En el lamido de los perros hay siempre algo cautivador. Sin duda, los perros nos lamen porque nos quieren. Aunque no es exactamente un beso, casi que lo es. Minutos después de nacer, los perros experimentan la calidez y suavidad de la lengua de su madre, que los baña con afecto maternal. Después de ese momento, el lamido pasa a ser un gesto integrante de su capacidad de expresión. Además, a través del lamido se puede descubrir ciertos aspectos de la personalidad de los perros.
Las madres se aprovechan de la relativa inmovilidad de sus cachorros durante el amamantamiento para limpiarlos con su lengua, lamiéndoles inclusive la cola para estimular el impulso de evacuación.
Los cachorros lamen las caras y mentones de los perros mayores para saludarlos y como una señal de respeto. También cuando están hambrientos lamen la comisura labial de su madre lo que la estimulará para regurgitar alimento.
A medida que los perros envejecen, entre ellos se lamen menos frecuentemente, pero nunca dejan de hacerlo por completo. En la ausencia de manos y cepillos para el pelo, acicalan el pelo del otro con sus lenguas.
Los perros no lamen a la gente porque esperan recibir una comida caliente. Lo hacen porque somos sus padres, o por lo menos las personas más importantes en la casa. Aun los perros viejos se ven a sí mismos como nuestros hijos y una lamida demuestra lo mucho que nos respetan.
Los perros audaces o independientes lamen menos porque no sienten que deban ganar el aprecio de nadie. Por otro lado, los perros más extrovertidos y sociables lamen a todos todo el tiempo. Nosotros también jugamos un papel en este tema del lamido. Los perros no tardan en aprender que una lengua húmeda en la mejilla de alguien es una manera grandiosa de recibir mimos y atención.
Así que, en cierto modo, el instinto de lamer es tan antiguo como inmediato, los perros lo hacen de forma natural y nosotros los alentamos a que lo sigan haciendo.
Los lamidos no son tan antihigiénicos como parece. Si bien no son totalmente asépticos, no deben ser motivo de preocupación y son más los beneficios emocionales que puedan provocar que los perjuicios que puedan causar. Cuanto mucho, las lamidas de los perros son como limpiarse la cara con una toalla húmeda y un poco sucia.
En generaciones pasadas, mucho antes de la aparición de los antibióticos, se sospechaba que las lamidas también podrían ser buenas para las heridas de las personas y no estaban tan equivocadas. La saliva canina tiene un débil efecto bactericida, y es ciertamente buena para los perros y no les causa daño a las personas. Con respecto a contagiarse de un resfrío canino eso no va a suceder. La mayoría de las enfermedades sólo se contagian entre especies, de perro a perro o de persona a persona, pero no entre los dos grupos.
La principal excepción a esto es el grupo de personas con su sistema inmunológico debilitado, quienes son más susceptibles a todo tipo de enfermedades y sus vectores, lo que incluye a aquellas lamidas recibidas de perros excesivamente afectuosos. Por lo tanto, y a modo de conclusión, déjese lamer el alma por esos compañeros de cuatro patas que eso lo reconciliará con los sentimientos más puros que tenemos como seres humanos, dándole salud y mejor vida.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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