Hace algo más de treinta años, la clonación, proceso por el cual se logra la reproducción de un ser a partir de células del cuerpo no reproductivas, era poco menos que ciencia ficción.
Resultaba inimaginable tan solo pensar que se pudiera obtener un ser igual a otro, una verdadera “fotocopia”, partiendo de algunas pocas células de la piel o de otros órganos. Se trata de una versión calcada de su aspecto físico pero carecerá inexorablemente de la influencia ambiental que haya tenido su original ya que ese ambiente que lo formó mayoritariamente ya no existe.
A partir de la oveja Dolly, famosa primera protagonista mundial de esta experiencia biológica, única e histórica, se sucedieron una serie interminable de hechos que han puesto a nuestro país, en el contexto mundial, a la vanguardia de esta técnica.
Varias universidades públicas, entre las que se destacan la de San Martín y la de Buenos Aires, como así también algunas entidades privadas han generado grandes logros con el concurso de destacados investigadores.
Equipos de investigación argentinos lograron obtener los primeros bovinos transgénicos de América Latina, capaces de generar hormonas de crecimiento humano e insulina en su leche. Continuando la experiencia, se han clonado estas vacas cuya producción termina siendo de un muy demandado uso terapéutico con una perfección, precisión y escala nunca imaginadas.
La clonación de caballos de polo, en la que nuestro país ostenta el récord mundial, permitió también ponernos a la vanguardia en el tema e ingresar muchas ansiadas divisas por la venta internacional de la copia idéntica de nuestros campeones ecuestres.
Asimismo se produjeron, en otros laboratorios, embriones de guepardos o chitas utilizando el material genético de óvulos de gatas, castradas por clínicas veterinarias y en campañas de esterilización, que de otro modo se hubieran descartado, y células obtenidas a partir de la piel de chita.
Argentina logró también clonar ejemplares de chita por primera vez en el mundo, en el marco de un programa de investigación orientado a proteger animales que están en peligro de extinción.
Si bien hasta ahora los resultados sólo se alcanzaron con embriones en el laboratorio, la experiencia serviría para avanzar en la reproducción de otras especies de felinos que también corren serios riesgos en el país, como el yaguareté, por ejemplo.
De esa forma, al clonar animales silvestres, se puede aplicar esta técnica a la recuperación de especies en peligro de extinción o amenazadas.
Todo esto ha sido generado desde los laboratorios de la tan vapuleada universidad pública lo que permite, sin duda, alcanzar la soberanía científica y tecnológica, pilar fundamental de un país independiente.
Una fantasía hecha realidad que nos permite afirmar que el futuro es hoy y está la vuelta más que de una esquina, de una universidad y de una ciencia nuestra, muy orgullosamente nuestra.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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