Tomar la decisión de adoptar otro animal de compañía cuando ya se tiene uno, es algo delicado porque hay que tener muchos y variados aspectos en cuenta.
Es importante tener en cuenta todas y cada una de las recomendaciones cuando la realidad nos determine querer introducir un nuevo animal a nuestra familia y éste se trate de un gato teniendo ya en la familia a un perro.
Lo primordial es saber que los gatos son animales mucho más sensibles que los perros, en cuanto sus demandas alimentarias y entender que un gato no es un perro con disfraz o un perro que sabe idiomas, sino que se trata de otra especie distinta con demandas diferentes y puntuales en cuanto a alimentos y salud.
Para los gatos hay una serie muy marcada y específica de alimentos tóxicos y sus necesidades alimentarias son muy estrictas en cuanto a aminoácidos esenciales, vitaminas y minerales. Recurrir previamente al consejo del nuestro médico veterinario de confianza es fundamental para tener claros estos aspectos.
Será primordial cubrir sus necesidades de igual manera que lo hemos hecho con el otro animal de la casa pero quizás el gato nos resulte más demandante. Al gato hay que cambiarle el agua muy a menudo y a veces es necesario suministrarle agua que fluya permanentemente.
La comida, a diferencia del perro, debe estar siempre a disposición del animal en un comedero. También resulta necesario peinar al gato con frecuencia para evitar las bolas de pelo, limpiar la bandeja sanitaria todos los días y suministrarle un rascador.
Antes de dar el paso de traer un gato a casa es fundamental valorar si al perro le va a gustar la idea. Debemos saber claramente si nuestro perro tolera a los gatos, si les resultan indiferentes o si traer al animal nuevo será sólo para trastorno.
La decisión debe ser tomada en función de las siguientes consideraciones. Las reacciones previas de nuestro perro frente a los gatos es un excelente antecedente a tener en cuenta y de ellas la muestra de curiosidad o de simple indiferencia, es un buen antecedente.
Superado el primer requisito, la aceptación clara de nuestro perro, resulta preferible adoptar siempre a un gatito, antes que uno adulto o mayor, ya que el cachorro se adaptará mejor a la presencia y convivencia con un perro. Por supuesto, todo dependerá puntualmente del temperamento del animal adoptado que varía con cada individuo.
Es recomendable, al principio, instalar al gatito en un lugar aislado y cómodo en la casa, para que pueda acostumbrarse a estar en el hogar presentándole poco a poco al perro.
También hay que acostumbrar previamente al perro a la zona del gato enseñándole que respete el lugar poniendo como regla la restricción de su libre acceso.
Es válido usar feromonas de apaciguamiento en aerosol o difusor como opción, colocándolas en la zona del gato para que éste pueda sentirse más cómodo y reduzca el miedo o la ansiedad.
Es muy importante que al momento de la presentación, el encuentro sea controlado, bajo supervisión, llevado a cabo de forma paulatina y en un ambiente tranquilo.
Es un muy buen recurso darle previamente al perro cosas impregnadas con el olor del gatito nuevo, como por ejemplo, la jaula de transporte, un juguete o una manta.
Si durante el encuentro alguno de ellos se pone nervioso, debemos cortarlo inmediatamente. Es muy importante recompensar a ambos con golosinas específicas y palabras cariñosas si se acercan el uno al otro y no se atacan.
La paciencia es, en estos casos, debe ser la virtud fundamental, ya que ambos animales necesitarán un período de adaptación que a veces puede durar varias semanas.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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