Los perros llamados de diseño surgen de los cruces realizados con intencionalidad por el ser humano entre dos razas puras previas para crear una nueva que, en teoría, combina lo mejor de las dos que fueron sus progenitoras.
Los defensores de este procedimiento sostienen que el resultado destaca las características de cada raza fundadora y que, a diferencia de un animal sin raza o los llamados mestizos comunes, se puede identificar su origen a través de la genealogía (los registros) de sus razas fundadoras.
Lo que no tiene en cuenta este razonamiento son las leyes de dispersión de la genética, por lo que los argumentos que esgrimen los defensores de estos cruces de razas, no tienen rigor biológico en absoluto.
Es por ello que ninguna asociación canina internacional ha admitido hasta la fecha a ninguna de estas supuestas “razas”, o mejor dicho, de estos cruces, lamentablemente cada vez más populares.
Los propulsores de estas supuestas razas de diseño expresan y afirman que no surgen por cruzar simplemente un par de perros de razas distintas entre sí teniendo una cría.
Afirman que se necesitan tres generaciones reproductivas bien documentadas para que pase al estatus de “raza de diseño”, no teniendo en cuenta los conceptos de fijación genética y transmisión a futuro que se aplican desde siempre para reconocer el concepto de raza.
La lista de estas supuestas “razas de diseño” no deja de crecer, y ya cuenta con más de 200 representantes a cada uno de los cuales se les ha dado un nombre.
Los nombres se basan en una combinación relativamente acertada de las dos razas utilizadas para su creación. Así surgen desde el shorki tzu, producto del cruce de yorkshire terrier y shih tzu, pasando por el goberiano, cruce de un golden retriever y un husky siberiano, hasta el beabull, resultado de cruzar al Beagle con el bulldog inglés y así siguiendo.
Estas mal llamadas “razas” de diseño, no cuentan con registro genealógico ni con pedigrí aunque sus razas fundadoras sí los posean.
Sin embargo, producto del marketing, tienen un valor en el mercado muy por encima del que tienen los ejemplares de las razas puras que los originaron, aduciendo que poseen virtudes de difícil comprobación.
Esta tendencia influye de manera negativa en las posibilidades de adopción de perros mestizos y otros cruces accidentales, que carecen de un nombre llamativo o seductor que aluda a sus razas iniciales.
Se ha alertado seriamente sobre los riesgos de esta moda que en general se fundamenta en falsos avisos publicitarios sin ningún rigor científico, como el que asegura que muchas de ellas son hipoalergénicas o que son ideales para propietarios inexpertos o que son más dúctiles para aprender que sus dos razas originarias.
Asimismo, recientes estudios advierten sobre los riesgos más altos de abandono de estos animales al no cumplir con las expectativas prometidas, por haber sido adquiridos por un impulso fundamentado en una falsa premisa.
Ojalá tengamos la posibilidad de que esta demanda deje de crecer, y que una legislación adecuada y la divulgación actúen como prevención, para evitar lo que parece ser un engaño publicitario y una manipulación perversa e infundada de la genética del mejor amigo del ser humano. ¿Será así?
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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