Los gatos encierran a menudo una gran cantidad de situaciones intrigantes y misteriosas: duermen casi todo el tiempo pero de golpe intentan atraer nuestra atención casi obsesivamente y al minuto se muestran indiferentes, encuentran las rutas de vuelta a casa con cierta facilidad pero se “extravían” casi voluntariamente vaya uno a saber por qué. Misterio tras misterio que se repiten a menudo.
Los gatos son, en suma, un cúmulo de intrigas a las que se agrega uno más al hablar de la hierba gatera. La hierba gatera (Nepeta cataria) es una planta emparentada con la familia de las mentas, que cuando la mayoría de los gatos domésticos la lamen, se frotan contra ella o la mastican se manifiestan como casi poseídos, sumidos en un trance raro que provoca sorpresa y asombro en quienes lo presencian.
Los gatos se excitan y se expresan con euforia exagerada cuando toman contacto con ella. Durante mucho tiempo, este comportamiento era tan solo otro enigma relacionado con los gatos.
Sin embargo, un estudio reciente indica que el efecto casi hipnótico que ejerce sobre los gatos, esa reacción a la hierba gatera y su casi adicción compulsiva podría ser explicada evolutivamente por el efecto repelente de insectos que poseen los químicos en las plantas que inducen la narcosis.
Investigadores liderados por Masao Miyazaki, un científico de comportamiento animal en la Universidad Iwate en Japón, descubrieron que una enorme cantidad de sustancias repelentes de insectos son liberadas por la planta incrementándose en más del 2.000 por ciento cuando la planta es dañada por el contacto con los gatos. De esta forma la narcosis de los gatos les confiere en su contacto una ventaja evolutiva: mantener alejados a los insectos que se alimentan de sangre de los felinos.
La evidencia conductual muestra que muchos gatos en contacto con la planta quieren impregnar su cuerpo con el olor aunque una parte importante de la población felina no exhibe este comportamiento tal vez seleccionados negativamente para esta ventaja diferencial.
Se asocia al repelente principal de insectos presente en la hierba gatera con la generación de una irritación en los mosquitos e insectos, un beneficio adicional para que los gatos se restrieguen contra esta planta claramente adictiva en muchos de ellos.
Las hojas de hierba gatera magulladas por los gatos liberaron al menos veinte veces más principio activo repelente de insectos que las hojas que estaban intactas. Esto demuestra que las interacciones de los gatos con la planta modificaron la acción del cóctel repelente al hacerlo más potente.
Luego de frotar la cara y el cuerpo contra la hierba gatera, los gatos quedan cubiertos por una capa de la fórmula para eliminar o repeler insectos que les chupan la sangre. Este hallazgo, respalda la afirmación que al menos parte del beneficio de la manía por la hierba gatera sirve para alejar a los mosquitos y otros insectos hematófagos.
Lo que resulta indudable es que este comportamiento de “auto impregnación” sería el resultado de una conducta favorable, evolutivamente hablando, para la especie de la que gozan algunos gatos privilegiados.
También se vuelven locos con otras plantas, en particular la Actinidia polygama, que no tiene relación cercana con la hierba gatera, pero provoca la misma respuesta de los felinos, incluyendo a los grandes como los jaguares y los tigres. La compulsión por esta planta también podría ser explicada con el efecto repelente de bichos de los iridoides, los químicos en las plantas que inducen la narcosis.
Kristyn Vitale, una experta en comportamiento felino en Unity College que no está vinculada con la investigación, destacó que el estudio se fundamentó en trabajo anterior sólido. El año pasado, el mismo laboratorio publicó un estudio que halló que los gatos harían su mayor esfuerzo para cubrirse en iridoides que funcionan como DEET (el nombre común de la N,N-dietil-m-toluamida), ya sea rodando sobre los químicos o parándose para acariciarlos con el hocico. Vitale comentó: “Esto indica que podría haber un beneficio a que los gatos coloquen de manera física los compuestos en su cuerpo”.
Carlo Siracusa, un científico de comportamiento animal de la Universidad de Pensilvania que tampoco tuvo nexos con la investigación, estuvo de acuerdo. Siracusa mencionó: “La evidencia muestra que quieren impregnar su cuerpo con el olor”. No obstante, agregó: “Hay que tener en cuenta que una gran parte de los gatos no exhiben este comportamiento. Así que, ¿por qué habrían sido seleccionados de esta manera?”.
Como una adaptación evolutiva, es probable que los iridoides que repelen a los bichos hagan más para proteger a las plantas de los insectos herbívoros que para ayudar a los gatos a evitar picaduras. “Las plantas son maestras de la guerra química”, señaló Marco Gallio, un neurobiólogo en la Universidad Northwestern que no participó en el nuevo estudio.
El año pasado, Gallio y sus colegas publicaron un informe que asociaba el repelente de bichos principal presente en la hierba gatera, nepetalactona, a una proteína receptora que genera irritación en mosquitos e insectos relacionados. El receptor, que también está presente en humanos y gatos, puede ser detonado por el gas lacrimógeno.
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