Los perros tienen un lenguaje universal, una especie de “esperanto” canino que rompe fronteras y permite que todos los perros del mundo se entiendan entre sí con los mismos códigos. Los perros, esperan de nosotros, “extraños perros de dos patas que ladran raro” pero que brindan cobijo, alimento y protección, que utilicemos los mismos códigos porque para ellos no somos otra cosa que “perros raros”.
Sin embargo los “raros perros humanos”, las más de las veces, no hacen el más mínimo esfuerzo de traducción e interpretación del lenguaje canino y por el contrario pretenden que los perros comprendan y asimilen el complejo código de posiciones, señales, palabras e inflexiones humanas a la perfección.
Por eso si usamos códigos adversos o confusos en nuestra expresión corporal en el esfuerzo por comunicarnos con los perros los resultados serán adversos o cuanto menos confusos hacia la otra parte.
Resulta entonces más que importante conocer y saber de qué forma podemos comunicamos correctamente en actitudes y gestos con nuestros perros.
Como primer razonamiento los perros, al igual que nosotros, rehúyen a los conflictos. Ante el tono de voz y la postura corporal de un enojo humano, que el perro sabe reconocer, desarrolla señales de calma: aparta la mirada, se relame el hocico, se esconde; en definitiva rehúye un posible conflicto porque en general sabe que algo no va bien pero no cuál es el error.
Esto ocurrirá siempre salvo cuando lo pesquemos infraganti momento en el que pude relacionar lo que queremos que haga o que no haga. Podríamos afirmar que el perro pone cara de culpable porque le conviene, pero no se siente culpable.
La relación entre el perro y el ser humano, que ya tiene más de 30.000 años, debería funcionar como si ambos fueran casi uno solo. Todo debería surgir desde lo positivo, desde lo alegre y desde la felicidad compartida. Aun en los casos utilitarios el vínculo debería basarse en esos fundamentos.
Los perros actúan por confianza y por placer de contacto por eso si el contacto no se basa en eso resulta muy difícil y complejo poder relacionarse. Si el perro recibe indiferencia de su entorno humano probablemente será apático cuando no agresivo y distante.
Por eso, el peor castigo para un perro que necesita vincularse y estar en estrecho contacto con su líder o con su persona favorita es la indiferencia o el aislamiento. El perro pertenece a una especie gregaria y sociable por excelencia. Esto jamás debe ser olvidado.
Nuestra actitud corporal es permanentemente observada por eso debe responder claramente a los códigos caninos si lo que intentamos es conectarnos correctamente.
Hemos dicho que los perros son perceptivos y observadores además de memoriosos y es por eso que podemos afirmar que son capaces de detectar nuestros estados de ánimo. Una de las claves de ello es la lectura de nuestra actitud corporal y de nuestros gestos, que han aprendido a detectar y entender.
Por eso el adoptar una posición corporal erguida y sacando pecho puede aparecer amenazante para el perro ya que estamos pretendiendo parecer más grandes de lo que somos. En cambio, ponerse en cuclillas, con los ojos a la altura del perro, aparece como una señal de relación mucho más amable y complaciente a la hora de relacionarse.
Nuestra cara es también leída por el perro y es por ello que los gestos complementan nuestro modo de contacto. En algunos casos, la actitud corporal de ambas especies es la misma y con el mismo significado como por ejemplo el abrazo del lobo. Algunos perros lo guardan en su memoria genética y lo practican como un saludo hacia su líder o individuo favorito.
Los perros usan el cuerpo para comunicarse y nosotros también. Aprender a usarlo a la usanza canina es un interesante desafío de comunicación interespecífica.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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