La relación entre el perro y el ser humano, que ya tiene más de 30.000 años, debería funcionar como si ambos fueran casi uno solo. Todo debería surgir desde lo positivo, desde lo alegre y desde la felicidad compartida. Aun en los casos utilitarios el vínculo debería basarse en esos fundamentos.
Los perros actúan por confianza y por placer de contacto por lo tanto si el vínculo no se basa en eso resulta muy difícil y complejo poder relacionarse.
Si el perro recibe indiferencia de su entorno humano probablemente será apático, o quizás agresivo y distante. Por eso el peor castigo para un perro que siempre necesita vincularse y estar en estrecho contacto con su líder o con su persona favorita es la indiferencia o el aislamiento.
El perro es parte integrante de una especie gregaria y sociable por excelencia. Esto jamás debe ser olvidado.
Nuestra actitud corporal es permanentemente observada por eso debemos responder claramente a los códigos caninos si lo que intentamos es conectarnos correctamente.
Hemos dicho que los perros son perceptivos y observadores además de memoriosos y es por eso que podemos afirmar que son capaces de detectar nuestros estados de ánimo.
Una de las claves de ello es la lectura de nuestra actitud corporal y de nuestros gestos, que han aprendido a percibir correctamente y a entender.
Por eso el adoptar una posición corporal erguida y sacando pecho puede aparecer amenazante para el perro ya que estamos pretendiendo parecer más grandes de lo que somos.
En cambio, ponerse en cuclillas, con los ojos a la altura del perro, aparece como una señal de relación mucho más amable y complaciente a la hora de relacionarse.
Nuestra cara es también leída por el perro y es por ello que los gestos complementan nuestro modo de contacto. En algunos casos la actitud corporal de ambas especies es la misma y con el mismo significado como por ejemplo el abrazo del lobo.
Algunos perros lo guardan en su memoria genética y lo practican como un saludo matutino inicial hacia su líder o individuo favorito. Los perros usan el cuerpo para comunicarse y nosotros también. Aprender a usarlo a la usanza canina es un interesante desafío de comunicación interespecífica.
Dentro de muestro cuerpo y la relación con el perro es muy importante la mirada canina y su relación con la nuestra. Para el perro nuestros ojos son un faro que los guía y los alerta a la vez.
Nuestros ojos o los del perro muy abiertos o entrecerrados cambian diametralmente el mensaje. Sin duda también la lectura del mensaje de los ojos tiene que ver con la altura a la que se encuentran ubicados ambos pares de ojos.
Tal vez sea por ello que los perros chicos tienen menos conflictos con los grandes de tamaño. Sus miradas no se encuentran y no se plantea claramente el desafío si lo hubiera.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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