Una circunstancia, la verdad nada agradable, puede ser encontrarte con un perro desconocido. Venís caminando por una calle y justo da la vuelta a la esquina un perro.
La primera de las recomendaciones es, no lo mirés a los ojos. No salgas corriendo, no grites, no gesticules. Evitalo. Y si querés te lo digo en idioma coloquial, hacete el gil. Mirá a la nada misma, mirá enfrente, cruzá de calle sin cambiar el ritmo, pero evitalo.
Porque vos no sabes cuál es la característica temperamental de ese animal. Si vos gritás, vas a ser una amenaza. Si gesticulás, vas a ser una amenaza. Si lo mirás a los ojos, vas a ser directamente un desafiante.
Y si salís corriendo, te vas a transformar inmediatamente en una presa apetecible. Cuando digo apetecible no es porque te vaya a comer, sino porque básicamente se desencadena el mismo mecanismo que ocurre con una bicicleta, con una moto, o que ocurre con un auto. Que vos viste, cuando vas con un auto, en el campo.
Sobre todo, el perro persigue a la camioneta, pero si frenás de golpe, cambia el chip y es como si volviera a una realidad diferente. Porque hay una secuencia de cacería que está impresa n el cerebro más primitivo del perro y que vos podés evitar.
¿Cómo? Colocándote contra la pared, mirando hacia arriba y quedándote quieto. A lo sumo, si es macho, el perro levantará la pata y te hará pis. Pero bajo ningún punto de vista, bajo ningún punto de vista, te va a atacar.
Si se acerca un perro a atacar se recomienda alejar las extremidades, poner un brazo por delante para hacer un bloqueo, mientras que el otro brazo queda escondido detrás de la espalda. “Esto repelerá al perro y le hará no colgarse del brazo, o descolgarse si ya te había mordido.
Para saber si el perro está cómodo o manifiesta estrés como anticipo de su disconformidad ante nuestra presencia es bueno conocer sus manifestaciones externas corporales de disconformidad.
Por ejemplo, un perro no está cómodo si bosteza, si mira de reojo, si le caen gotas de la nariz y se relame, si encoge las orejas y mete la cola entre las patas, si nos mira fijamente, gruñe, ladra o muestra los dientes.
Si se observa alguna de estas actitudes lo mejor será dejarlo en paz. Si pudiéramos y quisiéramos acercarnos agacharse es una forma de valorar su conformidad sobre nuestra presencia y actitud. Nunca abracemos, ni besemos a un perro desconocido.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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