La amistad es una parte central de la vida humana. Tejemos nuestra vida a través de vinculaciones amistosas.
Se dice que dos seres humanos son amigos si se prefieren mutuamente de manera reiterada sobre otros. Pero los seres humanos no son los únicos capaces de generar amistades.
Nuestros parientes más cercanos, los chimpancés y los bonobos también lo hacen al igual que muchas especies animales. Los ejemplos demuestran que los animales tienen amigos de forma semejante a nuestras propias amistades.
Cuando pensamos en amigos, pensamos en afinidades, ya sea que fuimos al mismo club o colegio o compartimos aficiones. A esta inclinación por la similitud o semejanza se la llama científicamente “homofilia”, y se cree que aumenta la previsibilidad y la confianza nuestra en un amigo y por ende nuestra preferencia.
Esta cualidad no es exclusiva del ser humano. Muchos animales, por ejemplo, muestran preferencia por vincularse con compañeros de un grupo de edad cercano a ellos. Muchas veces se agrupan con pares que tienen rasgos de carácter semejantes o personalidades similares.
Una de las preferencias homofílicas es la afinidad por aquellos que comparten la genética o sea por la familia. Muchas especies animales muestran predilección por relacionarse con sus parientes, siendo estas sus mejores amistades.
La conexión física puede ser igualmente importante para cualquier tipo de relación, también para la amistad, estableciendo comportamientos para generar y mantener amistades muy prácticos y físicos. El acicalamiento, mutuo como forma de aceptación, la caricia y el abrazo, son solo algunas de las manifestaciones físicas de afecto entre los animales.
Por otra parte, algunos de esos rituales animales del vínculo pueden parecer incomprensibles, ridículos o peligrosos. En esa categoría entran el saludo de algunos monos metiéndose los dedos en los ojos o la caricia de los genitales de otros.
Aunque se diga que la distancia es el olvido no siempre las amistades requieren estar cerca unos de otros, para concretarse. Los animales brindan muchos ejemplos de cómo las amistades pueden florecer incluso estando físicamente separados.
A través de sonidos y gritos, delfines y monos pueden mantener una relación amistosa a pesar de la distancia. Las alianzas amistosas permiten, por otra parte, enfrentar mejor las amenazas y posibilitar una mejor supervivencia.
El apoyo y la protección de aliados amistosos contra amenazas como los depredadores y la escasez de alimentos aumenta las probabilidades de sobrevida, ya que los amigos pueden compartir comida e información social sobre dónde y cómo encontrarla.
A pesar de la cultura y de la vida urbana que nos aleja de muchos riesgos predatorios el resultado final sobre la similitud de los vínculos sigue siendo positivo.
Los seres humanos hacemos amigos porque de alguna forma tenemos beneficios mutuos, desde el consuelo, el cobijo, la comprensión hasta el posicionamiento social.
Como lo demuestran también muchas especies animales, los amigos nos ayudan, ya que sin ellos, tenemos muchas menos probabilidades de sobrevivir y de mejorar nuestra condición de vida.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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