Se dice que el ser humano no habría llegado a ningún lado sin el perro y su compañía. Es que algunos de estos animales fueron héroes anónimos solo conocidos por su comunidad cercana, mientras que otros generaron hazañas que se conocieron y se difundieron por todo el mundo. Asimismo, muchos salvaron vidas o dieron un notable ejemplo de gratitud y de valentía demostrando lealtad incondicional y un gran amor por nosotros.
Haciendo un repaso histórico de estas situaciones, podemos viajar a la década del 50. En ese entonces, la nobleza de una perra abandonada que se llamaba Laika recorrió toda la geografía del planeta y trascendió a su momento histórico, haciendo de ella el ejemplar más famoso de todos los tiempos. ¿Por qué? Porque fue el primer ser vivo en orbitar la Tierra.
Laika, la heroína espacial, pasó de ser una perra callejera a convertirse en una astronauta tras sólo dos meses de entrenamiento. La parte triste y fatal de este relato es que los soviéticos, quienes decidieron su destino espacial, ocultaron parte de la verdad ya que sabían de antemano que no sobreviviría a las condiciones cósmicas. Así las cosas, aunque su sacrificio había servido para grandes comprobaciones científicas, la opinión pública de la época lapidó la experiencia condenado a sus ejecutores.
Tiempo después, en la década del ‘60, viajó a zona incógnita una nueva tripulación animal integrada por Belka y Strelka, dos perritas también callejeras que regresaron sanas, salvas y sin afecciones evidentes por el viaje. Esta segunda prueba de fuego sirvió para asegurar y garantizar las incursiones espaciales humanas que vinieron más tarde.
Al retroceder más tiempo en la historia científica podemos situarnos frente a Alexander Graham Bell, el icónico inventor del teléfono. Bell tenía un perro que se llamaba Trouve y que fue famoso porque ayudó a este experto a desarrollar su primer teléfono. ¿De qué forma? Pues fue entrenado para responder a los estímulos que se enviaban a través del aparato. Así, Bell pudo experimentar su invento antes de sacarlo a la luz mundial.
Seguimos recorriendo la cronología de la humanidad. La insulina fue descubierta en 1921, entre otros motivos, gracias a que una perra llamada Marjorie fuera el primer animal diabético del mundo que, al recibir extracto de páncreas (insulina en su estado más primitivo y natural), tuvo expectativas alentadoras que la mostraron más saludable y fuerte.
En 1925, una epidemia de difteria atacó al pueblo de Nome, en Alaska, y puso en peligro la vida de sus habitantes. La idea era transportar una vacuna salvadora por un sistema de postas en varios grupos de trineo de perros a través de diferentes zonas de aquella nación. Un solo perro, a pesar de su debilidad, logró completar todo el trayecto. Se llamaba Togo. Otro perro de este grupo que trascendió enormemente fue Balto, aunque solamente completó el último cuarto del trayecto. Entonces, a pesar de no haber sido el principal protagonista de esta historia es uno de los perros más famosos de la ciencia y se lo recuerda porque llegó a destino en el trineo final con las vacunas.
Arribando al principio de nuestro siglo, fue entonces cuando se secuenció el genoma completo (todos los genes) del perro a partir de Tasha, un bóxer de hermosa estampa. Este fue el primer genoma completo descifrado en una especie y resultó fundamental y de una gran ayuda para identificar factores genéticos determinantes en la salud del ser humano.
Cualquiera de estos perros que repasamos ha dejado una huella inalterable en la historia de la humanidad, facilitando su crecimiento y desarrollo y pidiendo cambio tan sólo el respeto y una caricia.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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