La tutoría irresponsable de los perros aumenta el denominado “callejerismo”, a título de irresponsabilidad humana y en perjuicio de los animales.
Este aumento de perros en la calle ha llevado a tener cierto resquemor o lejanía con el mejor amigo del hombre, dados los incidentes, muchos de ellos fatales, que han ocurrido en los últimos tiempos. Todo ello ha aumentado la cantidad, en principio escasa, de los detractores de los perros.
Los gatos por su parte , ya tenían detractores a causa de la mala prensa, la que hoy llamamos “fake news”, acusados injustamente de traicioneros, soberbios e independientes.
La variedad en el trato hacia los animales es muy amplia y va desde la violencia desenfadada, por suerte cada vez más menos frecuente, hasta su contracara: la actitud sumamente tierna con ellos, teniéndolos en un lugar y trato privilegiado.
¿Por qué nos comportamos de esta forma con nuestros animales de compañía? ¿Cuál es la verdadera razón para nuestro amor, indiferencia u odio a los perros y gatos?
Cuando los seres humanos establecemos un vínculo con los animales, lo realizamos desde la más profunda intimidad y poniendo muchos elementos que pertenecen a nuestro más recóndito fuero interno. De esa forma se puede explicar cómo algunas personas prefieren un tipo de animal como compañero de vida y no pueden soportar a otro.
La preferencia por los perros quizás se deba a la incondicionalidad que uno ve en ellos, a diferencia de la actitud esquiva que algunos identifican en los gatos.
Muchas veces la antipatía se fundamenta en una experiencia mala vivida en la infancia, donde un gato arisco atacó al niño mientras quería tocarlo. La preferencia por ciertos animales se debe siempre a que son significativos para nosotros.
Hasta los más relevantes personajes de la historia, inclusive los más repulsivos, han tenido episodios afectivos con sus animales.
Es muy conocido el amor que tenía el dictador nazi Adolf Hitler por “Blondi”, su ovejero alemán, siendo un exégeta de las razas puras; el escritor Jorge Luis Borges estaba fascinado por los gatos a los que les atribuía una cualidad enigmática, que ha reflejado en su obra literaria; el escritor Julio Cortázar veía en su gato “Adorno” la expresión de una libertad que deseaba para sí.
Por su parte, Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, acusaba a los gatos de “narcisistas”. Freud tenía una predilección especial por los perros.
Elegimos amar a ciertos animales porque se corresponden con nuestra historia; tenemos fobias, los aborrecemos o los odiamos, por los mismos motivos.
En los libros y trabajos de psicoanálisis hay innumerables menciones sobre la relación de los seres humanos con los animales. Una de las más famosas es la cita cuando Serguei Pankeyev temió ser devorado por los lobos, durante su infancia.
Este evento fue tan importante que Freud bautizó su caso como: “El hombre de los lobos”. Si bien los lobos lo angustiaban, es llamativo que, durante un tiempo, también los odió e inconscientemente hasta quiso agredirlos.
En cualquier caso, para el padre del psicoanálisis los animales siempre actuaban como una sustitución de los sentimientos hostiles que las personas guardaban hacia sus respectivos padres.
Así, lo sostenía Freud, afirmando que muchos sujetos maltratan a ciertos animales, porque ellos representan algo en su historia personal. Tal vez esto comience a explicar la tendencia agresiva, hacia los perros y los gatos, demostrada en los abusadores, los perversos y los asesinos seriales.
En cualquier caso, la ciencia del psicoanálisis nos brinda una gran lección: detrás de lo aparente, una simple preferencia hacia el gato o el perro, o una sensación de rechazo hacia ellos, se esconden razones ocultas mucho más trascedentes y profundas y que son inconscientes.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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