbara W. McCabe del Centro Médico de la Universidad de Nebraska en su estudio “Perro residente en la unidad de cuidados especiales de Alzheimer”, publicado en el Western Journal Resident, explicó la importancia que tienen estos animales en el cuidado y tratamiento de las personas que padecen esta enfermedad incurable.
La presencia de estos animales en la terapia ayudan al proceso de socialización de los enfermos, lo que provoca que las interacciones individuales mejoren de manera considerable, explicó la académica estadounidense.
McCabe relató que durante el experimento se analizó el comportamiento de 22 pacientes, quienes se vieron beneficiados por la presencia de un perro de terapia desde la primera semana, puesto que “redujo la aparición de alteraciones del comportamiento durante las horas diurnas”.
Después de 30 días del inicio del experimento, el comportamiento de los pacientes mejoró aún más a comparación de estos primeros días que entraron en contacto con el can.
A pesar de que las personas que convivieron con un perro de terapia mostraron avances en su actitud durante todo un mes, la académica que encabezó esta investigación sugirió que aún se debe de investigar aún más sobre el tema para explorar si este tipo de intervenciones no farmacológicas pueden afectar el uso de fármacos.
Activar la memoria
Maribel Vila, responsable del Programa de Terapias Asistidas de la Fundación Affinity, comentó en entrevista para El Diario que este tipo de tratamientos alternativos con animales pueden cambiar vidas, sin embargo, cuando se realiza mal podría empeorarlas.
“Por ello, los profesionales deben actuar con sensibilidad, formación y conocimiento de los perros con los que se trabaja”, explicó la especialista.
Los animales que vayan a ser capacitados para estas terapias deben de cumplir con características muy específicas como la socialización con las personas, que su comportamiento sea amable y no vaya a presentar actitudes negativas en cualquier momento, tras esta evaluación son sometidos a un entrenamiento de seis meses.
Durante estas actividades a los pacientes se les incita a trabajar la memoria con cada uno de los perros, identificarlos por sus características, nombre, color y edad. Vila relató que había ocasiones que los pacientes regresaban al hospital un año después y aún recordaban quién era el canino con el que tomaron la terapia.
Inclusión de la familia
La fundación española explicó que en algunas de las sesiones también participan los familiares de las personas afectadas, para que ambos logren tener una experiencia de bienestar en medio del duro proceso que atraviesa por la enfermedad.
Vila explicó que la presencia de un can en un geriátrico también impulsa a la interacción de los pacientes, quienes generalmente combaten esta enfermedad bajo una sensación de soledad, el ver que todavía pueden realizar cierto tipo de actividades como si nada hubiera cambiado les ayuda a mejorar su autoestima.
Las acciones que se registran durante la terapia por ejemplo como un movimiento de la mano o realizar una sonrisa es un gran avance puesto que “demuestra que esa persona reconoce esa situación como algo agradable para ellos”, agregó la directora del programa de terapia de la fundación.
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