A diferencia de los seres humanos, los perros tienen un oído muy sensible. Pese a que nacen sordos, con los oídos sellados y sus orejas inmóviles, a las dos semanas, abren oídos y al mes ya poseen un oído fino, que discrimina y jerarquiza sonidos como lo hacen de sus ancestros lobos. Sus orejas tienen hasta 17 músculos, 9 más que los humanos.
Asimismo, pueden detectar sonidos de entre 20 y 65.000 vibraciones por segundo, mientras que el ser humano solo logra captar entre 20 a 20.000 oscilaciones por segundo. Es por este motivo que el perro puede percibir sonidos inaudibles para el oído humano. Sin embargo, algunos pueden padecer problemas de audición.
“No es lo mismo que tu perro tenga problemas de audición siendo un cachorro a que se haya quedado sordo con la edad, que esto tiene que ver con la fibrosis del tímpano, lo que se llama otoesclerosis”, explicó a Infobae el doctor Juan Enrique Romero.
En ese sentido, el experto explicó que “el tímpano es como la membrana de un tambor. Si vos le tirás ondas sonoras a la membrana de un tambor, se mueve la membrana y hace… ¿te acordás de la cadena de huesecillos? El yunque, el martillo, el estribo, el lenticular. Estos son los que después impactan y generan todo el estímulo para oír. Pero cuando pasa el tiempo se endurece toda esta cadena y aparece la sordera, una sordera senil que es difícil o imposible de solucionar”, señaló el veterinario.
“En principio, lo primero que se debe realizar es la consulta a tu médico veterinario para que controle que no haya un tapón de cera o algo que le impida escuchar, pero lo más probable es que con la edad haya aparecido una una sordera senil”, señaló el experto
Pero la sordera en los animales no solo es por la edad, ya que existe otra llamada congénita. Esta pérdida de la audición que, generalmente, se da en gatos blancos o en perros blancos, tiene lugar cuando un animal no oye desde que nació. Dicho de otro modo: nació sordo.
“Cuando el gato o el perro es sordo por nacimiento, que aparece frecuentemente en perros blanco como el dogo argentino, o el bull terrier y también en el dálmata, entre en la ecuación la composición que tiene genéticamente. Es que se produce por la atrofia de un órgano que se llama órgano de corte, que es un organito que está ahí dando vueltas”, relató Romero.
En palabras de Romero, cuando el órgano de corte “no existe, no hay tu tía”. Ante esta situación, el veterinario afirmó que “no hay forma de solucionar el problema”. Es por eso que advirtió que la mejor forma de ayudar a estos animales es brindándoles un “adiestramiento especial con collares vibratorios y con el control remoto. Esta es tecnología que está al servicio de un perro sordo”.
“Yo puedo tener un control remoto y un collar vibratorio para que el perro me mire, y cuando me mira empiezo con un lenguaje de señas que el animal, sin lugar a dudas, va a aprender”, continuó Romero.
Al tiempo que, para concluir, recomendó: “Cuando sacás a pasear un perro sordo o cuando tenés un gato sordo, en el primero de los casos, ni se te ocurra dejarlo suelto porque él no tiene la prevención de lo que significa oír anticipando una amenaza, y si tenés un gato sordo, ese es un gato de adentro con absoluta seguridad, porque el afuera pasa a ser una amenaza para él”.
*Producción del video que acompaña la nota: Dolores Ferrer Novotný Realización: Samuel Cejas Edición: Facundo Madero
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