Científicos japoneses demostraron la alta sensibilidad de los bigotes de las focas, lo que les permite cazar, incluso, en la oscuridad total. El descubrimiento permite conocer con más profundidad la forma de alimentarse de esos animales. La investigación es la primera en su tipo realizada en el ambiente natural de la especie.
Los bigotes de las focas son detectores altamente sensibles que les facilita la cacería. Recientemente, científicos del Instituto Nacional de Investigación Polar (NIPR) en Tachikawa, Japón , colocaron pequeñas cámaras en las mejillas de un grupo de focas para registrar el movimiento de sus bigotes. Descubrieron que los usan para detectar el movimiento del agua causado por los peces cuando tenían poca luz.
Los expertos japoneses creen que estos hallazgos ayudarán a comprender mejor cómo la detección de los bigotes influye en el comportamiento de búsqueda de alimento de diferentes mamíferos.
Los científicos partieron del conocimiento, comprobado hace mucho tiempo, de que las focas localizan fácilmente a sus presas en las profundidades del océano donde la luz del sol no puede llegar, pero hasta ahora era un misterio cómo lo hacían si no podían ver.
Los mamíferos como las ballenas dentadas pueden cazar utilizando un biosonar activo, más conocido como ecolocalización. Es decir, que emiten un sonido que se refleja en los objetos cercanos, lo que les permite crear una imagen de su entorno y encontrar comida. Otros mamíferos utilizan la bioluminiscencia (luz creada dentro de un organismo a través de una reacción química) de sus presas.
Pero las focas no tienen un sonar como las ballenas por lo tanto no pueden ecolocalizar a sus presas, pero sí tienen la misma habilidad para cazar sin luz, incluso en zonas donde no existe bioluminiscencia.
Los especialistas dijeron que es posible que estén atentas a la bioluminiscencia de los peces, pero un artículo publicado en 2020 sugirió que el destello puede incluso deslumbrarlas y desanimarlas en su búsqueda de presas.
El equipo de investigación de NIPR planteó la hipótesis de que las focas dependen de sus bigotes altamente desarrollados para localizar presas. Una teoría que finalmente resultó confirmada.
Si bien muchos mamíferos tienen vibrisas, es decir bigotes móviles que procesan la información vibratoria de su entorno, como el caso de los gatos, por ejemplo, hasta ahora los científicos no habían podido estudiar el uso de este atributo en animales salvajes en su entorno natural, en lugar de hacerlo con un ejemplar cautivo.
Sin embargo, en este estudio, los investigadores colocaron pequeños registradores de video en las mejillas de focas elefante hembras en libertad. Estas focas tienen la mayor cantidad de fibras nerviosas por bigote que cualquier otro mamífero. Las grabaciones en video rastrearon el movimiento de los bigotes utilizando una luz infrarroja, invisible para los animales estudiados y su profundidad a medida que se acercaban a la presa.
Los investigadores descubrieron que las focas capturaban presas en movimiento extendiendo sus bigotes frente a sus bocas para sentir el movimiento del agua. Prolongaron y retrajeron sus bigotes rítmicamente para buscar señales hidrodinámicas que señalen la presencia de un alimento vivo.
Según los científicos, las focas prolongan los bigotes cuando nadan a más de 200 metros de profundidad, donde abundan los peces pequeños y tienden a buscar alimento.
Como conclusión, los investigadores japoneses dijeron que los bigotes sensibles son la herramienta principal que utilizan para encontrar presas y los usan, incluso, para cazar presas bioluminiscentes.
“Nuestros hallazgos resuelven un misterio de décadas sobre cómo las focas que se sumergen en las profundidades localizan a sus presas sin el biosonar utilizado por las ballenas, revelando otra adaptación de los mamíferos a la oscuridad total”, dijo Taiki Adachi, investigador del proyecto en NIPR.
“El siguiente paso es realizar estudios de campo comparativos en otros mamíferos para comprender mejor cómo la detección de bigotes da forma al comportamiento natural en cada especie de mamífero en diferentes entornos”. La investigación fue publicada hoy en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias.
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