El frío de las avenidas, las pocas fuentes de alimento y la necesidad de sobrevivir llevaron a Fresa a tomar un pedazo de carne de una carnicería. Lo que no esperaba fue la reacción despiadada del carnicero, quien decidió cortarle toda su boca con el mismo cuchillo con el que parte las costillas de las vacas.
Su historia, como la de otros tantos perros que viven en la organización Milagros Caninos, es desgarradora.
“Fresa cometió el delito de tener hambre, se acercó a una carnicería a sustraer alimento, no digo robar porque no lo hacen con la intención de perjudicar al carnicero, lo hacen porque tienen hambre y ven la comida”, contó para Infobae, Miriam Nieto, trabajadora del primer santuario canino en tratar casos de maltrato animal extremo.
Patricia Ruiz, fundadora de esta asociación a favor de los animales, salió corriendo en cuanto recibió la llamada de que había un perro sin rostro por las calles, una vez que estuvo en sus brazos decidió llevar a Fresa al albergue donde se comenzaron a ver opciones para que sobreviviera ante la gravedad de la herida.
Se le realizó una cirugía plástica donde corría demasiados riesgos, pero afortunadamente tuvo éxito, relató Miriam, ante la operación en la que se le reconstruyó la nariz y el hocico para que pudiera comer nuevamente.
Fueron 6 largas horas de operación, pero valieron la pena. Los resultados fueron positivos, tres semanas después se le realizó la cirugía estética para poder darle una cara.
Tras sobrevivir a este terrible episodio, ha tenido que iniciar de nuevo su vida, alejada del ruido de la ciudad, de los peligros de las calles y de las personas que se aprovechan de los animales, quienes no pueden alzar la voz.
Un nacimiento nuevo
Cuando llegó al primer santuario de América Latina enfocado en cuidar a los perros que han sufrido maltrato animal extremo, los trabajadores del lugar creyeron que era una bóxer, sin embargo resultó ser una pug muy amorosa.
Miriam Nieto contó que las personas que llegan a visitar el lugar siempre se preguntan cómo es que Fresa se adaptó a esta nueva vida y si es posible que coma con normalidad, ella siempre responde que ingiere alimentos como cualquier perro.
La encargada de cuidar a los caninos —junto con otros 22 trabajadores que laboran en el santuario— relató que tras su cirugía se le tuvo que enseñar a comer de nuevo sin atragantarse. El proceso fue lento, al principio le daban carne molida, fácil de digerir, hasta llegar gradualmente a las croquetas.
“Todo esto fue muy difícil de enseñar, puesto que en algunas ocasiones se ahogaba”, relató Miriam. Durante este lapso de aprendizaje, Patricia Ruiz, fundadora de la asociación, estuvo a lado de Fresa, tras varios meses aprendió a comer y tomar agua con normalidad.
La adaptación
Todo el terreno del santuario está dividido por partes, los casos de maltrato extremo están en uno solo, ahí hay decenas de perros que han sufrido las peores atrocidades que un ser humano puede cometer.
A pesar que en sus primeros meses la adaptación fue difícil, ya que aún quedan los traumas generados por el maltrato, Fresa resultó ser una de las perras más sociables que hay en el albergue, además le gusta recibir visitas de personas y que le hagan cariños; el rencor no forma parte de su vida.
Hoy corre libremente por este espacio y convive con dos perros que la acompañan todos los días, ellos son muy respetuosos con ella, la tratan con cariño y respetan el espacio en donde se acuesta. “Su momento más feliz del día es cuando le toca recibir un premio o la hora de la comida”, contó otro de los trabajadores, quien prefirió no revelar su identidad.
La organización Milagros Caninos actualmente tiene a 410 perros a su cargo, y el deseo de Miriam Nieto es que en un futuro no tengan que existir este tipo de asociaciones para resguardar a los animales de compañía que fueron abandonados o maltratados, por lo que pide a las personas que se sumen a esta lucha.
Miles de perros habitan las calles de la Ciudad de México como resultado del abandono y la falta de esterilización, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) hay alrededor de 27 millones de mascotas que hay en el país, de las cuales el 70 por ciento de gatos y perros se encuentran en la calle.
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