Nació un poco después del deceso de Napoleón Bonaparte, ha visto la sucesión de siete reyes y reinas en el Reino Unido, dos Guerras Mundiales y la fundación de múltiples organismo internacionales, todo esto ha vivido la tortuga Jonathan, el ser vivo terrestre más longevo del planeta.
Este reptil cumplió 190 años de existencia el pasado 3 de diciembre en la isla de Santa Elena, en el océano Atlántico en la costa occidental de Angola, donde ha vivido los últimos 140 años con todos los cuidados especiales que podría tener un animal de su especie.
A principios de 2022 el Guinness World Records le otorgó el reconocimiento como el animal terrestre vivo más longevo del mundo, a pesar de que presenta algunas dificultades de vista y olfato, su oído es excelente y mantiene una dieta balanceada.
“La sección veterinaria le sigue dando de comer directamente una vez a la semana para reforzar sus calorías, vitaminas, minerales y elementos esenciales”, describió la organización en su comunicado oficial sobre el reconocimiento de Jonathan.
El predecesor al título del animal terrestre más viejo del planeta lo tenía Tu’i Malila, otra tortuga que vivió al menos de 188 años y fue regalada por el capitán Cook a la familia real de Tonga en 1777, de acuerdo con la organización internacional.
Detener la senescencia
Una de las teorías por las que los científicos creen que las tortugas viven tanto tiempo se debe a que son capaces de “desactivar” este proceso.
La senescencia es el proceso de envejecimiento en el que las células dejan de dividirse, pero no mueren. La presencia de estas unidades generan a largo plazo problemas en la salud de los seres vivos.
“Estas células permanecen activas y liberan sustancias dañinas que producen inflamación y lesiones en las células vecinas. Cumple una función en la formación del cáncer y otras enfermedades”, describe el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos en su página web.
Académicos de la Universidad del Sur de Dinamarca descubrieron tras el estudio de un grupo de tortugas, que los galápagos son capaces de ralentizar o detener por completo el envejecimiento de las células.
“En un extenso estudio comparativo de tortugas terrestres que viven en zoológicos y acuarios, mostramos que el 75% de 52 especies exhiben una senescencia lenta o insignificante”, describieron los investigadores en su artículo “La senescencia lenta e insignificante entre los testudines desafía las teorías evolutivas de la senescencia”, publicado en junio pasado en la revista Science.
El 80 por ciento de las tortugas estudiadas también tiene tasas de envejecimiento mucho más bajas que de los humanos u otros animales.
De las especies más fáciles de cazar
Desde el momento en el que su madre deja los huevos en las costas de las playas hasta los cinco años de vida, las tortugas son uno de los animales más fáciles de cazar por parte de sus depredadores.
“Tanto en el nido como en su camino hacia el agua, las tortugas se exponen a muchos peligros: ser atropelladas por vehículos, cazadas por aves u otros animales o quedar desorientadas”, señaló en su momento Oceana, organización internacional a favor de la protección de esta especie.
Después de este tiempo, su caparazón se endurece lo suficiente para convertirse en un método de defensa, no obstante en el agua se exponen a depredadores como tiburones, orcas y hasta cocodrilos.
Si bien su proceso de envejecimiento es más lento que el resto de los organismos terrestres, esto no significa que sean inmortales, sino que que su riesgo de muerte no aumenta conforme el paso de los años.
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