Los perros seguramente entienden qué les decimos pero el significado puede cambiar según cómo se lo decimos, sobre todo cuando el tono y el significado se relacionan.
Los estudios científicos descubrieron que los perros utilizan las mismas zonas del cerebro que los humanos para procesar el lenguaje. El perro, al igual que nosotros, procesa las palabras con el hemisferio izquierdo, e interpreta el tono con el hemisferio derecho.
De esa forma, según estos estudios, una nueva y revolucionaria forma de comunicación mejor con nuestros mejores amigos sería eligiendo con cuidado la oreja a la que le vayamos a hablar.
Si el mensaje es emocional sería preferible utilizar su oreja izquierda. Si lo que queremos comunicar son órdenes o instrucciones que el perro tenga que entender claras y precisas, lo conveniente sería utilizar su oreja derecha.
Por otra parte, los expertos descubrieron que los perros identifican mejor y más claramente que se les está alabando cuando las palabras de felicitación y el tono coinciden.
No producen el mismo efecto las palabras banales dichas en tono alentador o las palabras significativas pero enunciadas en tono neutro sin énfasis.
Parecería que el cerebro del perro registra qué decimos y cómo lo decimos y de alguna forma lo asocia. Los perros prestan atención tanto a las palabras como a la entonación.
Es recomendable hablarles habitualmente en un tono normal o más bien bajo, así cuando no cumplan una orden, podremos utilizar un registro de voz más potente o grave y así lograr la respuesta deseada.
La capacidad de procesar palabras que muchos creían que eran propias y exclusivas del ser humano en realidad se ve en otras especies, entre ellas la canina y que lo que hace única a la comunicación humana es la intención de las palabras.
Al perro le interesa comunicarse con el ser humano ya que mantiene una sociedad con el ser humano desde hace miles de años, de él depende y con él está vinculado desde siempre.
El perro aprende el significado de las palabras porque siempre están seguidas de una consecuencia, que puede ser positiva o negativa y eso hace que lo entienda como un halago, una relación hacia un objeto o como una corrección a su conducta.
Es gracias a ello que pueden entender las palabras, porque siempre hay una acción después de una palabra del humano. La mejor herramienta para que un perro entienda es acompañar las palabras con un refuerzo positivo.
Esto se puede concretar con pequeños premios o también mediante el uso del clicker, que no son otra cosa que las viejas y consabidas ranitas de lata con las que jugábamos cuando éramos chicos estableciendo, con el ruido, un condicionamiento positivo ante la orden.
Los perros aprenden mucho más rápido al ser premiados aunque es bueno recordar que no solamente se pueden utilizar golosinas, las caricias y las demostraciones de afecto son también un excelente refuerzo.
Cuando elogiamos a nuestro perro, se le activa el sistema de recompensa, es decir, la región cerebral que responde a estímulos placenteros como la comida, el sexo, o las caricias.
Esto parece que sólo sucedería cuando las palabras y la entonación del elogio coinciden o sea cuando combinan ambas y así se relacionan en su cerebro las dos cosas para lograr una interpretación correcta de su significado real.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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