El gato es un cazador solitario nocturno, y en muchos aspectos de su vida se comporta como tal, pero como animal doméstico de compañía que es, resulta importante que se vincule con los seres humanos de una manera adecuada y pacífica.
Si llega a morder, podría ser que involuntariamente hayamos sido nosotros los que le hayamos enseñado a jugar a morder.
De allí surge la importancia de educarlo enseñándole normas y límites: entre ellas no morder jugando con objetos intermediarios y nunca directamente con pies o manos.
Normalizar la conducta agresiva o de juego con las manos o los pies como presa es incorrecto y afecta seriamente nuestra relación con el gato.
Existe también la posibilidad de que no estemos cubriendo sus necesidades conductuales y que sencillamente quiera cazarnos por necesidad de satisfacer sus ansias instintivas de cacería y predación.
Si esto ocurre el gato estará constantemente siempre atento y a punto para clavarnos sus afilados colmillos. También puede ser que se sienta incómodo frente a alguna situación, como cuando lo acariciamos o lo tocamos y no le gusta.
Por otra parte, los gatos jóvenes son muy enérgicos y es muy posible que al tocarlos se activen y quieran jugar mordiéndonos.
Cuando el gato no está cómodo lo demostrará emitiendo señales a través de su cuerpo como el mover la puntita de la cola, rotar las orejas, o fruncir el ceño,
Si no le hacemos caso puede que se aparte, nos ponga distancia con una pata, nos gruña o nos bufe, pero si no atendemos a las advertencias a veces no le quedará otra opción que llegar a la acción.
Existe también la posibilidad de que le duela algo o que esté inquieto por alguna dolencia, lo que deberá ser evaluada por un veterinario. Además puede morder porque se asuste por algo externo como pueden ser ruidos, otros animales, etc.
En cada caso, con cada gato y frente a cada situación es importante evaluar todo adecuadamente e intentar llegar a un diagnóstico. La única manera de diferenciar un real problema de salud física de uno de conducta es por medio de una consulta veterinaria.
Una vez descartada cualquier causa orgánica, podremos descubrir qué es lo que le puede estar pasando para que se comporte así y obrar en consecuencia.
Los gatos están adaptados a la vida con seres humanos en la mayoría de los casos pero no es tan seguro que estemos nosotros adaptados a ellos y entendamos siempre su lenguaje. Como regla general a los gatos no les gusta que les toquen la panza o las patas y, en cambio, les encanta que les rasquen bajo el mentón, los cachetes o que les acaricien la nuca.
Además de las reglas generales es fundamental conocer los gustos de nuestros gatos de forma individual porque cada gato es un mundo. Debemos educarlos para que aprendan y entiendan que jugar a morder las manos o los pies no está permitido.
Si se trata de un gato al que no le gusta demasiado que le toqueteen, debemos respetarlo conociendo su grado de permisividad.
El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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