El sistema vestibular de los perros está ubicado en la parte posterior del cerebro, tiene sensores en el oído interno y controla el equilibrio.
Los sensores, envían la información al cerebro y reciben mensajes sobre la posición de la cabeza y del cuerpo tanto en reposo como en movimiento, lo que permite seguir manteniendo el equilibrio según la cambiante postura adoptada por el animal.
Puede ocurrir que este panorama se vea afectado o dañado por una inflamación aguda o algún otro proceso deletéreo que se traducirá en una serie de signos y consecuencias, que es lo que definimos en medicina veterinaria como síndrome vestibular.
Es bastante más común que lo padezcan los perros que los gatos y suele presentarse en animales ancianos, sin distinción de sexo o raza. Los signos son muy similares a un derrame cerebral, por lo que se requiere de una revisión veterinaria urgente y minuciosa para alcanzar un diagnóstico, y por consiguiente instaurar el tratamiento adecuado.
Por esta razón es fundamental reconocer rápidamente los signos y recurrir tempranamente a la asistencia veterinaria. Los animales que sufren un episodio vestibular presentan los signos clínicos de forma abrupta y repentina.
Entre esos signos está el vértigo, solo detectable por el comportamiento anormal del animal, estando la mayoría de las veces acompañado por vómitos. Caracterizan al síndrome vestibular: la pérdida del equilibrio, la desorientación, movimientos laterales oculares espasmódicos (nistagmo), el caerse de costado y la falta de coordinación al deambular.
En términos generales se requiere un tratamiento que se enfoca en los síntomas, ya que es difícil descubrir la causa exacta de este trastorno, pero la rapidez de la asistencia garantiza los mejores resultados.
Durante el tratamiento es fundamental proporcionar un lugar seguro y tranquilo evitando que el animal se lastime por golpes o caídas. La rehabilitación fisiátrica suele ser necesaria por un tiempo prudencial hasta su total recuperación.
Afortunadamente, en la mayoría de los casos, los signos del síndrome vestibular desaparecen gradualmente con el tratamiento, pero en muchas ocasiones permanece lo que ha sido un signo temprano que es una ligera inclinación de cabeza, como mirando al cielo, que se conoce como el “signo del astrónomo”.
Muchas veces, la causa del síndrome vestibular puede ser una infección bacteriana o afecciones de mayor trascendencia como tumores, quistes, traumatismos, o enfermedades inflamatorias, y es en esas circunstancias donde la labor del profesional veterinario y su diagnóstico precoz toma importancia para poder tratar rápidamente a la enfermedad primaria que lo ha provocado, evitando consecuencias secundarias graves.
En conclusión, poco podemos hacer para prevenir la aparición de un síndrome vestibular pero frente a la presencia de alguno de los signos enunciados, la rápida atención veterinaria permitirá minimizar sus consecuencias.
*El Profesor Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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