Así como ocurre con los seres humanos, tanto los perros como los gatos pueden sufrir diabetes mellitus, una enfermedad crónica que va en aumento año tras año en la población felina y canina. Diversos factores como una mala alimentación, la disminución del ejercicio y el aumento de peso, entre otros, provocan un desequilibrio entre los niveles de glucosa e insulina de nuestras mascotas favoritas de compañía.
Si bien esta enfermedad tiene mayor incidencia en animales de edad avanzada -alrededor de los 10 años de vida, precisamente-, también puede presentarse en ejemplares jóvenes. Se estima que un 7% de la población canina y felina la padece. En algunos casos, sus tutores están al tanto de este cuadro pero en otros no hay conocimiento y esto puede ser grave. Si bien la diabetes es una enfermedad que no produce dolor y que no tiene manifestaciones físicas concretas a primera vista, hay algunas señales que nos pueden indicar que nuestro perro o gato ya presenta dicha patología. Entre ellas, se destacan el exceso de apetito, la compulsiva ingesta de agua y la cantidad inusitada de orina.
Cualquiera de aquellos signos debe alarmarnos y hacernos concurrir a un chequeo profesional que determine su causa, su origen y el tratamiento correspondiente. Es por todo esto que es importante llevar a nuestro animal a una evaluación periódica con el médico veterinario de nuestra confianza.
A largo plazo, la diabetes en perros y gatos puede ocasionar consecuencias graves como ceguera por cataratas o retinopatía, problemas de circulación, daño renal irreversible e incluso la muerte, como consecuencia del fallo en múltiples órganos y aparatos del organismo. Cabe aclarar, de todas formas, que la diabetes es de diferente curso en gatos y en perros. En los primeros es mucho más factible para su tratamiento, en algunos casos, el uso de hipoglucemiantes orales; mientras que en el perro -en la mayoría de los casos- los animales son insulinodependientes, con todo lo que ello involucra.
Algunos tutores han acostumbrado a sus animales a consumir pan, algún tipo de galletitas y lácteos que pueden causarles mucho daño. El pan, tan común como recompensa, puede ser riesgoso en la habitualidad porque los lleva a padecer obesidad, diabetes e hipertensión.
Hay algunas razas que son más propensas a desarrollar diabetes. En el caso de los perros, esta condición es mucha más común y frecuente en razas como Samoyedo, Alaska malamute, Schnauzer Miniatura, Caniche y Springer Spaniel.
En cuanto los gatos, los europeos de pelo corto y de pelo largo, arrojan la mayor incidencia, siendo los machos los más afectados. Para detectar oportunamente la diabetes y otras enfermedades en nuestros animales de compañía, las visitas frecuentes con el profesional veterinario son fundamentales. A su vez, si observamos que beben y orinan más de lo normal podríamos estar ante un signo de alguna enfermedad grave como la mencionada diabetes o, en algunos casos, insuficiencia renal.
Lo recomendable es programar citas con el médico veterinario al menos dos veces al año para realizar un examen físico general, un estudio de glucosa y los análisis de laboratorio que se consideren pertinentes. Como siempre, la mejor forma de proteger a estos integrantes adorados de nuestra familia es consultando a los profesionales.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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