Una de las especies que dominó y habitó en los estados de Durango, Chihuahua y Sonora, en México, fue el oso gris mexicano u oso plateado, esta especie con ejemplares que pesaban alrededor de 318 kilos y medía casi 2 metros —cuando se paraba en sus patas posteriores—, fue uno de los animales más grandes del que se tiene registro en el país.
Entre el verde de los pastizales y el marrón oscuro de los pinos que se encontraban en las zonas montañosas del norte fue donde hizo su hábitat. Su principal fuente de alimentación fueron las plantas, insectos y en algunos ocasiones animales pequeños y carne podrida que encontraban por el territorio.
La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) del Gobierno de México en su página dedicada a difundir información sobre la flora y fauna del país, relató que esta especie se extinguió a raíz de la caza furtiva, a pesar de los esfuerzos gubernamentales al considerarlo una especie protegida.
“Su existencia debió abarcar desde finales del último periodo glacial hace poco más de 10.000 años se vio truncada cuando el ser humano extendió sus actividades ganaderas a las zonas silvestres”, explicó la Conabio respecto a la principal razón por la que el oso gris mexicano dejó de existir.
Este plantígrado que comparte la mayoría de sus rasgos con el oso grizzly (mamífero que habita en su mayoría en América del Norte) y supuestamente fue visto por última vez entre 1969 y 1983, sin embargo, no hay pruebas audiovisuales o evidencia científica que comprueba el hecho.
La campaña que provocó su extinción
A mediados del siglo XX se dio la mayor caza furtiva de esta especie junto con el lobo gris a raíz de la invasión de las zonas silvestres por parte de las poblaciones en el norte de México.
La migración hacia los hábitats en los que viven animales salvajes provoca que éstos busquen zonas rezagadas donde se sientan protegidos y en el peor de los casos a la extinción de la especie.
El inicio de la desaparición del oso plateado inició, de acuerdo con la revista National Geographic, cuando los gobiernos locales del norte del país (Durango, Chihuahua y Sonora) permitieron la cacería indiscriminada de ambas especies para proteger la ganadería y garantizar que la expansión urbana se diera con éxito.
Andrea Fischer autora del artículo “La historia del oso gris mexicano: la especie endémica de Durango que se extinguió por la caza excesiva” publicado en dicha revista, relató que durante la década de los 60 pobladores emprendieron una campaña de envenenamiento para su exterminio.
“El gobierno local consintió la cacería indiscriminada del oso gris. No sólo eso, se promovió durante la década de los 60 que se les envenenara masivamente”, relató la periodista de ciencia.
La Conabio relató, en su página oficial, que pese la especie fue declarada como “protegida” por el gobierno federal la caza furtiva por parte de los pobladores y la campaña de envenenamiento provocó la extinción del oso plateado en 1964.
Fischer atribuyó que los esfuerzo del gobierno federal fueron en vano debido a que “la tramitología fue más lenta que la actividad humana en el campo”, por lo que no se pudo evitar su cruel destino.
“Familiares” del oso plateado buscan evitar el mismo destino
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), organización encargada de investigar y declarar a las especies en peligro de extinción, alertó a principios del siglo XXI que el 75 por ciento de la población de osos a nivel mundial está en peligro de extinción.
“La deforestación ha reducido tanto la superficie como la calidad de su hábitat. En aquellos lugares que se encuentran protegidos, la caza furtiva sigue siendo una amenaza importante” comentó entonces Rob Steinmetz, copresidente de la UICN para un artículo publicado en el propio blog del organismo internacional.
A partir de ese momento se trabajó con gobiernos internacionales para procurar la preservación de las diferentes especies de osos.
La pandemia de Covid-19 ayudó específicamente a los grizzly en la zonas de las Rocosas del Norte en Estados Unidos, de acuerdo con cifras del condado de Gallatin, al norte de Yellowstone (mayor reserva de osos del país), se prevé que la población de esta especie crezca en un 50 por ciento en los próximos años.
A pesar de este avance, el resto de las “especies hermanas” se encuentra en peligro de extinción debido al cambio climático y a la caza furtiva descontrolada, siendo el oso polar la especie con mayor probabilidad de desaparecer debido al derretimiento del hielo marino, estimó el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su siglas en inglés).
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