Los pastos marinos pueden capturar dióxido de carbono de la atmósfera 35 veces más rápido que los bosques tropicales. ¿Qué tiene que ver esto con los tiburones? Esta especie ayuda al equilibrio de los carnívoros predadores y los herbívoros, evitando así el sobrepastoreo marino, que permiten la absorción de ese elemento de la atmósfera, que es el que causa el calentamiento global.
Es sólo un aspecto de la importancia de esta especie en los ecosistemas oceánicos y en la mitigación del cambio climático y señala la urgencia con la que se debe actuar para preservarla, ya que se trata de uno de los vertebrados más amenazados en la actualidad.
Los tiburones suelen ser noticia cuando se producen ataques a personas, especialmente desde la célebre película Jaws (Tiburón) de Steven Spielberg (1975), pero todos los expertos coinciden en que las agresiones de tiburones a humanos son extremadamente raras y casi nunca mortales.
El Día Internacional de la Conciencia sobre los Tiburones, que se celebra hoy, tiene el objetivo de informar sobre el importante papel de los escualos en la vida del planeta, en momentos en que son una de las especies más amenazadas.
“En el caso de los tiburones, y a diferencia con otros grupos amenazados en los que factores como el cambio climático, la contaminación o la pérdida de hábitats son amenazas importantes, la acción directa de las personas y la pesca sin regulación complica su supervivencia”, destacó Verónica García, Especialista en Ecosistemas Marinos y Pesca Sustentable de Fundación Vida Silvestre Argentina.
En el Mar Argentino existen unas 55 especies de tiburones que habitan tanto en las costas, como en el mar abierto y en las profundidades. Así como se encuentran en una variedad de ambientes, también son múltiples y diversas las actividades humanas que los ponen en peligro.
Los tiburones comparten, junto con aves, tortugas y mamíferos marinos, planes nacionales de acción para reducir los impactos y brindar un marco de protección ante la actividad pesquera. Pero al mismo tiempo, como muchas especies de tiburones que viven en el Mar Argentino también habitan desde Brasil hasta el sur de nuestro país, los esfuerzos de conservación en ocasiones son transfronterizos. Existe, además, un plan regional compartido con Uruguay, lo que sienta las bases para crear acciones necesarias para su manejo y protección.
Vida Silvestre precisó que los tiburones son tan sensibles a la mortalidad producida por la pesca, que en Argentina existen casos específicos con regulaciones puntuales, que buscan evitar la utilización de la pesca de arrastre para cualquier especie en aquellas zonas del mar delimitadas como importantes para el ciclo de vida de los tiburones, además de prohibir la pesca dirigida hacia ellos, y definir y recomendar medidas y buenas prácticas para los casos de pesca deportiva.
“Estas medidas y planes de acción son necesarias para proteger a un grupo de especies que comparten una alta vulnerabilidad: en general su tasa reproductiva es baja, por lo que, si aumenta su mortalidad, las poblaciones rápidamente caen”, explicó García.
En el caso de los tiburones que son capturados para su comercialización, como el gatuzo o pez ángel, se cuenta con recomendaciones científicas sobre cuánto se puede pescar: si la población de estas especies cae debajo del punto límite establecido, la especie debe contar con un plan de recuperación para asegurar que las poblaciones puedan restablecerse. Para las situaciones en las que especies grandes son capturadas accidentalmente en las redes de pesca, la devolución con vida es obligatoria, y existen recomendaciones específicas para liberarlos de forma tal que su supervivencia sea exitosa.
La amenaza incluye a todas las especies de tiburones. Recientemente trascendió un estudio realizado por científicos de la Asociación de Biología Marina (MBA) y la Universidad de Southampton, en el Reino Unido, que rastreo los movimientos de los tiburones ballena, que habitan especialmente las aguas tropicales, y detectaron un alarmante número de colisiones de estos con barcos que les provoca la muerte. El trabajo fue publicado en la revista científica multidisciplinaria PNAS.
El tiburón ballena es el pez más grande que existe y se encuentra en peligro de extinción. Mide en promedio unos 12 metros de largo, pero puede llegar a los 20 metros. Habita los océanos y mares cercanos a los trópicos, aunque en ocasiones se traslada por zonas de agua fría. Tienen movimientos lentos y se alimentan de animales microscópicos llamados zooplancton.
Por otra parte, de todos los tiburones que habitan en el Mar Argentino, es el Escalandrún, también conocido como tiburón toro y dientes cerrados, el que se encuentra en una situación más comprometida. Es uno de los representantes por excelencia de las costas argentinas.
Vida Silvestre aseguró que su situación es crítica y preocupante en la región: la población se redujo un 90% en las últimas 4 décadas, como consecuencia principalmente de la pesca deportiva sin devolución en Argentina y de la pesca que ocurre en aguas uruguayas, como también debido a la excesiva presión pesquera comercial en aguas de Brasil, que hoy se encuentra prohibida, pero que ocurrió durante décadas. Esta especie es muy vulnerable a la explotación porque tiene pocas crías, sólo dos cada 2 años, y se reproduce a edades tardías.
“La conservación de los tiburones requiere del trabajo articulado entre sectores, y de la protección que aquellos que interactúan con estas especies pueden brindarles. Retornarlos al mar con vida, implementar la pesca recreativa con devolución, o simplemente evitar su consumo, son acciones efectivas y directas que contribuyen a la supervivencia de este grupo tan amenazado”, dijo García.
“Se debe continuar trabajando para abordar la conservación a nivel regional, armonizar las legislaciones provinciales para que cuenten con igual nivel de protección, y concientizar sobre la importancia de preservar este grupo de especies clave para los ecosistemas marinos”, concluyó la especialista en Ecosistemas Marinos y Pesca Sustentable de Fundación Vida Silvestre.
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