Todos los perros conocen algo así como el “idioma” de su especie y lo usan como un sistema de comunicación con nosotros y con sus pares. Pero no todos los perros utilizan todas señales.
El repertorio está siempre completo, pero algunos prefieren determinadas señales a otras dependiendo esto particularmente del perro en cuestión. El aprendizaje de los perros comienza inclusive, aunque nos sorprenda, cuando están en el propio vientre de la madre.
Las hembras caninas preñadas estimuladas con determinado refuerzo apetitivo (salchicha, pollo, etc.) para la realización de una prueba en particular le “transmiten” esa preferencia de recompensa a sus crías que son capaces manifestarlo después de nacer.
Desde el nacimiento comienza una larga ruta para aprender el idioma de su especie y esa “escuela”, ese aprendizaje, llega hasta los tres o cuatro meses de vida con máxima intensidad hasta los dos meses de vida. En este período, el perro aprende el lenguaje corporal, sonoro y de actitudes que usará durante toda su vida.
Su madre y sus hermanos son quienes actúan como sus maestros mediante el mecanismo de prueba y error. Ese traspaso generacional específico viene desarrollándose calcado desde hace miles de años y expresa en la perfección de su transmisión la garantía del éxito. En el medio, interviene el ser humano que puede reforzar ese aprendizaje o desaprovecharlo con las consecuencias que en la conducta futura se pueden concretar en accidentes y fallos graves en el comportamiento del perro.
Por lo expuesto, el período más importante para el aprendizaje del lenguaje, entre otras muchas cosas, es la socialización del cachorro, período que transcurre entre las tres semanas y los tres o cuatro meses de vida.
La separación apresurada del cachorro puede traer consecuencias graves, como la falta de pautas de conducta social, lo que se traduce, en la mayoría de las veces, en falta de inhibición de la mordida o lo que es igual no medir según el estímulo la respuesta.
No todos serán capaces de interpretar y reconocer correctamente las señales de calma debido a, por ejemplo, el caso del destete prematuro o el aislamiento del cachorro, habitual en perros de refugio o en aquellos sometidos erróneamente al “encierro sanitario”.
Cuáles son las siete claves o lemas de la comunicación perruna
1. Ley de tonos: para vincularnos positivamente debemos utilizar tonos agudos y en volumen bajo con entonación complaciente.
2. Ley de las 5 P: la primera es “premio”, el refuerzo positivo con caricias o comida facilita el contacto y estimula la comprensión. Le sigue “paciencia”, que se basa en que los perros hacen un esfuerzo importante para entendernos y debemos tratar de hablar su mismo idioma. La tercera es “persistencia” y radica en ser constante y avanzar en las repeticiones, ya que genera caminos de facilitación neuronal que permiten un entendimiento claro. En cuarto lugar está “persuasión”, como la violencia anula la comprensión, el castigo debe ser cambiado por la actitud persuasiva positiva. La última es “periódico”, ya que se deben realizar ejercicios de vínculo, aprendizaje y comunicación en forma cíclica y constante.
3. Ley de las tres C: las palabras, cuando queremos comunicarnos con un perro, deben ser: “Claras, Cortas y Concisas”.
4. Acompañar con gestos: las palabras siempre deben ir acompañadas de señales físicas concretas, así no sólo nos entenderá mejor y sino que también será más fácil comunicarse en ambientes ruidosos.
5. Contacto visual: primero mirar y luego comunicar. Siempre que intentemos comunicarnos con un perro debe existir un contacto visual con él: claro, firme pero amable.
6. Respeto: siempre debemos respetar al perro que, aunque suene exagerado, se trata de una persona no humana y lo merece.
7. Castigo nunca: jamás usar el castigo tratando de enseñar. Si no entiende habrá que repetir cambiando el código, el lugar y los refuerzos pero jamás el castigo tendrá el éxito como final.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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