Si bien no se necesita de grandes estudios o investigaciones para comprender que los gatos son animales distantes y con cierto dejo de soberbia específica, recientemente se llegó a una conclusión científica reveladora. ¿De qué se trata? De que estos adorables felinos responden mucho mejor a los tonos agudos de la voz, especialmente a los lenguajes semejantes al que algunos seres humanos usan con los bebés.
Cabe recordar que, a diferencia de los perros, los gatos difícilmente pidan cariño en cada momento. Bajo este precepto, sólo se acercan a las personas cuando ellos quieren y no cuando los llaman. Sin embargo, más allá de esta distancia aplicada casi naturalmente, a menudo les hablamos como si fueran bebés, agudizando el tono de nuestras voces.
Las investigaciones sobre este asunto ya habían encontrado previamente que poner una voz más infantil atrae la mirada de los perros, pero otro equipo de expertos quiso estudiar si esto ocurre también con los gatos. Para sorpresa de ellos, descubrieron que estas especies ponen más atención cuando un ser humano les habla como si fueran un bebé. A su vez, observaron que este fenómeno se acentúa si su tutor se encuentra en la habitación. En contrapartida, si un extraño los llama por su nombre, hacen caso omiso porque no reconocen ese timbre.
Como contexto, es importante saber que el tono humano varía en función de a quién se dirija el discurso. De esta manera, no es lo mismo cuando se le habla a los adultos que cuando se dialoga con los niños o con los perros. Así las cosas, cuando los gatos escuchan la voz de su tutor, la intensidad de su comportamiento vuelve a aumentar significativamente a través de actitudes como girar las orejas hacia el origen del sonido, aumentar su desplazamiento por la habitación y dilatar sus pupilas. Todo esto indica que los felinos podrían identificar el habla de su dueño de aquel que es un extraño.
Este comportamiento disminuyó notablemente al escuchar el audio de su tutor en un tono dirigido a los adultos, y aumentó significativamente al escuchar el tono infantil dirigido a los gatos por parte de sus tutores. Estos hallazgos aportan una nueva dimensión a las relaciones entre gatos y seres humanos, ya que su comunicación puede basarse en la experiencia del conocimiento de la voz del interlocutor y concluyen que las relaciones individuales son muy importantes para que los gatos y los humanos formen vínculos fuertes.
Por otra parte, si nos detenemos a observar, los gatos no mueven la cola ni buscan el contacto visual como sí lo hace el perro. ¿Por qué? Porque su lenguaje corporal para expresar confianza y afecto es mucho más sutil y delicado. De todas maneras, existen muchos gestos y condiciones que permiten inferir y demostrar que un gato confía, considera y ama a otro ser.
En general, los gatos actúan como si tuvieran los dos hemisferios cerebrales divididos por una puerta. Con un hemisferio funciona como gato doméstico, como minino mimoso y allí se comporta como si fuese un hijo nuestro. Así veremos, por cierto, cuánto de verdadero tiene esta calificación de la relación, que a diferencia de la que sostenemos con el perro, no tiene ningún componente de dominio pero sí de cariño.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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