A los seres humanos nos encanta idealizar a los animales como criaturas inocentes y puras, según los ojos de la moral humana, pero algunos comportamientos animales serían altamente criticables si no tuviéramos en cuenta la diversidad biológica y la supervivencia como motores de ellos.
Mirando a cualquier animal y hacerlo según sus ojos y no los nuestros nos permitirá entender esas actitudes, que lejos de provocar rechazo no tardarán en maravillarte en algún sentido.
Los animales son seres complejos, mucho más de lo que creemos, que responden a comportamientos innatos y a sus necesidades de maneras poco aceptables a nuestros ojos.
Los delfines nariz de botella nos enamoran con sus piruetas e inteligencia, pero dejarían mucho que desear si solo los juzgáramos con los ojos de la moral humana.
Se sabe que los delfines nariz de botella, como otros mamíferos acuáticos, pueden llegar a cometer infanticidio. Los machos son capaces de matar crías recién nacidas, para hacer que la hembra esté sexualmente disponible antes de tiempo, ya que cuidar a su cría la obligaría a varios años de indisponibilidad sexual.
Las suricatas guardan un hermoso recuerdo en nuestros corazones gracias a su mejor embajador: Timón, de El Rey León. Estos animales viven en grupos dominados por una hembra alfa, es decir que se rigen bajo los preceptos de una líder femenina, que reparte los roles de trabajo y reproducción.
Si una hembra “inferior” se atreve tener una cría sin su anuencia, la respuesta de la que manda es brutal. Primero mata a todas las crías de la dominada, y luego propone o bien el exilio o bien que alimente a las crías propias a modo de nodriza.
Así la dominante obtiene dos ventajas: reduce la competencia y asegura el cuidado de sus crías. Las dominadas lo aceptan porque resulta tener un costo menor el hecho de vivir bajo el matriarcado que por cuenta propia, si es que se lo quiere ver en términos de seguridad y de sometimiento a amenazas.
Los chimpancés son animales muy similares a nosotros. Incluso, por estas similitudes fueron (y aún lo son) foco de cazadores furtivos para alzarse con algún individuo. Pero sin la presencia del hombre, esta especie de mono incurren en el canibalismo con detalles escalofriantes. Algunos miembros de esta especie matan a sus crías y las devoran delante de sus madres. Esto ocurre con cierta frecuencia entre grupos “enemigos” de simios.
Todavía no se le encuentra a este comportamiento una razón o ventaja evolutiva, ya que matar a un miembro del propio grupo es contraproducente para el futuro del colectivo y el valor nutricional de la cría, no vale la pena como alimento.
No está de más recordar que juzgar a los animales como “buenos” o “malos” es un absurdo humano. Estos valores fueron pensados por y para los seres humanos y no existen, como tales, en el mundo animal.
Por muy terribles que sean algunos de estos comportamientos, seguramente juegan un rol fundamental en la especie e intervenir en ellos podría incluso dañar su integridad.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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